II Domingo del Tiempo Ordinario
Oficio de Lectura
Himno: Primicias son del sol de su
Palabra
Salmodia: Salmo 144-I
/ Salmo 144-II / Salmo 144-III
Primera Lectura: Job es Privado
de sus Bienes
Comienza el libro de Job 1, 1-22
Segunda Lectura: Un Hombre Simple y Honrado, Temeroso de Dios.
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el
libro de Job. (Libro 1, 2.
36: PL 75, 529-530. 543-544)
Laudes
Himno: Las sombras oscuras huyen.
Salmodia: Salmo 92 / Cantico:
Dn 3, 57-88. 56 / Salmo 148.
Lectura Breve: Ez 37, 12b-14
Vísperas
Himno: Santa unidad y Trinidad beata.
Salmodia: Salmo 109,
1-5.7 / Salmo 110 /Cántico, Cf. Ap 19,1-2, 5-7
Lectura Breve: 1Pe 1, 3-5
Completas
Himno: Cuando la luz del sol es ya
poniente.
Salmodia: Salmo 90
Lectura Breve: Ap 22, 4-5
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Tercia
Himno: Ven, Espíritu Santo, luz y
gozo
Salmodia: Salmo 119 /
Salmo 120 / Salmo 121
Lectura Breve: 8, 15-16
Sexta
Himno: Cuando la luz del día está en
su cumbre.
Salmodia: Salmo 122 /
Salmo 123 / Salmo 124
Lectura Breve: Rm 8, 22-23
Nona
Himno: Fundamento de todo lo que
existe.
Salmodia: Salmo 117-I
/ Salmo 117-II / Salmo 117-III
Lectura Breve: 2Tm 1, 9
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Oficio de Lectura: Oración Primera
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Invitatorio
El Invitatorio se dice
como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se
antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes,
según se comience el
día por una u otra acción litúrgica. Si el
Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como
se indica al comienzo.
Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio,
se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
Cuando el Oficio de
lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada
(Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73),
antes
del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el
evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en
Vigilias.
Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora
del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura el
himno propio de esa otra Hora;
luego, al final del Oficio de lectura, se omite
la oración y la conclusión y se
pasa directamente a la salmodia de la otra Hora,
omitiendo su versículo
introductorio y el Gloria al Padre, etc. Cada día
hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de
escritores eclesiásticos.
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V. † Señor,
abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente
oración:
V. † Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos
vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento
y enciende mi sentimiento para que,
digna, atenta y devotamente
pueda
recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Salmo del
Invitatorio
Luego puede decirse el
salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se
prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(Cuando se aplica
la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada
estrofa) Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en
las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido forma parte
de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una
sola vez al inicio del salmo, no es necesario repetirla al final de cada
estrofa.
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Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, ¡Aleluya!
Salmo 94 - Invitación a la Alabanza
Divina
Anímense unos a otro, día tras
día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la
tierra firme que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros
su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto
mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca
que nos salva, ¡Aleluya!
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Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico. Además de estos Himnos, pueden usarse, sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Primicias son del sol de su Palabra
Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios
quien llama,
y su presencia es la que ilumina.
Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los
hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.
Abran el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
vengan: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.
El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.
Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella.
¡Amén!
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Es un conjunto de dos salmos y un cántico bíblico del Antiguo o del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa. Al inicio, cada Salmo tiene un enunciado y una breve cita bíblica o cita de algún Padre de la Iglesia. A los Salmos se les conoce en hebreo como “Tehillim” que significa “cántico de Alabanza”, en griego es “Psalmoi”, que significa “cántico que ha de ser entonado al son del salterio” El versículo Gloria al Padre se dice al final de todos los salmos y cánticos del Oficio de lectura.
Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor. ¡Aleluya!
Salmo 144 – I - 1-13a: Himno a la grandeza de Dios.
Tú, Señor, el que eras y eres, el Santo,
eres justo. (Ap 16,5)
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre
jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a
la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa
bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant . Día
tras día te bendeciré, Señor. ¡Aleluya!
