domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Miercoles, Salterio III, TO




LAUDES - Oración de la mañana


"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad
semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios.
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. 
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. 
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Ant. ¡Adoremos a Dios, porque Él nos ha creado!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Adoremos a Dios, porque Él nos ha creado!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. ¡Adoremos a Dios, porque Él nos ha creado!

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor.
                              Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Adoremos a Dios, porque Él nos ha creado!
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Himnos
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. 
Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de éstos Himnos, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Detente, Aurora de este Nuevo Día.

¡Detente, aurora de este nuevo día,
     refleja en mis pupilas tu paisaje!
     Mensajera de amor, es tu equipaje
     la hermosura hecha luz y profecía.

¡Detente, aurora, dulce epifanía,
     rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
     Queme tu amor mi amor que va de viaje
     en lucha, y en trabajo y alegría.

Avanzamos, corremos fatigados,
     mañana tras mañana enfebrecidos
     por la carga de todos los pecados.

Arrópanos, Señor, con la esperanza;
     endereza, Señor, los pies perdidos,
     y recibe esta aurora de alabanza. ¡Amén!
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Himno: Cuando vuelto hacia ti de mi pecado.

Cuando vuelto hacia ti de mi pecado
      iba pensando en confesar sincero
     el dolor desgarrado y verdadero
     del delito de haberte abandonado;

cuando pobre me volví a ti humillado,
     me ofrecí como inmundo pordiosero;
     cuando, temiendo tu mirar severo,
     bajé los ojos, me sentí abrazado.

Sentí mis labios por tu amor sellados
     y ahogarse entre tus lágrimas divinas
     la triste confesión de mis pecados.

Se llenó el alma en luces matutinas,
     y, viendo ya mis males perdonados,
     quise para mi frente tus espinas. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas. 
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Salmo 85: Oración del Pobre ante las Dificultades.
Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1, 3. 4)

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
     que soy un pobre desamparado;
     protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
     salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
     que a ti te estoy llamando todo el día;
     alegra el alma de tu siervo,
     pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
     rico en misericordia con los que te invocan.
     Señor, escucha mi oración,
     atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas.
     No tienes igual entre los dioses, Señor,
     ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
     a postrarse en tu presencia, Señor;
     bendecirán tu nombre:
     «Grande eres tú, y haces maravillas;
     tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
     para que siga tu verdad;
     mantén mi corazón entero
     en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
     daré gloria a tu nombre por siempre,
     por tu grande piedad para conmigo,
     porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
     una banda de insolentes atenta contra mi vida,
     sin tenerte en cuenta a ti.

     Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
     lento a la cólera, rico en piedad y leal,
     mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava;
     dame una señal propicia,
     que la vean mis adversarios y se avergüencen,
     porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios de misericordia y bondad, cuando Cristo te llamó atormentado,
lo escuchaste y le diste la victoria sobre la muerte por su amor hacia ti.
Ya sabemos el cariño que nos tienes;
llénanos con un mayor amor por tu nombre
y te proclamaremos con más valentía ante los hombres
y felizmente los guiaremos para celebrar tu gloria.

Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
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Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.

Cantico - Is 33, 13-16: Dios Juzgará con Justicia
                           La promesa vale para ustedes y para sus hijos y para todos los que están lejos (Hch 2, 39)

Los lejanos, escuchen lo que he hecho;
     los cercanos, reconozcan mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
     y un temblor se apodera de los perversos:
     «¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
     quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

El que procede con justicia y habla con rectitud
     y rehúsa el lucro de la opresión;
     el que sacude la mano rechazando el soborno
     y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
     ése habitará en lo alto,
     tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
     con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.

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Ant 3.  Aclamen al Rey y Señor.

