domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Jueves, Salterio III, TO



Del Propio del Tiempo. Salterio III

LAUDES - Oración de la mañana

“El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,

ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia."
San Columbano


Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.

Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, 
El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios.
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. 
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. 
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Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios!

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor.
                              Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios!
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Himnos
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. 
Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de éstos Himnos, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Señor, cuando florece un nuevo día.

Señor, cuando florece un nuevo día
     en el jardín del tiempo,
     no dejes que la espina del pecado
     vierta en él su veneno.

El trabajo del hombre rompe el surco
     en el campo moreno;
     en frutos de bondad y de justicia
    convierte sus deseos.

Alivia sus dolores con la hartura
     de tu propio alimento;
     y que vuelvan al fuego de tu casa
     cansados y contentos. ¡Amén!
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Himno (Opcional): Comienzan los relojes.
Comienzan los relojes
     a maquinar sus prisas;
     y miramos el mundo.
     Comienza un nuevo día.

Comienzan las preguntas,
     la intensidad, la vida;
     se cruzan los horarios.
     Qué red, qué algarabía.

Mas tú, Señor, ahora eres calma infinita.
     Todo el tiempo está en ti
     como en una gavilla.

Rezamos, te alabamos,
     porque existes, avisas;
     porque anoche en el aire
     tus astros se movían.

Y ahora toda la luz se posó
     en nuestra orilla. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas. 
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Salmo 86: Himno A Jerusalén, Madre de Todos los Pueblos.
La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
     y el Señor prefiere las puertas de Sión
     a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
     «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
     filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
     todos han nacido en ella;
     el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
     «Éste ha nacido allí.»
     Y cantarán mientras danzan:
     «Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Dios, tu Hijo único lloró sobre la antigua Jerusalén,
sabía que pronto sería destruida por su falta de fe.
Él estableció la nueva Jerusalén firmemente sobre la roca
y la convirtió en la madre de los fieles. Haz que nos regocijemos en tu Iglesia
y que todas las personas puedan renacer en la libertad de tu Espíritu.

Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
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Ant 2. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.

Cantico - Is 40, 10-17: El Buen Pastor Es El Dios Altísimo y Sapientísimo
Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario. (Ap 22, 12)

Miren, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda.
     Miren, viene con él su salario
     y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,
     toma en brazos los corderos
     y hace recostar a las madres.

¿Quién ha medido a puñados el mar
     o mensurado a palmos el cielo,
     o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes
     y en la báscula las colinas?
     ¿Quién ha medido el aliento del Señor?
     ¿Quién le ha sugerido su proyecto?

¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
     para que le enseñara el camino exacto,
     para que le enseñara el saber
      y le sugiriese el método inteligente?

Miren, las naciones son gotas de un cubo
     y valen lo que el polvillo de balanza.
     Miren, las islas pesan lo que un grano,
     el Líbano no basta para leña,
     sus fieras no bastan para el holocausto.

En su presencia, las naciones todas,
     como si no existieran,
     son ante él como nada y vacío.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.
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Ant 3.  Ensalcen al Señor, Dios nuestro, póstrense ante el estrado de sus pies.

Salmo 98 – Santo es el Señor, nuestro Dios
Tú Señor, que estás sentado sobre querubines, restauraste el mundo caído, cuando te hiciste semejante a nosotros (S. Atanasio)

El Señor reina, tiemblen las naciones;
     sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
     encumbrado sobre todos los pueblos.
     Reconozcan tu nombre, grande y terrible: Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
     tú has establecido la rectitud;
     tú administras la justicia y el derecho, tú actúas en Jacob.

Ensalcen al Señor, Dios nuestro;
     póstrense ante el estrado de sus pies: Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
     Samuel con los que invocan su nombre,
     invocaban al Señor, y él respondía.
     Dios les hablaba desde la columna de nube;
     oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
     tú eras para ellos un Dios de perdón
     y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalcen al Señor, Dios nuestro;
     póstrense ante su monte santo:
     Santo es el Señor, nuestro Dios.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios, eres la fuente de toda santidad. Aunque nadie puede verte y vivir,
das vida con gran generosidad y, de una manera aún mayor, la restauras.
Santifica a tus sacerdotes a través de tu Palabra que da vida
y consagra a tu pueblo en su sangre hasta que nuestros ojos vean tu rostro.

