viernes, 4 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Jueves, Salterio II - TO



LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.


Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.
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Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, 
El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9)
y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.

NOTA:  La "Oración del Salmo" está traducida y adaptada del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se prefiere, omitido el salmo,
se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados. 
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 94: Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí,
 aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
     aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
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Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 24 (Opcional): Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
     él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
     ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes y puro corazón,
     que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
     Ése recibirá la bendición del Señor, 
     le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
     que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
     que se alcen las antiguas compuertas: 
     va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
     El Señor, Dios de los ejércitos. 
     Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Señor, tú me llamaste.

Señor, tú me llamaste
     para ser instrumento de tu gracia,
     para anunciar la buena nueva,
     para sanar las almas.

Instrumento de paz y de justicia,
     pregonero de todas tus palabras,
     agua para calmar la sed hiriente,
     mano que bendice y que ama.

Señor, tú me llamaste
     para curar los corazones heridos,
     para gritar, en medio de las plazas,
     que el Amor está vivo,
     para sacar del sueño a los que duermen
     y liberar al cautivo.

Soy cera blanda entre tus dedos,
     haz lo que quieras conmigo.

Señor, tú me llamaste
     para salvar al mundo ya cansado,
     para amar a los hombres
     que tú, Padre, me diste como hermanos.

Señor, me quieres para abolir las guerras,
     y aliviar la miseria y el pecado;
     hacer temblar las piedras
     y ahuyentar a los lobos del rebaño. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.

Salmo 79: Ven a visitar tu Viña.  
                              en, Señor Jesús. (Apoc 22, 20)

Pastor de Israel, escucha,
     tú que guías a José como a un rebaño;
     tú que te sientas sobre querubines, resplandece
     ante Efraím, Benjamín y Manasés;
     despierta tu poder y ven a salvarnos.

¡Oh Dios!, restáuranos, 
     que brille tu rostro y nos salve.

Señor Dios de los ejércitos,
     ¿hasta cuándo estarás airado

     mientras tu pueblo te suplica?

Le diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos;
     nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
     nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos,
     que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,
     expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
     le preparaste el terreno
     y echó raíces hasta llenar el país;

su sombra cubría las montañas,
     y sus pámpanos, los cedros altísimos;
     extendió sus sarmientos hasta el mar,
     y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca 
     para que la saqueen los viandantes,
     la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete:
     mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
     la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego: 
     con un bramido hazlos perecer.
     Que tu mano proteja a tu escogido, 
     al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti: danos vida,
     para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
     que brille tu rostro y nos salve.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Dios, pastor eterno, cuidas tanto la viña que plantaste
que ahora extiende sus ramas hasta la costa más lejana.
Mira a tu Iglesia y ven a nosotros. Ayúdanos a permanecer en tu Hijo
como ramas en la vid, que plantados firmemente en tu amor,
podamos testificar ante todo el mundo tu gran poder obrando en todas partes.

Ant. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
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Ant 2. Anuncien a toda la tierra que el señor hizo proezas.

Cantico - Is 12, 1-6: Accion de Gracias del Pueblo Salvado
El que tenga Sed que venga a mi y beba. (Jn 7, 37)

Te doy gracias, Señor, 
     porque estabas airado contra mí,
     pero ha cesado tu ira y me has consolado.

Él es mi Dios y salvador:
     confiaré y no temeré,
     porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
     él fue mi salvación.
     Y sacarán aguas con gozo
     de las fuentes de la salvación.

Aquel día, dirán: 
     Den gracias al Señor,
     invoquen su nombre,
     cuenten a los pueblos sus hazañas,
     proclamen que su nombre es excelso.

Tañan para el Señor, que hizo proezas;
     anúncienlas a toda la tierra;
     griten jubilosos, habitantes de Sión:
     «¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!».

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Anuncien a toda la tierra que el señor hizo proezas.
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Ant 3. Aclamen a Dios, nuestra fuerza.  

Salmo 80 - Renovación de la Alianza.
Miren que no tenga nadie un corazón malo e incrédulo. (Heb. 3, 12).

Aclamen a Dios, nuestra fuerza;
       den vítores al Dios de Jacob:

acompañen, toquen los panderos,
     las cítaras templadas y las arpas;
     toquen la trompeta por la luna nueva,
     por la luna llena, que es nuestra fiesta;

porque es una ley de Israel,
     un precepto del Dios de Jacob,
     una norma establecida para José al salir de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido:
     «Retiré sus hombros de la carga,
     y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré,
     te respondí oculto entre los truenos,
     te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
     ¡ojalá me escuchases, Israel!