Salmo 97: El Señor, Juez Vencedor
                              Este salmo canta la primera venida del Señor y la conversión de las naciones. (San Atanasio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     porque ha hecho maravillas:
     su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
     revela a las naciones su justicia:
     se acordó de su misericordia y su fidelidad
     en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
     la victoria de nuestro Dios.
     Aclama al Señor, tierra entera;
     griten, vitoreen, toquen:

toquen la cítara para el Señor,
     suenen los instrumentos:
     con clarines y al son de trompetas
     aclamen al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
     la tierra y cuantos la habitan;
     aplaudan los ríos, aclamen los montes
     al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
     y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Jesús, has revelado tu justicia a todas las naciones.
Nos condenaron y Tú fuiste juzgado en nuestro lugar.
Envíanos tu poder salvador y cuando vengas en gloria,
trae tu misericordia a aquellos por quienes fuiste condenado.

Ant. Aclamen a Dios con gritos de júbilo.
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Lectura Breve: Job, 1, 21. 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él.
El Señor, me lo dio, el Señor me lo quitó,
Bendito sea el nombre del Señor.
Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
Su importancia, la Liturgia de las Horas les ha dejado un lugar privilegiado en Laudes, Vísperas y Completas.
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
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Preces
Invoquemos a Cristo,
que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:
R./ Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
- haz que sepamos agradecerte este magnífico don.

Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
- haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.

Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
- y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.

Que tus fieles, Señor,
cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de tu palabra,
- para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
- Padre nuestro...

Oración
Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría
y nos gobiernas con tu providencia,
infunde en nuestras almas la claridad de tu luz,
y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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De la Feria. Salterio III

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Es prueba de gran estimación
el que Dios haya dado al hombre
la imagen de su eternidad
y la semejanza de su propia vida."

(San Columbano)


Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana, fomentando su celebración pública o comunitaria, 
sobre todo entre aquellos que hacen vida común.

Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, a decir de San Basilio:
“En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada 
y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”. 
Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, 
también recordamos la redención, o como dice el salmo 140, 2: 
“el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”.

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, 
que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo), 
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de éstos Himnos, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Señor, tú eres mi paz y mi consuelo.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
     al acabar el día su jornada,
     y, libres ya mis manos del trabajo,
     a hacerte ofrenda del trabajo vengo.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
     cuando las luces de este día acaban,
     y, ante las sombras de la noche oscura,
     mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
     y aunque me abruma el peso del pecado,
     movido por tu amor y por tu gracia,
     mi salvación ponerla en ti yo quiero.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
     muy dentro de mi alma tu esperanza
     sostenga mi vivir de cada día,
     mi lucha por el bien que tanto espero.

Señor, tú eres mi paz y mi. consuelo;
     por el amor de tu Hijo, tan amado,
     por el Espíritu de ambos espirado,
     conduce nuestra senda hacia tu encuentro. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Salmo 125: Dios, Alegría y Esperanza Nuestra.
                                  Si son compañeros en el sufrir, también lo son en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
     nos parecía soñar:
     la boca se nos llenaba de risas,
     la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
     «El Señor ha estado grande con ellos.»
     El Señor ha estado grande con nosotros,
     y  estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
     como los torrentes del Negueb.
     Los que sembraban con lágrimas
     cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
     llevando la semilla;
     al volver, vuelven cantando,
     trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del Salmo
Señor, nos que has resucitado de la tierra; deja que las semillas de justicia,
que hemos sembrado en lágrimas, crezcan y aumenten a tus ojos.
Que podamos cosechar con alegría la cosecha que esperamos pacientemente.

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
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Ant 2. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126:  El Esfuerzo Humano Es Inútil sin Dios.
Ustedes son edificación de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
     en vano se cansan los albañiles;
     si el Señor no guarda la ciudad,
     en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madrugues,
     que veles hasta muy tarde,
     los que comen el pan de sus sudores:
     ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
     una recompensa es el fruto de las entrañas:
     son saetas en mano de un guerrero
     los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
     con ellas su aljaba:
     no quedará derrotado cuando litigue
     con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Oración del salmo
Tú ordenas que la semilla crezca, Señor Dios,
aunque el campesino no se dé cuenta.
Concede que quienes trabajan para ti
confíen no en su propio trabajo sino en tu ayuda.
Recordando que la tierra florece no con lágrimas humanas
sino con las de tu Hijo, que la Iglesia confíe solo en tus dones.