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Ant 2. Tu
reinado, Señor, es un reinado perpetuo. ¡Aleluya!
Salmo 144 - II - 1-13a: Himno a la grandeza de Dios.
Tú, Señor, el que eras y eres, el Santo,
eres justo. (Ap 16,5)
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu
reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Tu reinado, Señor, es
un reinado perpetuo. ¡Aleluya!
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Ant 3. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones. ¡Aleluya!
Salmo 144,13b-21: Himno de Acción de Gracias.
Los
reyes de la tierra llevarán a la ciudad santa su esplendor (cf. Ap 21, 24)
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a
caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano, y sacias de favores a todo
viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo
invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Oración del salmo
Señor, acércate a todos los que te
invocan de verdad
y aumenta la dedicación de aquellos que te veneran.
Escucha sus oraciones y sálvalas para que siempre te amen
y alaben tu santo nombre.
Ant. El Señor es fiel a sus
palabras, bondadoso en todas sus acciones. ¡Aleluya!
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Silencio sagrado (indicado
por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones
la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. Hijo mío, haz caso a mis palabras.
R. presta oído a mis consejos.
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Lectura Bíblica:
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Primera
Lectura: Comienza el
libro de Job 1, 1-22
Job es Privado de sus
Bienes.
Había una vez en tierra de Hus un hombre que se
llamaba Job.
Era un hombre justo y honrado, temeroso de Dios y apartado del mal.
Tenía siete hijos y tres hijas. Tenía siete mil ovejas, tres mil camellos,
quinientas yuntas de bueyes, quinientas burras y una servidumbre numerosa.
Era el más rico entre los hombres de Oriente.
Sus hijos solían celebrar banquetes, un día en casa de cada uno,
e invitaban a sus tres hermanas a comer con ellos.
Terminados esos días de fiesta, Job los hacía venir para purificarlos:
madrugaba y ofrecía un holocausto por cada uno, por si habían pecado
y maldecido a Dios en su interior. Esto lo solía hacer Job cada vez.
Un día fueron los ángeles y se presentaron al Señor;
entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: «¿De dónde vienes?»
Él respondió:
«De dar vueltas por la tierra.»
El Señor le dijo:
«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él:
es un hombre justo y honrado que teme a Dios y se aparta del mal.»
Satanás le respondió:
«¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido,
a él, a su hogar y a todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos,
y sus rebaños se ensanchan por el país; pero extiende la mano, daña sus
posesiones,
y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.»
El Señor dijo:
«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.»
Y Satanás se marchó.
Un día que los hijos e hijas de Job comían y bebían en casa del
hermano mayor,
llegó un mensajero a casa de Job y le dijo: «Estaban los
bueyes arando
y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos,
apuñalearon
a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y
pastores.
Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
«Una
banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se
los llevó,
y apuñaleó a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
«Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano
mayor,
cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados
la casa,
que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se
echó por tierra
y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él.
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.»
En todo esto no pecó Job, ni dijo nada insensato contra Dios.
Responsorio: Jb 2,
10; 1, 21
R. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los
males?
* El Señor me
lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.
V. Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a
él.
R. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el
nombre del Señor.
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Lectura Patrística – Un Hombre Simple y Honrado, Temeroso de Dios.
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno,
papa, sobre el libro de Job.. (Libro 1, 2. 36: PL 75,
529-530. 543-544)
Hay algunos cuya simplicidad llega hasta ignorar lo
que es honrado.
Esta simplicidad no es la simplicidad de la inocencia,
ya que no los conduce a la virtud de la honradez;
pues, en la medida en que no saben ser cautos por su honradez,
su simplicidad deja de ser verdadera inocencia.
De ahí que Pablo amonesta a los discípulos con estas palabras:
Quiero que sean sabios para el bien y simples para todo mal.
Y dice también: Sean niños sólo en malicia; sean adultos en juicio.
