jueves, 30 de mayo de 2019

Tiempo Pascual – La Visitación, fiesta - Común de Santa María Virgen

LAUDES
Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso

de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.


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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no,    se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno: La Virgen santa, grávida del Verbo.

La Virgen santa, grávida del Verbo,
en alas del Espíritu camina;
la Madre que llevaba la Palabra,
de amor movida, sale de visita.

Y sienten las montañas silenciosas,
y el mundo entero en sus entrañas vivas,
que al paso de la Virgen ha llegado
el anunciado gozo del Mesías.

Alborozado Juan por su Señor,
en el seno, feliz se regocija,
y por nosotros rinde el homenaje
y al Hijo santo da la bienvenida.

Bendito en la morada sempiterna
aquel que tú llevaste, Peregrina,
aquel que, con el Padre y el Espíritu,
al bendecirte a ti nos bendecía. ¡Amén!
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O bien:

Himno: Y salta el pequeño Juan.

Y salta el pequeño Juan
en el seno de Isabel.
Duerme en el tuyo Jesús.
Todos se salvan por él.

Cuando el ángel se alejó,
María salió al camino.
Dios ya estaba entre los hombres.
¿Cómo tenerle escondido?

Ya la semilla de Dios
crecía en su blando seno.
Y un apóstol no es apóstol
si no es también mensajero.

Llevaba a Dios en su entraña
como una pre-eucaristía.
¡Ah, qué procesión del Corpus
la que se inició aquel día!

Y, al saludar a su prima,
Juan en el seno saltó.
Que Jesús tenía prisa
de empezar su salvación.

Desde entonces, quien te mira
siente el corazón saltar.
Sigues salvando, Señora,
a quien te logre encontrar. ¡Amén!
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O bien:

Himno: María subió a la montaña.

María subió a la montaña,
y en ella subió el Señor;
supo Isabel el misterio,
y Juan exultó a su voz.

El lucero aún no nacía
ni había aparecido el Sol;
no hablaba aún la Palabra
y el pregonero exultó.

Los vecinos, asombrados
y mudos de admiración,
vieron llegar por María
la Buena Nueva de Dios. Amén!
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SALMODIA

Ant 1. María se puso en camino
            y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá. ¡Aleluya!


Salmo 62, 2-9: El Alma Sedienta de Dios.
                            Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios,
por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con jubilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. María se puso en camino
            y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá. ¡Aleluya!
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Ant 2. En cuanto Isabel oyó el saludo de María,
            saltó la criatura en su vientre y se llenó Isabel del Espíritu Santo. ¡Aleluya!


Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor
                                                                    Alaben al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. En cuanto Isabel oyó el saludo de María,
            saltó la criatura en su vientre y se llenó Isabel del Espíritu Santo. ¡Aleluya!
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Ant 3. Dichosa tú, María, que has creído,
            porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. ¡Aleluya!


Salmo 149 – Alegría de los Santos.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
cántenle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dichosa tú, María, que has creído,
        porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Jl 2,27-3,1
Sabrán que yo estoy en medio de Israel, el Señor, su Dios, el Único,
y mi pueblo no será confundido jamás. Después de eso,
derramaré mi Espíritu sobre toda carne: profetizarán sus hijos e hijas.


Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones
la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo y unir nuestra oración personal
más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya, aleluya!
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya, aleluya!

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Cuando Isabel oyó el saludo de María, dijo a voz en grito:
        «¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» ¡Aleluya!


Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Cuando Isabel oyó el saludo de María, dijo a voz en grito:
        «¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» ¡Aleluya!

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Preces
Elevemos nuestras súplicas al Salvador,
que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
R./ Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,
- haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Concédenos, Señor, imitar a María, tu madre, que escogió la mejor parte,
- buscando el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Salvador del mundo, que, con la eficacia de tu redención,
preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
- líbranos a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María
tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
- haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir:
- Padre Nuestro…

Oración
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María,
cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel,
concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María,
cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  † 
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – 31 de Mayo
La Visitación de la Virgen María, fiesta - 
Común de Santa María Virgen.


