miércoles, 15 de mayo de 2019

Tiempo Pascual, Miércoles, semana IV - Salterio IV


Tiempo Pascual, Miércoles de la cuarta semana – salterio IV - Del Propio.

LAUDES

Oración de la mañana
"Si el alma hace
buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos de todas las virtudes
que sembró
en nosotros al crearnos".

San Columbano.



Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.

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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno: Gloriosa aurora de este nuevo día.

Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.

Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.

Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.

Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.

Recibe, Padre santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. Elévate sobre el cielo, Dios mío. ¡Aleluya!

Salmo 107: Alabanza al Señor y Petición de Auxilio.
Porque Cristo se ha elevado sobre el cielo, su gloria se anuncia sobre toda la tierra (Arnobio)

Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»

Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Elévate sobre el cielo, Dios mío. ¡Aleluya!
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Ant 2. El Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. ¡Aleluya!

Cantico - Is 61, 10--62, 5: Alegría del Profeta ante la Nueva Jerusalén.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo (Ap 21,2)

Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén..

Ant. El Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. ¡Aleluya!
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Ant 3. El Señor reina eternamente. ¡Aleluya!

Salmo 145: Felicidad de los que Esperan en Dios.
Alabemos al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras (Arnobio)

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confíen en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor reina eternamente. ¡Aleluya!
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Lectura Breve: Rm 6, 8-11
Si verdaderamente hemos muerto con Cristo,
tenemos fe de que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere;
la muerte no tiene ya poder sobre él.
Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre,
mas su vida es un vivir para Dios. Así también, consideren ustedes
que están muertos al pecado, pero que viven para Dios en unión con Cristo Jesús.

Responsorio Breve

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. «Yo he venido al mundo como luz,
para que nadie que crea en mí quede en tinieblas», dice el Señor. ¡Aleluya!


Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. «Yo he venido al mundo como luz,
para que nadie que crea en mí quede en tinieblas», dice el Señor. ¡Aleluya!

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Preces
Dirijámonos a Dios, que quiso manifestar a Jesús resucitado a los apóstoles,
y digámosle suplicantes:
R./ Ilumínanos, Señor, con la claridad de tu Cristo.

Señor, fuente de toda luz, te aclamamos con acción de gracias en esta mañana,
porque nos has llamado a participar de tu luz admirable
- y nos has querido dar la salvación.

Haz, Señor, que la fuerza del Espíritu Santo nos purifique y nos fortalezca,
- para que con nuestro trabajo hagamos más humana la vida de los hombres.

Haz que nos entreguemos de tal modo al servicio de nuestros hermanos,
- que logremos hacer de la familia humana una ofrenda agradable a tus ojos.

Llénanos, desde el principio de este nuevo día, de tu misericordia,
- para que en toda nuestra jornada nos gocemos en tu alabanza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración,
diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:
Padre Nuestro…

Oración
Dios nuestro, vida de los creyentes, gloria de los humildes, felicidad de los justos,
atiende benignamente a nuestras súplicas y haz
que quienes deseamos ardientemente el cumplimiento de tus promesas
seamos siempre colmados por la abundancia de tus beneficios.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual, Miércoles de la cuarta semana – salterio IV - Del Propio.


VÍSPERAS
Oración de la tarde

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras»,
que son la tarde anterior (
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(
la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.


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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Hoy rompe la clausura.

Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.

Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.

Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. La noche será clara como el día. ¡Aleluya!

Salmo 138, 1-18. 23-24 - I: Todo Está Presente a los Ojos de Dios.
¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? (Rm 11,34)

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. La noche será clara como el día. ¡Aleluya!
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Ant 2. Yo conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí. ¡Aleluya!

Salmo 138 - II: Tú has creado mis entrañas.
El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia (San Columbano)

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Yo conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí. ¡Aleluya!
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Ant 3. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza ¡Aleluya!

Cántico - Cf. Col 1, 12-20:
Himno a Cristo, Primogénito de Toda Creatura y Primer Resucitado de Entre los Muertos.
¿Quién podrá gloriarse de conocer al Dios infinito que todo lo llena y todo lo rodea. (San Columbano)

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Hb 7, 24-27
Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno.
De aquí que tiene poder para llevar a la salvación definitiva
a cuantos por él se vayan acercando a Dios,
porque vive para siempre para interceder por ellos.
Y tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía:
santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores
y exaltado más alto que los cielos.
No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día,
primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo.
Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.
Responsorio Breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Al ver al Señor.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
         sino para salvarlo por medio de él. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
         sino para salvarlo por medio de él. ¡Aleluya!
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Preces
Imploremos a Dios Padre, que por la resurrección de su Hijo de entre los muertos
nos ha abierto el camino de la vida eterna, y digámosle:
R./ Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos.

Dios de nuestros padres, que has glorificado a tu Hijo Jesús,
resucitándolo de entre los muertos,
- convierte nuestros corazones, para que vivamos la nueva vida de tu Hijo resucitado.

Tú que nos has devuelto al Pastor y guardián de nuestras vidas,
cuando éramos ovejas descarriadas,
- consérvanos en fidelidad a tu Evangelio, bajo la guía de los obispos de tu Iglesia.

Tú que elegiste a los primeros discípulos de tu Hijo de entre el pueblo de Israel,
- revela a los hijos de este pueblo
   el cumplimiento de las promesas que hiciste a sus padres.

Acuérdate, Señor, de los huérfanos, de las viudas, de los esposos
que viven separados y de todos nuestros hermanos abandonados,
- y no permitas que vivan en la soledad
  los que fueron reconciliados por la muerte de tu Hijo.

(Por la Evangelización) Para que, a través del compromiso de sus miembros,
- la Iglesia en África sea un fermento de unidad entre los pueblos,
   un signo de esperanza para este continente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cristo salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero
y con tu resurrección has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad,
- concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor,
dirijamos al Padre nuestra oración:
Padre nuestro...

Oración
Dios nuestro, vida de los creyentes, gloria de los humildes, felicidad de los justos,
atiende benignamente a nuestras súplicas
y haz que quienes deseamos ardientemente el cumplimiento de tus promesas
seamos siempre colmados por la abundancia de tus beneficios.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual, Miércoles IV semana - Del Propio.

COMPLETAS
Oración
antes del descanso nocturno


Sus textos aluden al sueño,
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente
vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el «aleluya»
al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: El corazón se dilata.

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 30, 2-6: Súplica Confiada y Acción de Gracias.
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza,
que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)


A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Ant. 2: ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 129: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia (San Columbano)


Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   Ef 4, 26-27
No lleguen a pecar; que la puesta del sol no les sorprenda en su enojo.
No dejen lugar al diablo.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues,
aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes
en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros
tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (2)
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)
Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.
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