De ahí que la misma Verdad en persona manda a sus discípulos:
Sean prudentes como serpientes y simples como palomas.
Nos manda las dos cosas de manera inseparable,
para que así la astucia de la serpiente complemente la simplicidad de la paloma
y, a la inversa, la simplicidad de la paloma modere la astucia de la serpiente.
Por esto el Espíritu Santo hizo visible a los hombres su presencia,
no sólo con figura de paloma, sino también de fuego.
La paloma, en efecto, representa la simplicidad, y el fuego representa el celo.
Y así se mostró bajo esta doble figura, para que todos los que están llenos de
él
practiquen la simplicidad de la mansedumbre, sin por eso dejar de inflamarse
en el celo de la honradez contra las culpas de los que delinquen.
Simple y honrado, temeroso de Dios y apartado del mal.
Todo el que anhela la patria eterna vive con simplicidad y honradez:
con simplicidad en sus obras, con honradez en su fe;
con simplicidad en las buenas obras que realiza aquí abajo,
con honradez por su intención que tiende a las cosas de arriba.
Hay algunos, en efecto, a quienes les falta simplicidad
en las buenas obras que realizan, porque buscan no la retribución espiritual,
sino el aplauso de los hombres.
Por esto dice con razón uno de los libros sapienciales:
¡Ay del hombre que va por dos caminos!
Va por dos caminos el hombre pecador que, por una parte,
realiza lo que es conforme a Dios,
pero, por otra, busca con su intención un provecho mundano.
Bien dice el libro de Job: Temeroso de Dios y apartado del mal;
porque la santa Iglesia de los elegidos inicia su camino
de simplicidad y honradez por el temor, pero lo lleva a la perfección por el
amor.
Ella, en efecto, se aparta radicalmente del mal, cuando, por amor a Dios,
empieza a detestar el pecado. Cuando practica el bien movida sólo por el temor,
todavía no se ha apartado totalmente del mal, ya que continúa pecando
por el hecho de que querría pecar si pudiera hacerlo impunemente.
Acertadamente, pues, se afirma de Job que era temeroso de Dios
y, al mismo tiempo, apartado del mal; porque, cuando el amor sigue al temor,
queda eliminada incluso aquella parte de culpa que subsistía en nuestro
interior, por nuestro mal deseo.
Responsorio: Hb 13,21; 2M 1, 4
R/. Que Dios los haga perfectos en todo bien, para hacer
su voluntad,
* cumpliendo
en ustedes lo que es grato en su presencia por Jesucristo.
V/. Que abra Dios su corazón a su ley y a sus preceptos.
R/. Cumpliendo en ustedes lo que es grato en su presencia
por Jesucristo.
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HIMNO FINAL - Te Deum (Versión Vaticana https://www.vaticannews.va/es/oraciones/te-deum.html)
En los domingos, en las solemnidades y en las fiestas después del segundo responsorio, se dice el siguiente himno:
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a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos
de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
la multitud admirable de los Profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero,
digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
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Oración Conclusiva
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan
extraviados,
para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos
que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan,
y que cumplan lo que ese nombre significa.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo
en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. † Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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Invitatorio
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.
En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa) Además de los himnos que aparecen aquí,
pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb. 3, 13
Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya! †
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si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico. Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Himno: Las sombras oscuras huyen.
Las sombras oscuras huyen,
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
Salmo 92: Gloria al Dios Creador.
Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias (Apoc. 19, 6. 7)
El Señor reina vestido de majestad,
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Tú gobiernas con decretos que son firmes y confiables.
Quédate siempre con nosotros para que podamos ser discípulos
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Cantico: Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor
Alaben al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5)
Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
No se dice Gloria al Padre.
Ant 3. Alaben al Señor en el cielo. ¡Aleluya!