No tendrás un dios extraño,
     no adorarás un dios extranjero;
     yo soy el Señor Dios tuyo,
     que te saqué del país de Egipto;
     abre tu boca y yo la saciaré.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
     Israel no quiso obedecer:
     los entregué a su corazón obstinado,
     para que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
     y caminase Israel por mi camino!:
     en un momento humillaría a sus enemigos
     y volvería mi mano contra sus adversarios;

los que aborrecen al Señor te adularían,
     y su suerte quedaría fijada;
     te alimentaría con flor de harina,
     te saciaría con miel silvestre.»

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración del salmo
Señor Dios, abre nuestras bocas para proclamar tu gloria.
Ayúdanos a dejar atrás el pecado y regocijarnos en profesar tu nombre.

Ant. Aclamen a Dios, nuestra fuerza.
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Lectura Breve:   Rm 14, 17-19
El reino de Dios no es comida ni bebida,
sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo,
pues el que en esto sirve a Cristo
es grato a Dios y acepto a los hombres.
Por tanto, trabajemos por la paz
y por nuestra mutua edificación.


Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo 
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.

V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Melando medito en ti, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor
                                                          (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo

Bendigamos a Dios, nuestro Padre, que mira siempre con amor a sus hijos
y nunca desatiende sus súplicas, y digámosle con humildad:
R./ Ilumínanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque nos has iluminado con la luz de Jesucristo;
- que esta claridad ilumine hoy todos nuestros actos.

Que tu sabiduría nos dirija en nuestra jornada;
- así andaremos por sendas de vida nueva.

Ayúdanos a superar con fortaleza las adversidades
- y haz que te sirvamos con generosidad de espíritu.

Dirige y santifica los pensamientos, palabras y obras de nuestro día
- y danos un espíritu dócil a tus inspiraciones.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijamos ahora, todos juntos, nuestra oración al Padre y digámosle:
- Padre Nuestro…

Oración
A ti, Señor, que eres la luz verdadera y la fuente misma de toda luz,
te pedimos humildemente que meditando fielmente tu palabra
vivamos siempre en la claridad de tu luz.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

R. ¡Amén!
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Fórmula breve: 
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves, Salterio II - De la Feria.

VÍSPERAS - Oración de la tarde
“En la Eternidad éramos;
al nacer comenzamos a existir.
Existir es ser en el tiempo.

Y al morir dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.
Somos seres espirituales
que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin


Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz se hace vaga.

Cuando la luz se hace vaga
     y está cayendo la tarde,
     venimos a ti, Señor,
     para cantar tus bondades.

Los pájaros se despiden
     piadosamente en los árboles,
     y buscan calor de nido
     y blandura de plumajes.

Así vuelven fatigados
     los hombres a sus hogares,
     cargando sus ilusiones
     o escondiendo sus maldades.

Quieren olvidar la máquina,
     olvidar sus vanidades;
     descansar de tanto ruido
     y morir a sus pesares.

Ya todo pide silencio,
     se anuncia la noche amable:
     convierte, Padre, sus penas
     en abundancia de panes.

Alivie tu mano pródiga,
     tu mano buena de Padre,
     el cansancio de sus cuerpos,
     sus codicias y sus males. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Salmo 71-I: Poder Real del Mesías   
Abriendo sus cofres le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. (Mt. 2, 11)

Dios mío, confía tu juicio al rey,
     tu justicia al hijo de reyes,
     para que rija a tu pueblo con justicia,
     a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
     y los collados justicia;
     que él defienda a los humildes del pueblo,
     socorra a los hijos del pobre
     y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
     como la luna, de edad en edad;
     que baje como lluvia sobre el césped,
     como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
     y la paz hasta que falte la luna.

Que domine de mar a mar,
     del Gran Río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
     que sus enemigos muerdan el polvo;
     que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
     que se postren ante él todos los reyes,
     y que todos los pueblos le sirvan.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
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Ant 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.

Salmo 71-II: Poder Real del Mesías. 
Tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios. (San Columbano)

Él librará al pobre que clamaba,
     al afligido que no tenía protector;
     él se apiadará del pobre y del indigente,
     y salvará la vida de los pobres;

él rescatará sus vidas de la violencia,
     su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
     él intercederá por el pobre y lo bendecirá.

