miércoles, 22 de mayo de 2019

Tiempo Pascual - Miércoles, semana V. Propio del Tiempo, salterio I


LAUDES
Oración de la mañana
"Si el alma hace
buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.


Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.

NOTA: El Salmo-Oración está traducido y adaptado del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica. 
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno: Gloriosa aurora de este nuevo día.

Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.

Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.

Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.

Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.

Recibe, Padre santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. Amén.

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O Bien:

Himno: Estaba al alba María.

Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.

Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.

Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.

Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!

Estaba al alba María,
porque era la enamorada. ¡Amén!
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O Bien:

Himno: Dejado ya el descanso de la noche.

Dejado ya el descanso de la noche,
despierto en la alegría de tu amor,
concédeme tu luz que me ilumine
como ilumina el sol.

No sé lo que será del nuevo día
que entre luces y sombras viviré,
pero sé que, si tú vienes conmigo,
no fallará mi fe.

Tal vez me esperen horas de desierto
amargas y sedientas, mas yo sé
que, si vienes conmigo de camino,
jamás yo tendré sed.

Concédeme vivir esta jornada
en paz con mis hermanos y mi Dios,
al sentarnos los dos para la cena,
párteme el pan, Señor.

Recibe, Padre santo, nuestro ruego,
acoge por tu Hijo la oración
que fluye del Espíritu en el alma
que sabe de tu amor. ¡Amén!
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O Bien:

Himno: La bella flor que en el suelo.

La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

De tierra estuvo cubierta,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerta.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Toda es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
mas no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la Cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1.
En ti, Señor, está la fuente viva. ¡Aleluya!

Salmo 35: Depravación del Malvado y Bondad de Dios.
El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8,12)

El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;

se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo-Oración
Señor, tú eres la fuente de la luz inquebrantable.
Danos verdadero conocimiento de tu misericordia para que podamos renunciar
a nuestro orgullo y llenarnos de las riquezas de tu casa. ¡Amén!

Ant. En ti, Señor, está la fuente viva. ¡Aleluya!
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Ant 2. Envías tu Espíritu, Señor, y renuevas la faz de la tierra. ¡Aleluya!

Cantico - Judit 16, 2-3.15-19: Dios, creador del mundo y protector de su pueblo.
Entonaron un cántico nuevo (Ap 5,9)

El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;

se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Envías tu Espíritu, Señor, y renuevas la faz de la tierra. ¡Aleluya!
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Ant 3.
La tierra está llena de la bondad del Señor. ¡Aleluya!

Salmo 46 - El Señor es rey de todas las cosas.
Está sentado a la derecha del Padre, y su reino no tendrá fin.

Pueblos todos, batan palmas,
aclamen a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.

El nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
El nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
toquen para Dios, tocad,
toquen para nuestro Rey, toquen.

Porque Dios es el rey del mundo:
toquen con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo-Oración
Dios, Rey de todos los pueblos y de todas las edades, celebramos tu victoria
mientras cantamos con toda la habilidad que tenemos a tu disposición.
Ayúdanos a vencer siempre el mal con el bien,
para que podamos regocijarnos para siempre en tu triunfo..

Ant. La tierra está llena de la bondad del Señor. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Rm 6, 8-11
Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe
de que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere;
la muerte no tiene ya poder sobre él.
Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre,
mas su vida es un vivir para Dios. Así también, consideren ustedes que
están muertos al pecado, pero que viven para Dios en unión con Cristo Jesús.


Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant.
Yo soy la vid verdadera, aleluya, y ustedes son mis sarmientos. ¡Aleluya!

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor   

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Yo soy la vid verdadera, aleluya, y ustedes son mis sarmientos. ¡Aleluya!
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Preces
Oremos a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados
y resucitado para nuestra justificación, y aclamémoslo, diciendo:
R./ Por tu victoria, sálvanos, Señor.

Salvador nuestro, Señor Jesús, que con tu victoria sobre la muerte
nos has alegrado y con tu resurrección nos has exaltado y nos has enriquecido,
- ilumina hoy nuestras mentes y santifica nuestra jornada
  con la gracia de tu Espíritu Santo.

Tú que en el cielo eres glorificado por los ángeles
y en la tierra eres adorado por los hombres,
- recibe la adoración que en espíritu y verdad
  te tributamos en estas fiestas de tu resurrección.

Sálvanos, Señor Jesús,
muestra tu amor y tu misericordia al pueblo que confía en tu resurrección
- y, compadecido de nosotros, defiéndenos hoy de todo mal.

Rey de la gloria y vida nuestra, haz que, cuando te manifiestes al mundo,
- podamos aparecer también nosotros juntamente contigo en la gloria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración,
diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:
- Padre Nuestro…

Oración
Dios nuestro, que amas la inocencia y la restituyes a quien la ha perdido,
dirige hacia ti los corazones de tus hijos, para que vivan siempre
a la luz de la verdad los que han sido librados por ti de las tinieblas del error.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – Miércoles de la Semana V – Propio del Tiempo. Salterio I


VÍSPERAS
Oración de la tarde


Sus motivos aluden al fin del trabajo
y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad 
no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(
la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).

Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.


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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Hoy rompe la clausura.

Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.

Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.

Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. ¡Amén!
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O Bien:

Himno: Cantarán, llorarán razas y hombres

Cantarán, llorarán razas y hombres,
buscarán la esperanza en el dolor,
el secreto de vida es ya presente:
resucitó el Señor.

Dejarán de llorar los que lloraban,
brillará en su mirar la luz del sol,
ya la causa del hombre está ganada:
resucitó el Señor.

Volverán entre cánticos alegres
los que fueron llorando a su labor,
traerán en sus brazos la cosecha:
resucitó el Señor.

Cantarán a Dios Padre eternamente
la alabanza de gracias por su don,
en Jesús ha brillado su Amor santo:
resucitó el Señor. Amén.
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O Bien:
Himno: Porque anochece ya.

Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1.
La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo jefe y salvador. ¡Aleluya!

Salmo 26 - I:  Confianza Ante el Peligro.
Ésta es la morada de Dios con los hombres (Ap 21,3)

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo - Oración
Padre, tú proteges y fortaleces a los que esperan en ti;
tú escuchaste el clamor de tu Hijo
y lo mantuviste a salvo en tu tienda en el día del mal.
Haz que tus siervos que buscan tu rostro en tiempos de angustia
vean tu bondad en la tierra de los vivos.

Ant. La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo jefe y salvador. ¡Aleluya!
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Ant 2. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. ¡Aleluya!

Salmo 26 - II: Espera en el Señor, sé valiente.
Algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra Jesús (Mc 14,57)

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo - Oración
Padre, tú proteges y fortaleces a los que esperan en ti;
tú escuchaste el clamor de tu Hijo
y lo mantuviste a salvo en tu tienda en el día del mal.
Haz que tus siervos que buscan tu rostro en tiempos de angustia
vean tu bondad en la tierra de los vivos.

Ant. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. ¡Aleluya!
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Ant 3. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. ¡Aleluya!

Cántico - Col 1, 12-20: Himno a Cristo, Primogénito de Toda Creatura
                                              y Primer Resucitado de Entre los Muertos.
Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Hb 7, 24-27

Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno.
De aquí que tiene poder para llevar a la salvación definitiva
a cuantos por él se vayan acercando a Dios,
porque vive para siempre para interceder por ellos.
Y tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía:
santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores
y exaltado más alto que los cielos.
No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día,
primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo.
Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Al ver al Señor.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Si permanecen en mí y si mis palabras permanecen en ustedes,
        pidan todo lo que quieran, y se les dará. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Si permanecen en mí y si mis palabras permanecen en ustedes,
        pidan todo lo que quieran, y se les dará. ¡Aleluya!
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Preces

Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre, y digámosle:
R./ Cristo, que vives por siempre para interceder por los hombres,
       escucha nuestra oración.

Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado a tu servicio,
- que sean para tu pueblo ejemplo de santidad.

Concede, Señor, el espíritu de justicia a los que gobiernan las naciones
- y haz que trabajen en bien de la paz, para que todos podamos vivir según tu ley.

Concede la paz a nuestros días y multiplica los bienes de la tierra,
- para que los pobres puedan gozar de las riquezas de tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cristo salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero
y con tu resurrección has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad,
- concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
- Padre nuestro...

Oración
Dios nuestro, que amas la inocencia y la restituyes a quien la ha perdido,
dirige hacia ti los corazones de tus hijos, para que vivan siempre
a la luz de la verdad los que han sido librados por ti de las tinieblas del error.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – Miércoles de la Semana V – Propio del Tiempo. Salterio I

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

Sus textos aluden al sueño,
y a su equivalencia simbólica con la muerte.

El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas
para cada día de la semana, es costumbre
-aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas
de domingo, ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
 excepto el «aleluya» al final de las antífonas
e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad. 

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: En ti, Señor, reposan nuestras vidas.

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos
. ¡Amén!
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O Bien:

Himno: El corazón se dilata.

El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.

Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.

Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 30, 2-6: Súplica Confiada y Acción de Gracias.
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46)

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
_____________________________________________________________________________

Salmo 129: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   Ef 4, 26-27
No lleguen a pecar; que la puesta del sol no los sorprenda en su enojo.
No dejen lugar al diablo.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
¡Aleluya!

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
¡Aleluya!
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Oración

Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera;
dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes
en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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 Antífona Final de la Santísima Virgen (1)

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

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Antífona Final de la Santísima Virgen (2)

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,

¡Oh Virgen gloriosa y bendita!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)

Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (4)
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
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