martes, 14 de mayo de 2019

Tiempo Pascual, Martes IV - Fiesta de San Matías


14 de mayo - TIEMPO PASCUAL

MARTES DE LA SEMANA IV- Del Común de apóstoles.


SAN MATÍAS, apóstol. (FIESTA)
La tradición lo ubica como nacido en Belén.
Fue agregado al grupo de los Doce, en sustitución de Judas, para ser, con los demás apóstoles, testigo de la resurrección del Señor, como leemos en los Hechos de los apóstoles (1, 15-26).

Se le conocía por sus dones de gran orador, evangelizando Judea. 
San Matías fue apresado y en su juicio confesó a Jesucristo y usando la sagrada escritura demostró su divinidad Redentora de la humanidad.
Al no poder refutarlo con hechos, lo declaran enemigo de la ley, y sentenciado a ser apedreado.

En su lugar del suplicio, de rodillas, levantó los ojos y las manos al Cielo,
dio gracias al Señor por su martirio y oró por todos los presentes y por toda su nación,
mientras era cubierto de una lluvia de piedras.
Como no moría, los romanos contuvieron exaltados judíos
y hallando al Santo medio muerto, por despenarle, le cortaron la cabeza.
(Adaptado de: 
San Matías, Apóstol - P. Juan Croisset, S.J.
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LAUDES
Oración de la mañana

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.

En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, 

aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.

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 Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

Ant: Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. ¡Aleluya!
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Himno: Con el gozo pascual.

Con el gozo pascual,
el sol de nuevo brilla
cuando ven los apóstoles
que Jesús resucita.

En la carne de Cristo
ven claras las heridas
y paladinamente
que está vivo predican.

Cristo, rey clementísimo,
nuestras almas habita
para que te celebremos
por siempre en nuestra vida.

Sé, Jesús, de las almas
la pascual alegría,
que, en gracia renacidos,
tu triunfo nos anima.

A ti, Jesús, la gloria,
que, la muerte vencida,
abres por los apóstoles
nuevas sendas de vida.  ¡Amén!
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SALMODIA

Salmo 62, 2-9 - El Alma sedienta de Dios
                                 (Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas).

Ant 1. Éste es mi mandamiento,
            que se amen unos a otros como yo los he amado, ¡Aleluya! 

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Éste es mi mandamiento,
        que se amen unos a otros como yo los he amado, ¡Aleluya!
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Ant 2. Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. ¡Aleluya!

Cántico:      Toda la creación alabe al Señor Dn 3, 57-88. 56
                        (Alaben al Señor, sus siervos todos Ap. 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
- ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
- cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
- ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
- astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
- vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
- fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
- témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
- noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
- rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
- cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
- mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
- aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor, ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
- bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
- siervos del Señor, bendigan al Señor.
Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
- santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant.    Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. ¡Aleluya! 
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Ant 3. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando. ¡Aleluya!

Salmo 149 – Alegría de los Santos.
Los Hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
cántenle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Ef 2, 19-22
Ya no son extranjeros ni forasteros, sino que son ciudadanos del pueblo de Dios
y miembros de la familia de Dios. Están edificados sobre el cimiento
de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando
hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también ustedes
se van integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.

Responsorio Breve

V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. ¡Aleluya, aleluya!
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. ¡Aleluya, aleluya!

V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Hay aquí entre nosotros hombres que han andado en nuestra compañía
todo el tiempo del ministerio público de Jesús, el Señor;
es, pues, preciso que elijamos a uno de ellos para que, junto con nosotros,
dé testimonio de la verdad de la resurrección. ¡Aleluya!

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor     

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así, la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Hay aquí entre nosotros hombres que han andado en nuestra compañía
todo el tiempo del ministerio público de Jesús, el Señor;
es, pues, preciso que elijamos a uno de ellos para que, junto con nosotros,
dé testimonio de la verdad de la resurrección. ¡Aleluya!
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Preces

Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos,
porque por medio de los apóstoles
nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
R./ El coro de los apóstoles te alaba, Señor.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has dado la mesa de tu cuerpo y de tu sangre:
- en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has preparado la mesa de tu palabra:
- por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
- por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has dado el bautismo y la penitencia:
- por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
R: Padre nuestro...