 VÍSPERAS
Oración de la tarde
Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor. Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).

 Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo
al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Una mujer creyente de Israel.

Una mujer creyente de Israel
es para siempre madre de la vida;
bendita por su fe la nueva Eva,
morada santa donde Dios habita.

Lo mismo que Isabel, la santa Iglesia
hoy a su madre alaba y felicita:
«¡Bendita seas, Dios está contigo,
llena de gracia al par, Virgen María!

Y bendito en la morada sempiterna
aquel que tú llevaste, Peregrina,
aquel que, con el Padre y el Espíritu,
al bendecirte a ti nos bendecía.» ¡Amén!
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O bien:

Himno: Y salta el pequeño Juan.

Y salta el pequeño Juan
en el seno de Isabel.
Duerme en el tuyo Jesús.
Todos se salvan por él.

Cuando el ángel se alejó,
María salió al camino.
Dios ya estaba entre los hombres.
¿Cómo tenerle escondido?

Ya la semilla de Dios
crecía en su blando seno.
Y un apóstol no es apóstol
si no es también mensajero.

Llevaba a Dios en su entraña
como una pre-eucaristía.
¡Ah, qué procesión del Corpus
la que se inició aquel día!

Y, al saludar a su prima,
Juan en el seno saltó.
Que Jesús tenía prisa
de empezar su salvación.

Desde entonces, quien te mira
siente el corazón saltar.
Sigues salvando, Señora,
a quien te logre encontrar. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. ¡Aleluya!

Salmo 121: La ciudad santa de Jerusalén
Se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12,22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Deseen la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. ¡Aleluya!
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Ant 2. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
            la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Aleluya!

Salmo 126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
            la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Aleluya!
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Ant 3. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¡Aleluya!

Cántico - Efesios 1, 3-10: El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   1P 5,5b-7
Tengan sentimientos de humildad unos con otros,
porque Dios resiste a los soberbios, para dar su gracia a los humildes.
Inclínense, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, los ensalce.
Descarguen en él todo su agobio, que él se interesa por ustedes.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya, aleluya!
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya, aleluya!

V. Al ver al Señor.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Me felicitarán todas las generaciones,
        porque Dios ha mirado la humillación de su esclava. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Me felicitarán todas las generaciones,
        porque Dios ha mirado la humillación de su esclava. ¡Aleluya!
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Preces
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso,
que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo,
y supliquémosle, diciendo:
R./ Que la llena de gracia interceda por nosotros.

Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación,
salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
- y a todos abundancia de salud y de paz.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
- y que todos los fieles perseveren unánimes
  en la oración con María, la madre de Jesús.

Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
- haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que encomendaste a María
la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,
- haz que, por su intercesión,
  todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
- haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz, Señor, que los moribundos y los que ya han muerto,
- obtengan tu misericordia eterna, por medio de tu Hijo, de María y de san José.

Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir:
- Padre nuestro...

Oración
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María,
cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel,
concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María,
cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  † 
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual
Visitación de la Virgen María, fiesta - Común de Santa María Virgen.

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno
Sus textos aluden al sueño,
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que
efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas
o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

     Yo confieso ante Dios todopoderoso
     y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho
     de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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O bien:

Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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O bien:

Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: El corazón se dilata.

El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.

Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.

Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. ¡Amén!
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O bien:

Himno: Tú, a quien he buscado, Señor.

Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 30, 2-6: Súplica Confiada y Acción de Gracias.
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Gál 2, 16)

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 129, 2-6: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Gál 2, 16)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   Ef 4, 26-27
No lleguen a pecar; que la puesta del sol no los sorprenda en su enojo.
No dejen lugar al diablo.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones
la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo y unir nuestra oración personal
más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
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Oración Conclusiva
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera;
dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes
en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
 no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,

¡Oh Virgen gloriosa y bendita!

Antífona Final de la Santísima Virgen (2)

Dios te salve. Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!


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