sábado, 25 de mayo de 2019

Tiempo Pascual - Sábado, semana V. Propio del Tiempo. Salterio I


LAUDES
Oración de la mañana
 
"Si el alma hace
buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno: Velaron las estrellas el sueño de su muerte

Velaron las estrellas el sueño de su muerte,
sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece,
es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.

Los pobres de sí mismos creyeron su palabra,
la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza,
más fuerte que la muerte fue su infinito amor.

De angustia estremecida lloró y gimió la tierra,
en lágrimas y sangre su humanidad vivió,
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza,
el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.

De gozo reverdecen los valles y praderas,
los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera
del día y la victoria en que el Señor actuó.

Recibe, Padre santo, los cánticos y amores
de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones,
los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. ¡Amén!
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O bien:

Himno: Cantemos al Señor con indecible gozo.

Cantemos al Señor con indecible gozo,
él guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos la inquietud posar entre sus manos,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Dichoso será aquel que siempre en él confía
en horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad en el Señor si andáis atribulados,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Los justos saben bien que Dios siempre nos ama,
en penas y alegrías su paz fue su bastión,
la fuerza del Señor fue gloria en sus batallas,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Envíanos, Señor, tu luz esplendorosa
si el alma se acongoja en noche y turbación,
qué luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Recibe, Padre santo, el ruego y la alabanza,
que a ti, por Jesucristo y por el Consolador,
dirige en comunión tu amada y santa Iglesia;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1. Por tu misericordia dame vida. ¡Aleluya!

Salmo 118, 145-152  - Te invoco de todo Corazón.
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza, que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)

Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo-Oración
Sálvanos por el poder de tu mano, Padre, porque nuestros enemigos
han ignorado tus palabras. Que el fuego de tu palabra consuma nuestros pecados
y su brillo ilumine nuestros corazones.

Ant. Por tu misericordia dame vida. ¡Aleluya!
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Ant 2. Los que habían vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés,
            el siervo de Dios, y el canto del Cordero. ¡Aleluya!


Cantico - Sb 9, 1-6. 9-11: Dame Señor, la Sabiduría.
Los que habían vencido a la fiera cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios (Ap 15,2-3)

Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.

Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.

Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Los que habían vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés,
            el siervo de Dios, y el canto del Cordero. ¡Aleluya!
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Ant 3. Su misericordia con nosotros dura por siempre. ¡Aleluya!

Salmo 116 - Invitación Universal a la Alabanza Divina.
Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15, 9)

Alaben al Señor, todas las naciones,
aclámenlo, todos los pueblos:

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Su misericordia con nosotros dura por siempre. ¡Aleluya!

Salmo-Oración
Dios, nuestro Padre, que todas las naciones y pueblos te alaben.
Que Jesús, quien es llamado fiel y verdadero y que vive contigo eternamente,
posea nuestros corazones para siempre.
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Lectura Breve   Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí.
Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos.
En fin, que tanto en vida como en muerte somos del Señor.
Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos.


Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos. ¡Aleluya!

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor   

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos. ¡Aleluya!
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Preces
Oremos a Cristo, pan de vida, que en el último día
resucitará a los que se alimentan con su palabra y con su cuerpo, y digámosle:
R./ Señor, danos paz y alegría.

Hijo de Dios, que resucitado de entre los muertos eres el Príncipe de la vida,
- bendice y santifica a tus fieles y a todos los hombres.

Tú que concedes paz y alegría a todos los que creen en ti,
- danos vivir como hijos de la luz y alegrarnos de tu victoria.

Aumenta la fe de tu Iglesia, peregrina en la tierra,
- para que dé al mundo testimonio de tu resurrección.

Tú que, habiendo padecido mucho, has entrado ya en la gloria del Padre,
- convierte en gozo la tristeza de los afligidos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración,
diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:
- Padre Nuestro…

Oración
Dios todopoderoso y eterno, que por el nuevo nacimiento del bautismo
has infundido en nosotros la vida eterna,
concédenos alcanzar la plenitud de la gloria a los que, por la justificación,
has hecho capaces de llegar a la inmortalidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  †
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual - Sábado, semana V. Propio del Tiempo. Salterio I

I VÍSPERAS
Oración de la tarde

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(
la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Revestidos de blancas vestiduras

Revestidos de blancas vestiduras,
vayamos al banquete del Cordero
y, terminado el cruce del mar Rojo
alcemos nuestro canto al rey eterno.

La caridad de Dios es quien nos brinda
y quien nos da a beber su sangre propia,
y el Amor sacerdote es quien se ofrece
y quien los miembros de su cuerpo inmola.

Las puertas salpicadas con tal sangre
hacen temblar al ángel vengativo,
y el mar deja pasar a los hebreos
y sumerge después a los egipcios.

Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua,
ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo y sincero
destinado a las almas sin mancilla.

Oh verdadera víctima del cielo,
que tiene a los infiernos sometidos,
ya rotas las cadenas de la muerte,
y el premio de la vida recibido.