Ant. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
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Ant 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

Cántico - Col 1, 12-20: Himno a Cristo,
Primogénito de toda Creatura y Primer Resucitado de Entre los Muertos.
Ésta es la morada de Dios con los hombres. (Ap 21,3)

Damos gracias a Dios Padre,
     que nos ha hecho capaces de compartir
     la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
     y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
     por cuya sangre hemos recibido la redención,
     el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
     primogénito de toda creatura;
     pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
     celestes y terrestres, visibles e invisibles,
     Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
     todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
     Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
     Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
     y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
     Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
     haciendo la paz por la sangre de su cruz
     con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
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Lectura Breve   Ef. 3,20-21
A aquel que tiene sumo poder para hacer
muchísimo más de lo que pedimos o pensamos,
con la energía que obra en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús,
en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V. No arrebates mi alma con los pecadores.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor.
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham
     y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
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Preces o Intercesiones.
Invoquemos a Dios,
que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:
R./ Que tu pueblo, Señor, te alabe.

Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación; 
- haz que sepamos corresponder y así logremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
- y vivan unidos por la caridad.

Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo,
quiso trabajar con sus propias manos:
- acuérdate de los trabajadores que ganan el pan con el sudor de su rostro.

Acuérdate también de todos lo que viven entregados al servicio de los demás;
- que no se dejen vencer por el desaliento ante la incomprensión de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
- y líbralos del poder del Maligno.

Llenos de fe invoquemos juntos al Padre común,
repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:
- Padre nuestro...

Oración

Llegue a sus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia a fin de que,
conseguido el perdón de nuestros pecados,
con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio
y vivamos confiados en tu protección.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Miércoles de la Semana I
De la Feria. Salterio I


COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno



“Amando a Dios
es como renovamos en nosotros su imagen.
Y ama a Dios el que guarda sus mandamientos."
 (San Columbano)

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre 
-aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria, 
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo, ya sea
la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha 
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el “aleluya”  al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual. 
“El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo.

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 Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia
 “Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.

Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia. 
Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas. Además de himnos mostrados aquí,
pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:


Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


     Yo confieso ante Dios todopoderoso
     y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho
     de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:


Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:


Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Cristo, Señor de la noche.

Cristo, Señor de la noche,
     que disipas las tinieblas:
     mientras los cuerpos reposan,
     se tú nuestro centinela.

Después de tanta fatiga,
     después de tanta dureza,
     acógenos en tus brazos
     y danos noche serena.

Si nuestros ojos se duermen,
     que el alma esté siempre en vela;
     en paz cierra nuestros párpados
     para que cesen las penas.

Y que al despuntar el alba,
     otra vez con fuerzas nuevas,
     te demos gracias, oh Cristo,
     por la vida que comienza. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6 - Súplica Confiada y Acción de Gracias.  
Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu. (Lc 23, 46)

A ti, Señor, me acojo:
     no quede yo nunca defraudado;
     tú, que eres justo, ponme a salvo,
     inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
     sé la roca de mi refugio,
     un baluarte donde me salve,
     tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
     sácame de la red que me han tendido,
     porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
     tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
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Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129: Desde lo Hondo a ti Grito, Señor.
                                  Él salvara a su pueblo de los pecados. (Mt 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
     Señor, escucha mi voz;
     estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
     ¿quién podrá resistir?
     Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
     espera en su palabra;
     mi alma aguarda al Señor,
     más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
     como el centinela la aurora;
     porque del Señor viene la misericordia,
     la redención copiosa;
     y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

Ant 1. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
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Lectura Breve:   Ef 4, 26-27
 No lleguen a pecar; que la puesta del sol no les sorprenda en su enojo.
No dejen lugar al diablo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón:  Lc 2, 29-32. Cristo Luz de la naciones y Gloria de Israel. 
(Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera;
dígnate, pues,
aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
perseveremos constantes en tu servicio.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, 
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1. Dios te salve, Reina y Madre

Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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 2. Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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 3. Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
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4. Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5. Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa color rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
                                                                                 Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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