Ant. Ensalcen al Señor, Dios nuestro, póstrense ante el estrado de sus pies.
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Lectura Breve: 1Pe 4, 10-11
Que cada uno, con el don que ha recibido,
se ponga al servicio de los demás,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

El que toma la palabra que hable palabra de Dios.

El que se dedica al servicio que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios.

Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, Señor nuestro,
cuya es la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. ¡Respóndeme, Señor!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
Su importancia, la Liturgia de las Horas les ha dejado un lugar privilegiado en Laudes, Vísperas y Completas.
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Demos gracias al Señor, que guía y alimenta con amor a su pueblo, y digámosle:
R./ Te glorificamos por siempre, Señor.

Señor, rey del universo, te alabamos por el amor que nos tienes,
- porque de manera admirable nos creaste y más admirablemente aún nos redimiste.

Al comenzar este nuevo día, pon en nuestros corazones el anhelo de servirte,
- para que te glorifiquemos en todos nuestros pensamientos y acciones.

Purifica nuestros corazones de todo mal deseo,
- y haz que estemos siempre atentos a tu voluntad.

Danos un corazón abierto a las necesidades de nuestros hermanos,
- para que a nadie falte la ayuda de nuestro amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva.
Dios todopoderoso y eterno:
a los pueblos que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
ilumínalos con tu luz,
ya que con ella nos ha visitado el sol que nace de lo alto,
Jesucristo, nuestro Señor.

Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves de la Semana III
De la Feria. Salterio III
VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
"

(San Columbano)

Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana, 
fomentando su celebración pública o comunitaria,
sobre todo entre aquellos que hacen vida común.
 Se celebran las vísperas por la tarde,
cuando atardece y el día va cayendo, a decir de San Basilio:
“En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada
y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”.

Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, también recordamos la redención,
o como dice el salmo 140, 2: “el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”.


Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. 
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V.  Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. 
Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de éstos Himnos, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Enfría, Señor, mi boca.

Enfría, Señor, mi boca; Señor, reduce mi brasa;
     dame, como te lo pido, concordia de cuerpo y alma.

Frente al perverso oleaje, ponme costado de gracia;
     dame, como te demando, concordia de cuerpo y alma.

Señor, mitiga mi angustia; remite, Señor, mi ansia;
     dame, como te la clamo, concordia de cuerpo y alma.

No dejes que los sentidos me rindan en la batalla;
     Señor, Señor, no me niegues concordia de cuerpo y alma. ¡Amén!
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Himno (opcional): Vengo, Señor, cansado.

Vengo, Señor, cansado;
¡cuánta fatiga van cargando mis hombros al fin del día!
Dame tu fuerza y una caricia tuya para mis penas.

Salí por la mañana entre los hombres,
¡y encontré tantos ricos que estaban pobres!
La tierra llora, porque sin ti la vida es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos, sin ilusiones!;
en ti buscan asilo sus manos torpes.
Tu amor amigo, todo tu santo fuego, para su frío.

Yo roturé la tierra y puse trigo;
tú diste el crecimiento para tus hijos.
Así, en la tarde, con el cansancio a cuestas, te alabo, Padre.

Quiero todos los días salir contigo,
y volver a la tarde siendo tu amigo.
Volver a casa y extenderte las manos,
dándote gracias. ¡Amén! 

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas. 
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.

Salmo 131 – I: Promesas a la Casa de David
El Señor Dios le dará el trono de David, su padre (Lc 1, 32)

Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes:
     cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
     no subiré al lecho de mi descanso,
     no daré sueño a mis ojos,
     ni reposo a mis párpados,
     hasta que encuentre un lugar para el Señor,
     una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
     la encontramos en el Soto de Jaar:
     entremos en su morada,
     postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
     ven con el arca de tu poder:
     que tus sacerdotes se vistan de gala,
     que tus fieles te aclamen.

