LAUDES
Oración de la mañana
"Si el alma
hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces
será de verdad semejante a Dios.
Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".
hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces
será de verdad semejante a Dios.
Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.
Toda
su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la
resurrección. En las comunidades religiosas,
el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
NOTA: El Salmo-Oración está traducido y adaptado del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
NOTA: El Salmo-Oración está traducido y adaptado del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
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Invitatorio
Cuando
Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo
Invitatorio antes del himno.
Si no, † se hace la señal de la cruz mientras se dice:
Si no, † se hace la señal de la cruz mientras se dice:
V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará
tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el
66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Se añade el Salmo del
Invitatorio con su antífona:
Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día
tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el
24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los
redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Se recita la antífona que
corresponda y la asamblea la repite.
Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.
Se repite la antífona.
Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Se repite la antífona.
Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Se repite la antífona.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de
Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)
Ant. 1 Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se
abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)
Se recita la antífona que
corresponda y la asamblea la repite.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
Se repite la antífona.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
Se repite la antífona.
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Se repite la antífona.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. ¡Aleluya!
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Himno:
Gloriosa aurora de este nuevo día.
Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.
Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.
Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.
Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.
Recibe, Padre santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. Amén.
Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.
Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.
Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.
Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.
Recibe, Padre santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. Amén.
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O Bien:
Himno: Estaba al alba María.
Estaba al alba María,
llamándole con sus
lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer
día.
Envuelto en la blanca
túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que
aguarda.
Mueva el Espíritu al
aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la
Pascua
de la carne sin
mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
¡Amén!
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O Bien:
Himno:
Dejado ya el descanso de la noche.
Dejado ya el descanso de la noche,
despierto en la alegría de tu amor,
concédeme tu luz que me ilumine
como ilumina el sol.
No sé lo que será del nuevo día
Dejado ya el descanso de la noche,
despierto en la alegría de tu amor,
concédeme tu luz que me ilumine
como ilumina el sol.
No sé lo que será del nuevo día
que entre luces y sombras
viviré,
pero sé que, si tú vienes
conmigo,
no fallará mi fe.
Tal vez me esperen horas
de desierto
amargas y sedientas, mas
yo sé
que, si vienes conmigo de
camino,
jamás yo tendré sed.
Concédeme vivir esta
jornada
en paz con mis hermanos y
mi Dios,
al sentarnos los dos para
la cena,
párteme el pan, Señor.
Recibe, Padre santo,
nuestro ruego,
acoge por tu Hijo la
oración
que fluye del Espíritu en
el alma
que sabe de tu
amor. ¡Amén!
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O Bien:
Himno: La bella flor que en el suelo.
La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el
cielo.
De tierra estuvo
cubierta,
pero no fructificó
del todo, hasta que
quedó
en un árbol seco
injerta.
Y, aunque a los ojos del
suelo
se puso después
marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el
cielo.
Toda es de flores la
fiesta,
flores de finos olores,
mas no se irá todo en
flores,
porque flor de fruto es
ésta.
Y, mientras su Iglesia
grita
mendigando algún
consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el
cielo.
Que nadie se sienta
muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega
al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la Cristiandad se
quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el
cielo. ¡Amén!
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SALMODIA
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Ant 1. Elévate sobre el cielo, Dios mío. ¡Aleluya!
Salmo 56: Oración matutina de un afligido.
Este salmo canta la pasión del Señor (S. Agustín)
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en
ti;
me refugio a la sombra de
tus alas
mientras pasa la
calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por
mí:
desde el cielo me enviará
la salvación,
confundirá a los que
ansían matarme,
enviará su gracia y su
lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y
flechas,
su lengua es una espada
afilada.
Elévate sobre el cielo,
Dios mío,
y llene la tierra tu
gloria.