Vencedor del averno subyugado,
el Redentor despliega sus trofeos
y, sujetando al rey de las tinieblas,
abre de par en par el alto cielo.

Para que seas, oh Jesús, la eterna
dicha pascual de nuestras almas limpias,
líbranos de la muerte del pecado
a los que renacimos a la vida.

Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo,
que de los muertos ha resucitado,
así como también al sacratísimo
Paracleto, por tiempo ilimitado. ¡Amén!
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O bien:

Himno: ¿Quién es éste que viene?

¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte
con su resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte
con su resurrección.

Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.

Este es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte
con su resurrección.

Anuncien a los pueblos
qué han visto y oído;
aclamen al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.

Este es Cristo, el Señor, que venció nuestra muerte
con su resurrección. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1. El que realiza la verdad se acerca a la luz. ¡Aleluya!

Salmo 118, 105-112: - Himno a la Ley Divina.
Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros (Jn 15,12)

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.

Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración para el Salmo
Deja que tu Palabra, Padre, sea una lámpara para nuestros pies
y una luz para nuestro camino, para que podamos entender lo que deseas
enseñarnos y seguir el camino que tu luz marca para nosotros.

Ant. El que realiza la verdad se acerca a la luz. ¡Aleluya!
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Ant 2. El Señor, libre de las ataduras de la muerte, ha resucitado. ¡Aleluya!

Salmo 15: Cristo y sus Miembros Esperan la Resurrección.
Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración para el Salmo
Dios, nuestro Padre, que todas las naciones y pueblos te alaben.
Que Jesús, quien es llamado fiel y verdadero y que vive contigo eternamente,
posea nuestros corazones para siempre.

Ant. El Señor, libre de las ataduras de la muerte, ha resucitado. ¡Aleluya!.
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Ant 3. Era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria. ¡Aleluya!

Cántico - Flp 2, 6-11: Cristo, Siervo de Dios, En su Misterio Pascual.
Busca, pues, el conocimiento supremo, no con disquisiciones verbales,
sino con la perfección de una buena conducta (San Columbano)

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   1Pe 2, 9-10
Ustedes son linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que los llamó a salir
de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Ustedes, que en otro tiempo
no eran pueblo, son ahora pueblo de Dios; ustedes, que estaban excluidos
de la misericordia, son ahora objeto de la misericordia de Dios.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Al ver al Señor.
R. ¡Aleluya. Aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre,
         les traerá a la memoria todo lo que os he hablado. ¡Aleluya!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre,
         les traerá a la memoria todo lo que os he hablado. ¡Aleluya!
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Preces
Oremos a Cristo, que resucitando de entre los muertos
destruyó la muerte y nos dio nueva vida, y digámosle:
R./ Tú que vives eternamente, escúchanos, Señor.

Tu que eres la piedra rechazada por los arquitectos,
pero convertida en piedra angular,
- conviértenos a nosotros en piedras vivas de tu Iglesia.

Tú que eres el testigo fiel y el primogénito de entre los muertos,
- haz que tu Iglesia sea también siempre testimonio ante el mundo.

Tú que eres el único esposo de la Iglesia, nacida de tu costado,
- haz que todos nosotros seamos signos de tus bodas con la Iglesia.

Tú que eres el primero y el último,
el que estabas muerto y ahora vives por los siglos de los siglos,
- concede a todos los bautizados perseverar fieles hasta la muerte,
a fin de recibir la corona de la victoria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tu que eres la lámpara que ilumina la ciudad santa de Dios,
- alumbra con tu claridad a nuestros hermanos difuntos.

Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
- Padre nuestro...

Oración
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con amor ferviente
estos días de alegría en honor de Cristo resucitado,
y que los misterios que estamos recordando
transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  †
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual - Sábado, semana V. Propio del Tiempo. Salterio I

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno
 Sus textos aluden al sueño, 
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel
en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas
o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: En ti, Señor, reposan nuestras vidas.

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
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O bien:

Himno: Al fin será la paz y la corona.
Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.

Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.

Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.

Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.

Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.

Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. ¡Amén!
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O bien:

Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 4 - Acción de Gracias.
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos (S. Agustín)

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y ustedes, ¿hasta cuándo ultrajarán mi honor,
amarán la falsedad y buscarán el engaño?
Sépanlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Tiemblen y no pequen, reflexionen
en el silencio de su lecho;
ofrezcan sacrificios legítimos
y confíen en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Ant 2. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!

Salmo 133 - Oración Vespertina en el Templo.
Alaben al Señor, sus siervos todos, los que le temen, pequeños y grandes (Ap 19,5)

Y ahora bendigan al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasan la noche
en la casa del Señor:

Levanten las manos hacia el santuario,
y bendigan al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
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Lectura Breve:   Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón,
con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria;
se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones
la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo y unir nuestra oración personal
más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. ¡Aleluya, aleluya!

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!

Cántico de Simeón:       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
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Oración
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día,
la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

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Antífona Final de la Santísima Virgen (2)

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,

¡Oh Virgen gloriosa y bendita!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)

Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (4)
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
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