Oración
Señor Dios, tú que, para completar el número de los doce apóstoles,
elegiste a san Matías, concédenos, por la intercesión de este apóstol,
a nosotros, que hemos recibido el don de tu amistad,
poder ser contados un día entre tus elegidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – Martes de la Semana IV.
Del Común de apóstoles.

El apóstol San Matías (1ra. C.) Siguió a Jesús durante todo su ministerio terrenal y fue uno de sus 72 discípulos. Matías fue elegido por los 11 apóstoles para reemplazar a Judas Iscariote después de su traición a Cristo y posterior suicidio. Después de la Ascensión de Cristo al cielo, San Matías predicó el cristianismo entre los paganos, algunos de ellos bárbaros y caníbales, en toda Judea, Capadocia y Etiopía durante más de 30 años. 
Se le atribuyen muchos milagros cuando los paganos intentaron matarlo: que no sufrió daños después de ser forzado a beber veneno, que una vez se escondió volviéndose invisible, y que la tierra se abrió y se tragó a sus atacantes. 

San Matías predicó la necesidad de la mortificación de la carne como ayuda para crecer en la santidad. A la hora señalada por Dios, fue martirizado por la causa de Cristo. Existen tradiciones confusas sobre dónde y cómo exactamente. San Matías es el santo patrón de los carpinteros, sastres y alcohólicos reformados. Su fiesta es el 14 de mayo.


VÍSPERAS
Oración de la tarde



Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad 
no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(
la tarde del domingo, sige el mismo caso).

 Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad
y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Aleluya!
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Himno: Tristes estaban los apóstoles.

Tristes estaban los apóstoles
tras sepultar a Cristo
que, a muerte despiadada,
lo sentenciaron los impíos.

Con dulces palabras, un ángel
a las mujeres dijo
que en Galilea el Señor
habría muy pronto de ser visto.

Mientras corrían presurosas
a hablar a los discípulos,
lo ven, besan sus pies,
pues se les aparece vivo.

Cuando lo saben los apóstoles
acuden velocísimos
a ver en Galilea
el rostro agradable de Cristo.

Sé, Jesús, de las almas júbilo
y pascual regocijo,
a sus triunfos asócianos,
que en la gracia hemos renacido.

Tribútese, oh Jesús, la gloria
a ti, que, ya vencido
el reino de la muerte,
nos abre lúcido el camino. ¡Amén!
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SALMODIA


Ant 1. Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas. ¡Aleluya!

Salmo 115: Acción de Gracias en el Templo.
                                 Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13,15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas. ¡Aleluya!
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Ant 2. Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. ¡Aleluya!

Salmo 125: Dios, Alegría y Esperanza nuestra.
Si son compañeros en el sufrir, también lo son en el buen ánimo. (2Co 1,7)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. ¡Aleluya!
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Ant 3. Si me aman, guardarán mis mandatos. ¡Aleluya!

Cántico - Ef 1, 3-10: El Plan Divino de Salvación.
Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos. (Sobre la Fe, San Columbano)

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Si me aman, guardarán mis mandatos. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles,
en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo;
hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios,
al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Responsorio Breve

V. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor. ¡Aleluya, aleluya!
R. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor. ¡Aleluya, aleluya!

V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido;
         y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido;
         y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure. ¡Aleluya!
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Preces
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles,
oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
R./ Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos
se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
- haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo,
tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
- haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
- haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo,
  recojamos sus frutos con alegría.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
- haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
- concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.

(Por la Evangelización) Para que, a través del compromiso de sus miembros,
- la Iglesia en África sea un fermento de unidad entre los pueblos,
  un signo de esperanza para este continente.

Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
- Padre nuestro...

Oración
Señor Dios, tú que, para completar el número de los doce apóstoles,
elegiste a san Matías, concédenos, por la intercesión de este apóstol,
a nosotros, que hemos recibido el don de tu amistad,
poder ser contados un día entre tus elegidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual
Martes de la Semana IV.
Del Común de apóstoles.

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno






Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio 
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: En ti, Señor, reposan nuestras vidas.

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 85: Oración de un Pobre ante las Dificultades.
                              Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1,3.4)

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo,
que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario,
y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy
crezca y germine para la cosecha de la vida eterna.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!

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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)

Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

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Antífona Final de la Santísima Virgen (2)

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,

¡Oh Virgen gloriosa y bendita!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)

Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (4)
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
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