Han tendido una red a mis
pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una
fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme,
Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despierta, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los
pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las
naciones:
por tu bondad, que es más
grande que los cielos;
por tu fidelidad, que
alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo,
Dios mío,
y llene la tierra tu
gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo-Oración
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo-Oración
Señor, envía tu
misericordia y tu verdad para rescatarnos de las trampas del diablo,
y te alabaremos entre los pueblos y te proclamaremos a las naciones,
felices de ser conocidos como compañeros de tu Hijo. ¡Amén!
Ant. Elévate sobre el cielo, Dios mío. ¡Aleluya!
y te alabaremos entre los pueblos y te proclamaremos a las naciones,
felices de ser conocidos como compañeros de tu Hijo. ¡Amén!
Ant. Elévate sobre el cielo, Dios mío. ¡Aleluya!
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Ant 2. El Señor
redimió a su pueblo. ¡Aleluya!
Cantico - Jr 31, 10-14: Felicidad del Pueblo Redimido.
Jesús iba a morir... para reunir a los hijos de Dios dispersos (Jn 11,51.52)
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,
Cantico - Jr 31, 10-14: Felicidad del Pueblo Redimido.
Jesús iba a morir... para reunir a los hijos de Dios dispersos (Jn 11,51.52)
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,
anúncienla en las islas
remotas:
«El que dispersó a Israel
lo reunirá,
lo guardará como un pastor
a su rebaño;
porque el Señor redimió a
Jacob,
lo rescató de una mano más
fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a
la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes
del Señor:
hacia el trigo y el vino y
el aceite,
y los rebaños de ovejas y
de vacas;
su alma será como un
huerto regado,
y no volverán a
desfallecer.
Entonces se alegrará la
doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los
viejos;
convertiré su tristeza en
gozo,
los alegraré y aliviaré
sus penas;
alimentaré a los
sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de
mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. El Señor redimió a su pueblo. ¡Aleluya!
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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. El Señor redimió a su pueblo. ¡Aleluya!
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Ant 3. Éste es nuestro Dios por siempre jamás. ¡Aleluya!
Salmo 47 - Himno a la Gloria de Jerusalén.
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén (Ap 21,10)
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro
Dios,
su monte santo, altura
hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del
cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un
alcázar.
Miren: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron
aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del
desierto,
que destroza las naves de
Tarsis.
Lo que habíamos oído lo
hemos visto
en la ciudad del Señor de
los ejércitos,
en la ciudad de nuestro
Dios:
que Dios la ha fundado
para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu
misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh
Dios!, tu alabanza
llega al confín de la
tierra;
tu diestra está llena de
justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se
gozan
con tus sentencias.
Den la vuelta en torno a
Sión,
contando sus torreones;
fíjense en sus baluartes,
observen sus palacios,
para poder decirle a la
próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro
Dios.»
Él nos guiará por siempre
jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo-Oración
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo-Oración
Padre,
el cuerpo de tu Hijo resucitado es el templo no hecho por manos humanas
y el muro defensor de la nueva Jerusalén. Que esta ciudad santa,
construida con piedras vivas, brille con un resplandor espiritual
y sea testigo de su grandeza a la vista de todas las naciones.
Ant. Éste es nuestro Dios por siempre jamás. ¡Aleluya!
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y el muro defensor de la nueva Jerusalén. Que esta ciudad santa,
construida con piedras vivas, brille con un resplandor espiritual
y sea testigo de su grandeza a la vista de todas las naciones.
Ant. Éste es nuestro Dios por siempre jamás. ¡Aleluya!
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Lectura Breve Rm 8, 10-11
Si Cristo está en ustedes, aunque su cuerpo haya muerto por causa del pecado,
el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes,
el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también
sus cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en ustedes.
Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y
recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio
Breve
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. ¡Aleluya. Aleluya!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
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V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico
Evangélico
Ant. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor. ¡Aleluya!
Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor. ¡Aleluya!
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Ant. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor. ¡Aleluya!
Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor. ¡Aleluya!
