lunes, 20 de mayo de 2019

Tiempo Pascual, Domingo, semana V - salterio I


Tiempo Pascual - Domingo, semana V. Propio del Tiempo. Salterio I

LAUDES
Oración de la mañana
"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.



Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. En las comunidades religiosas,
el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar
al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.


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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno: Estaba al alba María.

Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.

Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.

Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.

Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!

Estaba al alba María,
porque era la enamorada. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. ¡Aleluya!

Salmo 62, 2-9: El Alma Sedienta de Dios
El alma sedienta de Dios Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas (Orígenes)

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
     mi alma está sedienta de ti;
     mi carne tiene ansia de ti,
     como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
     viendo tu fuerza y tu gloria!
     Tu gracia vale más que la vida,
     te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
      y alzaré las manos invocándote.
     Me saciaré de manjares exquisitos,
     y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
     y velando medito en ti,
     porque fuiste mi auxilio,
     y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
     mi alma está unida a ti,
     y tu diestra me sostiene

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. ¡Aleluya!
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Ant 2. Adoren al Señor que ha creado el cielo y la tierra,
           el mar y las fuentes del agua. ¡Aleluya!


Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor.
Alaben al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
     cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
     ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
     astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
     vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
     fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
     témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
     noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
     rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
     ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
     cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
     mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
     aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
     bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
     siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
     santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
     ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
     alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre!

Ant. Adoren al Señor que ha creado el cielo y la tierra,
           el mar y las fuentes del agua. ¡Aleluya!
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Ant 3. Los fieles festejan la gloria del Señor. ¡Aleluya!

Salmo 149: Alegría de los Santos.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
     que se alegre Israel por su Creador,
     los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
     cántenle con tambores y cítaras;
     porque el Señor ama a su pueblo
     y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
     y canten jubilosos en filas:
     con vítores a Dios en la boca
     y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
     y aplicar el castigo a las naciones,
     sujetando a los reyes con argollas,
     a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
     es un honor para todos sus fieles

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡ Los fieles festejan la gloria del Señor. ¡Aleluya!
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Lectura Breve: Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo,
sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios.
Nosotros hemos comido y bebido con él,
después que Dios lo resucitó de entre los muertos.
Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.


Responsorio Breve

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. En esto conocerán todos que son discípulos míos:
        en que tienen caridad unos con otros. ¡Aleluya!


Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. En esto conocerán todos que son discípulos míos:
        en que tienen caridad unos con otros. ¡Aleluya!
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Preces
Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos,
quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
R./ Cristo, vida nuestra, sálvanos.

Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas,
rey de la vida y salvador de los que han muerto,
- concédenos vivir hoy en tu alabanza.

Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
- concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.

Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
- enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.

Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
- para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijámonos ahora al Padre
con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca:
Padre Nuestro…

Oración
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva,
protege con bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos,
por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  †
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual - Domingo, semana V. Propio del Tiempo. Salterio I

II VÍSPERAS
Oración de la tarde
Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.

Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.

Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(
la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.


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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Al fin será la paz y la corona.

Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.

Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.

Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.

Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.

Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.

Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha del Padre. ¡Aleluya!

Salmo 109, 1-5. 7: El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha del Padre. ¡Aleluya!
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Ant 2. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas
            y nos ha trasladado al reino de su Hijo. ¡Aleluya!

Salmo 113-A: Israel Librado de Egipto; Las Maravillas del Éxodo.
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros;
colinas, que saltan como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas
         y nos ha trasladado al reino de su Hijo. ¡Aleluya!
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Ant 3. ¡Aleluya! Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y démosle gracias. ¡Aleluya!

Cántico - Ap 19,1-2, 5-7: El Mesías, Rey y Sacerdote.
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el
Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

V. ¡Aleluya!
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. ¡Aleluya!

V. ¡Aleluya!
Alaben al Señor sus siervos todos.
Los que le temen, pequeños y grandes.
R. ¡Aleluya!

V. ¡Aleluya!
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. ¡Aleluya!

V. ¡Aleluya!
Llegó la boda del cordero.
Su esposa se ha embellecido.
R. ¡Aleluya!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya! Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y démosle gracias. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados,
está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta
«hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies».
Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección
en la gloria a los que ha santificado.

Responsorio Breve

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Y se ha aparecido a Simón.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Les doy el mandato nuevo:
         que se amen mutuamente como yo los he amado. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Les doy el mandato nuevo:
         que se amen mutuamente como yo los he amado. ¡Aleluya!
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Preces
Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres,
y ahora intercede por nosotros, y digámosle:
R./ Cristo, rey victorioso, escucha nuestra oración.

Cristo, luz y salvación de todos los pueblos,
- derrama el fuego del Espíritu Santo
   sobre los que has querido fueran testigos de tu resurrección en el mundo.

Que el pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su esperanza
- y la tierra toda se llene del conocimiento de tu gloria.

Consérvanos, Señor, en la comunión de tu Iglesia
- y haz que con todos nuestros hermanos
  obtengamos el premio y el descanso de nuestros trabajos.

Tú que has vencido a la muerte, nuestro enemigo,
destruye en nosotros el poder del mal, tu enemigo,
- para que vivamos siempre para ti, vencedor inmortal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo
diste el cuerpo y la sangre de tu Hijo glorioso,
- concédeles la gloria de la resurrección en el último día.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...

Oración
Señor Dios, cuya misericordia es eterna, tú que reanimas la fe de tu pueblo
con la celebración anual de las fiestas pascuales,
aumenta en nosotros los dones de tu gracia,
para que comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado,
la grandeza del Espíritu que nos ha reengendrado
y el precio de la sangre que nos ha redimido.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  †
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual - Domingo, semana V. Propio del Tiempo.Salterio I

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno
 Sus textos aluden al sueño, 
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel
en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas
o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas
e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: En ti, Señor, reposan nuestras vidas.

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 90: A La Sombra del Omnipotente.
Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1, 3. 4)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche,
y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios
alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno,
descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (2)
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)
Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.
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