Por amor a tu siervo David,
     no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.
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Ant 2. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

Salmo 131 - II:  El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará.
Son edificio de Dios (1Co 3, 9)

El Señor ha jurado a David
     una promesa que no retractará:
     «A uno de tu linaje
     pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
     y los mandatos que les enseño,
     también sus hijos, por siempre,
     se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
     ha deseado vivir en ella:
     «Ésta es mi mansión por siempre,
     aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
     a sus pobres los saciaré de pan;
     vestiré a sus sacerdotes de gala,
     y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
     enciendo una lámpara para mi Ungido.
     A sus enemigos los vestiré de ignominia,
     sobre él brillará mi diadema.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Jesucristo, elegiste sufrir y ser abrumado por la muerte
para abrir las puertas de la muerte en triunfo. Quédate con nosotros
para ayudarnos en nuestra peregrinación; libéranos de todo mal
por el poder de tu resurrección. En compañía de tus santos,
y recordando constantemente tu amor por nosotros,
podemos cantar tus maravillas en la casa de nuestro Padre.

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
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Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Cántico - Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a: El juicio de Dios

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
     el que eres y el que eras,
     porque has asumido el gran poder
     y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera,
     y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
     y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
     y a los santos y a los que temen tu nombre,
     y a los pequeños y a los grandes,
     y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
     y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo;
     porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,
     el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
     y por la palabra del testimonio que dieron,
     y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
     Por esto, estén alegres, cielos,
     y los que moran en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
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Lectura Breve:   1Pe 3, 8-9
Procuren todos tener un mismo pensar y un mismo sentir:
con afecto fraternal, con ternura, con humildad.
No devuelvan mal por mal o insulto por insulto;
al contrario, respondan con una bendición,
porque su vocación mira a esto: a heredar una bendición.

Silencio sagrado
(indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
      se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
      porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
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Preces o Intercesiones
Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo:
R./ Señor, refugio nuestro, escúchanos.

Bendito seas, Señor, que nos has llamado a tu santa Iglesia;
- haz que seamos fieles a esta dignación de tu amor.

Tú que has encomendado al Papa Francisco la preocupación por todas las Iglesias,
- concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.

Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
- y concede a todos la penitencia y la salvación.

Tú que quisiste habitar en un país extranjero,
- acuérdate de los que viven lejos de su familia y de su patria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A todos los difuntos que esperaron en ti,
- concédeles el descanso eterno.

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios,
oremos con plena confianza a Dios nuestro Padre:
Padre nuestro...

Oración Conclusiva:

Dios todopoderoso,
te damos gracias por el día que termina e imploramos tu clemencia
para que nos perdones benignamente todas las faltas que,
por la fragilidad de la condición humana, en él hayamos cometido.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves de la Semana III
De la Feria. Salterio III
COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno.
“Es prueba de gran estimación
el que Dios haya dado al hombre
la imagen de su eternidad
y la semejanza de su propia vida."

(San Columbano)
Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el
“aleluya” al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.“El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, inclusive.
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 Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, 
    ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  ¡Amén!
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Examen de Conciencia
 “Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.

Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia. 
Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas. Además de himnos mostrados aquí,
pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


     Yo confieso ante Dios todopoderoso
     y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho
     de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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Himno (opcional): Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Mi carne descansa serena.

Salmo 15: Cristo y sus Miembros Esperan la Resurrección.
                               Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
     yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
     Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.

Multiplican las estatuas de dioses extraños;
     no derramaré sus libaciones con mis manos,
     ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es mi heredad y mi copa;
     mi suerte está en tu mano:
     me ha tocado un lote hermoso,
     me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
     hasta de noche me instruye internamente.
     Tengo siempre presente al Señor,
     con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
     se gozan mis entrañas,
     y mi carne descansa serena.
     Porque no me entregarás a la muerte,
     ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
     me saciarás de gozo en tu presencia,
     de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Mi carne descansa serena.
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Lectura Breve:   1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz los consagre totalmente
y que todo su ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche
hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón:  Lc 2, 29-32. Cristo Luz de la naciones y Gloria de Israel. 
(Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva.
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre
con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V.
El Señor todopoderoso nos conceda
     una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!

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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, 
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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        1. Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, 
abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.
       ¡Oh clemente, oh piadosa,  oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar, ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos

en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora"  Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa color rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!

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