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Preces
Glorifiquemos a Cristo resucitado
y siempre presente en su Iglesia, y supliquémosle, diciendo:
Glorifiquemos a Cristo resucitado
y siempre presente en su Iglesia, y supliquémosle, diciendo:
R./ Quédate con
nosotros, Señor.
Señor Jesús, vencedor del
pecado y de la muerte,
- permanece en
medio de nosotros, tú que vives por los siglos de los siglos.
Señor, ven a nosotros con
tu poder invencible
- y muéstranos la
bondad de Dios Padre.
Señor, ayuda al mundo
abrumado por las discordias,
- ya que tú solo
tienes el poder de salvar y reconciliar.
Confírmanos en la fe de la
victoria final
- y arraiga en
nosotros la esperanza de tu manifestación gloriosa.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su propia vida,
somos hijos de Dios, y por ello nos atrevemos a decir:
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su propia vida,
somos hijos de Dios, y por ello nos atrevemos a decir:
- Padre Nuestro…
Oración
Dios nuestro, cuya gracia nos transforma de culpables en justos,
de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia
y con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya
la justificación por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
Si se despide de la
comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
En el rezo individual o en
una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, †
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – Jueves, semana V - Propio del Tiempo. Salterio I
VÍSPERAS
Oración de la tarde
Sus motivos aluden al fin del trabajo
y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica
(la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Es la Pascua real, no ya la sombra
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. ¡Amén!
_____________________________________________________________________________
O Bien:
Himno: Hoy rompe la clausura.
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. ¡Amén!
_____________________________________________________________________________
O Bien:
Himno: Cantarán, llorarán razas y hombres
Cantarán, llorarán razas y hombres,
buscarán la esperanza en el dolor,
el secreto de vida es ya presente:
resucitó el Señor.
Dejarán de llorar los que lloraban,
brillará en su mirar la luz del sol,
ya la causa del hombre está ganada:
resucitó el Señor.
Volverán entre cánticos alegres
los que fueron llorando a su labor,
traerán en sus brazos la cosecha:
resucitó el Señor.
Cantarán a Dios Padre eternamente
la alabanza de gracias por su don,
en Jesús ha brillado su Amor santo:
resucitó el Señor. ¡Amén!
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O Bien:
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. ¡Amén!
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O Bien:
Himno: Hoy rompe la clausura.
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. ¡Amén!
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O Bien:
Himno: Cantarán, llorarán razas y hombres
Cantarán, llorarán razas y hombres,
buscarán la esperanza en el dolor,
el secreto de vida es ya presente:
resucitó el Señor.
Dejarán de llorar los que lloraban,
brillará en su mirar la luz del sol,
ya la causa del hombre está ganada:
resucitó el Señor.
Volverán entre cánticos alegres
los que fueron llorando a su labor,
traerán en sus brazos la cosecha:
resucitó el Señor.
Cantarán a Dios Padre eternamente
la alabanza de gracias por su don,
en Jesús ha brillado su Amor santo:
resucitó el Señor. ¡Amén!
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O Bien:
Himno: Porque
anochece ya.
Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.
Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.
Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! ¡Amén!
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SALMODIA
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Ant 1. Cambiaste mi luto en gozo. ¡Aleluya!
Salmo 29: Acción
de Gracias por la Curación de un Enfermo en Peligro de Muerte.
Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre (Casiano)
Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre (Casiano)
Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis
enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti
grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del
abismo,
me hiciste revivir cuando
bajaba a la fosa.
Tañan para el Señor,
fieles suyos,
den gracias a su nombre
santo;
su cólera dura un
instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el
llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me
aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé, supliqué
a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el
polvo,
o va a proclamar tu
lealtad?
Escucha, Señor, y ten
piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en
danzas,
me desataste el sayal y me
has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin
callarse.
Señor, Dios mío, te daré
gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo - Oración
Dios nuestro Padre,
glorioso al dar vida, y aún más glorioso al restaurarla,
cuando llegó su última noche en la tierra, tu Hijo derramó lágrimas de sangre,
pero el alba trajo una alegría incomparable.