Que haya trigo abundante en los campos,
     y ondee en lo alto de los montes,
     den fruto como el Líbano,
     y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
     y su fama dure como el sol;
     que él sea la bendición de todos los pueblos,
     y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     el único que hace maravillas;
     bendito por siempre su nombre glorioso,
     que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración del salmo
Invocamos tu nombre, Padre, y lo pronunciamos bendecido sobre la tierra.
Dale a tu pueblo la plenitud de la paz y la justicia en su reino.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
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Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Cántico - Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a: El Juicio de Dios.
Busca, pues, el conocimiento supremo, no con disquisiciones verbales, sino con la perfección de una buena conducta. (San Columbano)

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
     el que eres y el que eras,
     porque has asumido el gran poder
     y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera,
     y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
     y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
     y a los santos y a los que temen tu nombre,
     y a los pequeños y a los grandes,
     y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
     y el reinado de nuestro Dios,
     y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado
     el acusador de nuestros hermanos,
     el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
     y por la palabra del testimonio que dieron,
     y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
     Por esto, estén alegres, cielos,
     y los que moran en sus tiendas.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
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Lectura Breve   1Pe 1, 22-23
Por la obediencia a la verdad han purificado sus almas
para un amor fraternal no fingido; ámense, pues, con intensidad
y muy cordialmente unos a otros, como quienes han sido engendrados
no de semilla corruptible, sino incorruptible,
por la palabra viva y permanente de Dios.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor.
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles 
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.
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Preces o Intercesiones
Elevemos a Dios nuestros corazones agradecidos
porque ha bendecido a su pueblo con toda clase de bienes espirituales y digámosle con fe:
R./ Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dios todopoderoso y lleno de misericordia,
protege al Papa Francisco y a nuestro obispo N.,
- que tú mismo has elegido para guiar a la Iglesia.

Protege, Señor, a nuestros pueblos y ciudades
- y aleja de ellos todo mal.

Multiplica como renuevos de olivo alrededor de tu mesa
hijos que se consagren a tu reino,
- siguiendo a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia.

Conserva el propósito de aquellas de tus hijas
que han consagrado a ti su virginidad,
- para que, en la integridad de su cuerpo y de su espíritu, 
  sigan al cordero donde quiera que vaya.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Da la paz a los difuntos
- y permítenos encontrarlos nuevamente un día en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios,
acudamos con confianza a nuestro Padre:
- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Al ofrecerte, Señor, nuestro sacrificio vespertino de alabanza,
te pedimos humildemente que, meditando día y noche en tu palabra,
consigamos un día la luz y el premio de la vida eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve: 
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves - de la Feria, Salterio II

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

“Él habita en nosotros como el alma en el cuerpo,
a condición de que seamos miembros sanos de él,
de que estemos muertos al pecado." 
(San Columbano)

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,

lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
En nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


     Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.


V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, 
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración
un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de estos Himnos, pueden usarse, sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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Himno: (opcional) Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
 Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Mi carne descansa serena.

Salmo 15: Cristo y sus Miembros Esperan la Resurrección. 
Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hech. 2, 24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
     yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
     Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.

Multiplican las estatuas de dioses extraños;
     no derramaré sus libaciones con mis manos,
     ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es mi heredad y mi copa;
     mi suerte está en tu mano:
     me ha tocado un lote hermoso,
     me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
     hasta de noche me instruye internamente.
     Tengo siempre presente al Señor,
     con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
     se gozan mis entrañas,
     y mi carne descansa serena.
     Porque no me entregarás a la muerte,
     ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
     me saciarás de gozo en tu presencia,
     de alegría perpetua a tu derecha.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Mi carne descansa serena.
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Lectura Breve:   1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz les consagre totalmente
y que todo su ser, alma y cuerpo,
sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con l.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, 
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                        (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo 
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda,
te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
Por Cristo nuestro Señor
. ¡Amén!
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     Bendición
V.  El Señor todopoderoso nos conceda
     una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos,

gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!

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7. "Ave Maria" by Melinda Kirigin-Voss  
Ave Maria, gratia plena
Maria, gratia plena
Maria, gratia plena
Ave, ave dominus
Dominus tecum

Benedicta tu in mulieribus
Et benedictus
Et benedictus fructus ventris
Ventris tui, Jesus
Ave Maria!
Ave Maria Mater Dei
Ora pro nobis peccatoribus
Ora, ora pro nobis
Ora ora pro nobis peccatoribus.
Nunc et in hora mortis
In hora mortis, nostrae
In hora mortis mortis nostrae
In hora mortis, nostrae
Ave Maria!
"Ave Maria" by Melinda Kirigin-Voss  - Title: Ave Maria; Artist: Melinda Kirigin-Voss;
Used with permission • Albums that contain this Hymn: Yesterday, Today, and Forever

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