No te apartes de nosotros, o volveremos a caer en el polvo,
más bien, convierte nuestro luto en gozo levantándonos con Cristo.
cuando llegó su última noche en la tierra, tu Hijo derramó lágrimas de sangre,
pero el alba trajo una alegría incomparable.
No te apartes de nosotros, o volveremos a caer en el polvo,
más bien, convierte nuestro luto en gozo levantándonos con Cristo.
Ant. Cambiaste mi luto en gozo. ¡Aleluya!
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Ant 2. Hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. ¡Aleluya!
Ant 2. Hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. ¡Aleluya!
Salmo 31: Acción
de Gracias de un Pecador Perdonado.
David llama
dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación prescindiendo de sus
obras (Rm 4,6)
Dichoso el que está
absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado
su pecado;
dichoso el hombre a quien
el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se
consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había
vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al
Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y
mi pecado.
Por eso, que todo fiel te
suplique
en el momento de la
desgracia:
la crecida de las aguas
caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me
libras del peligro,
me rodeas de cantos de
liberación.
Te instruiré y te enseñaré
el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No sean irracionales como
caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar
con freno y brida;
si no, no puedes
acercarte.
Los malvados sufren muchas
penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alégrense, justos, y gocen
con el Señor,
aclámenlo, los de corazón
sincero.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmo - Oración
Señor,
no quisiste ocultar tu indignación y no escatimaste darnos a Jesucristo,
que fue herido por nuestros pecados. Somos tus hijos pródigos,
pero al confesar nuestros pecados volvemos a ti.
Abrázanos para que podamos regocijarnos en tu misericordia
junto con Cristo, tu Hijo amado.
que fue herido por nuestros pecados. Somos tus hijos pródigos,
pero al confesar nuestros pecados volvemos a ti.
Abrázanos para que podamos regocijarnos en tu misericordia
junto con Cristo, tu Hijo amado.
Ant. Hemos sido
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. ¡Aleluya!
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Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos? ¡Aleluya!
Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos? ¡Aleluya!
Cántico - Ap 11,
17-18; 12, 10b-12a: El Juicio de Dios
Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)
Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)
Gracias te damos, Señor
Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran
poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las
naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean
juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus
siervos los profetas,
y a los santos y a los que
temen tu nombre,
y a los pequeños y a los
grandes,
y de arruinar a los que
arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la
salud y el poderío,
y el reinado de nuestro
Dios,
y la potestad de su
Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros
hermanos,
el que los acusaba ante
nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en
virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del
testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida
que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres,
cielos,
y los que moráis en sus
tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. ¿Quién como
tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los
santos? ¡Aleluya!
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Lectura Breve 1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por los
pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirlos a
Dios. Como era hombre, lo mataron;
pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente los salva
no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios
una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo,
se le sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente los salva
no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios
una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo,
se le sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Silencio Sagrado (indicado por una campana) Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
V. Al ver al Señor.
R. ¡Aleluya. Aleluya!
R. ¡Aleluya. Aleluya!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. ¡Aleluya. Aleluya!
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Cántico
Evangélico
Ant. Esto se lo he
dicho para que mi gozo esté en ustedes,
y su gozo quede colmado. ¡Aleluya!
y su gozo quede colmado. ¡Aleluya!
Cántico de María
- Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
Proclama mi alma la
grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador;
porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha
hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a
sus fieles
de generación en generación.
de generación en generación.
El hace proezas con su
brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los
poderosos
y enaltece a los humildes,
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los
colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo,
acordándose de su misericordia
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Esto se lo he
dicho para que mi gozo esté en ustedes,
y su gozo quede colmado. ¡Aleluya!
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Preces
Glorifiquemos a Cristo,
resucitado de entre los muertos
como primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo:
como primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo:
R./ Tú que has
resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.
Acuérdate, Señor, de tu
Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles
y extendida hasta los confines del mundo:
y extendida hasta los confines del mundo:
- que tus
bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.
Tú, Señor, que eres el
médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas,
- visítanos con
tu amor y sálvanos.
Tú que experimentaste los
dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria,
- levanta y
consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.
Tú que anunciaste la
resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo,
- libra a los
prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Tú, Señor, que en la cruz
destruiste nuestra muerte
y mereciste para todos el don de la inmortalidad,
- concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.
y mereciste para todos el don de la inmortalidad,
- concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.
Terminemos nuestra oración
con las palabras del Señor:
- Padre
nuestro...
Oración
Dios nuestro, cuya gracia
nos transforma de culpables en justos,
de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia
y con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya
la justificación por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia
y con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya
la justificación por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
Si se despide de la
comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
En el rezo individual o en
una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, †
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Pascual – Jueves de la Semana V – Propio del Tiempo.
Salterio I
COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno
Sus textos aluden al
sueño,
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.
Aunque hay una Completas
para cada día de la semana, es costumbre
-aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas
de domingo, ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas
e invocaciones en tiempo pascual.
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y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.
Aunque hay una Completas
para cada día de la semana, es costumbre
-aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas
de domingo, ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas
e invocaciones en tiempo pascual.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén.
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V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes,
hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro
Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
_____________________________________________________________________________
Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos:
Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten
piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten
piedad.
__________________________________________________________________________________________________________________________
Himno: En ti, Señor, reposan nuestras vidas.
En
ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. ¡Amén!
_____________________________________________________________________________
O Bien:
O Bien:
Himno: El corazón se dilata.
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. ¡Amén!
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SALMODIA
Ant 1. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Salmo 15: Cristo
y sus Miembros Esperan la Resurrección.
Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)
Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)
Protégeme, Dios mío, que
me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres
mi bien.»
Los dioses y señores de la
tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas de
dioses extraños;
no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis
labios.
El Señor es mi heredad y
mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote
hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me
aconseja,
hasta de noche me instruye
internamente.
Tengo siempre presente al
Señor,
con él a mi derecha no
vacilaré.
Por eso se me alegra el
corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa
serena.
Porque no me entregarás a
la muerte,
ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de
la vida,
me saciarás de gozo en tu
presencia,
de alegría perpetua a tu
derecha.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Aleluya,
aleluya, aleluya!
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Lectura
Breve: 1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la
paz los consagre totalmente y que todo su ser,
alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche
hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche
hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y
recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
Responsorio
Breve
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. ¡Aleluya, aleluya!
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. ¡Aleluya, aleluya!
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Cántico
Evangélico
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
Cántico de
Simeón Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu
promesa,
puedes dejar a tu siervo
irse en paz,
porque mis ojos han visto
a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo
Israel.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. ¡Aleluya!
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Oración
Señor, Dios nuestro,
concédenos un descanso tranquilo
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre
con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre
con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Dios te salve, Reina y
Madre de misericordia,
vida, dulzura y
esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos ,
gimiendo y llorando
en este valle de
lágrimas.
Ea, pues, Señora,
abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus
ojos misericordiosos,
y después de este
destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu
vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
_____________________________________________________________________________
Antífona Final de la Santísima Virgen (2)
Antífona Final de la Santísima Virgen (2)
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡Oh Virgen gloriosa y bendita!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (3)
Antífona Final de la Santísima Virgen (3)
Madre del
Redentor,
Virgen fecunda,
puerta del cielo
siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo
que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de
cielo y tierra,
engendraste a tu santo
Creador,
y permaneces siempre
virgen.
Recibe el saludo del
ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros,
pecadores.
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Antífona Final de la Santísima Virgen (4)
Antífona Final de la Santísima Virgen (4)
Salve, Reina de los
cielos
y Señora de los
ángeles;
salve raíz, salve
puerta,
que dio paso a nuestra
luz.
Alégrate, virgen
gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, agraciada
doncella,
ruega a Cristo por
nosotros.
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