Salmo 148 - Alabanza del Dios Creador
Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Ap 5, 13)
Alaben al Señor en el cielo,
reptiles y pájaros que vuelan.
príncipes y jefes del mundo.
el único nombre sublime.
de Israel, su pueblo escogido.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
y también eres alabado por toda criatura de la tierra, cada una a su manera.
te deleitas más en las muestras de amor que la tierra puede ofrecer.
Que juntos, el cielo y la tierra te aclamen como Rey.
Que la alabanza que se canta en el cielo
resuene en el corazón de cada criatura en la tierra.
Ant. Alaben al Señor en el cielo. ¡Aleluya!
Así dice el Señor. «Yo mismo abriré sus sepulcros,
y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío,
y los traeré a la tierra de Israel.
sabrán que yo soy el Señor: les infundiré mi espíritu y vivirán,
los colocaré en su tierra y sabrán que yo el Señor lo digo y lo hago.»
Oráculo del Señor.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
háganlo igualmente con ellos”, dice el Señor.
Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. “Como quieren que los demás hagan con ustedes,
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Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu Santo,
para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y digámosle:
acuérdate de los que viven aún en las tinieblas
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Oración Conclusiva
Concédenos, Dios todopoderoso,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
custodie sus corazones y sus pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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de los romanos y los griegos, el día y la noche, fueron divididos
Invocación Inicial
V. † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las
celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Ven Espíritu Santo, Luz y Gozo
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos
abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias, sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema
zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de
esperanza. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como
del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio
y también su parte más extensa.
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Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 (120): Deseo de la paz.
Estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la
oración (Rm 12,12)
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios
mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Llamé, y él me respondió.
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Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 (121): El guardián del pueblo.
Ya no pasarán hambre ni
sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7,16)
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de
Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y
salidas,
ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
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Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121 (122): La ciudad santa de Jerusalén.
Se han acercado al monte
Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12,22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Deseen la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
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Lectura Breve Rm 8, 15-16
No han recibido espíritu de esclavitud, para
recaer otra vez en el temor,
sino que han recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!».
Este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para
reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu
Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. En ti, Señor, está la fuente viva.
R. Y tu luz nos hace ver la luz.
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Oración Final
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los
que andan extraviados,
para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos
que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan,
y que cumplan lo que ese nombre significa.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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HORA SEXTA - Oración del Mediodía
A pesar de su antigüedad la hora sexta
nunca tuvo la importancia de las vigilias, maitines y vísperas.
Los más antiguos testimonios parecen referirse
a una breve oración de naturaleza privada.
Casiano nos dice que en Palestina se recitaban tres Salmos en sexta,
como también en las horas tercia y nona.
Este número fue adoptado por las Reglas de San Columbano,
San Benito, San Isidoro y San Fructuoso, y en cierta medida por la Iglesia Romana.
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Invocación Inicial
V. † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y
debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del día está en su cumbre.
Cuando la luz del día
está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la
esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras
vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano
nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. ¡Amén!
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Himno (opcional): Alfarero del hombre, mano trabajadora.
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera
aurora,
al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor,
Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a
mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas
fuerte.
Todo es presencia y gracia. Vivir es
este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la
muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor,
a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio
y también su parte más extensa.
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Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten
misericordia de nosotros.
Salmo 122: El Señor, esperanza del pueblo.
Dos ciegos… se
pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!». (Mt
20,30)
A ti
levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los
esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!
Oración del salmo
Padre celestial, levantamos nuestros ojos hacia ti y rezamos:
confunde el desprecio de los orgullosos y muéstranos tu misericordia.
Ant. Tú que habitas en el cielo, ten
misericordia de nosotros.
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Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Salmo 123: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Dijo el Señor a Pablo: «No temas…,
que yo estoy contigo». (Hch 18,9.10)
Si el
Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos
el torrente hasta el cuello;
nos
habrían llegado hasta el cuello
las
aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa a sus dientes;
hemos salvado
la vida, como un pájaro
de la
trampa del cazador:
la
trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. ¡Amén!
Oración del salmo
Señor Jesús, predijiste que tus discípulos serían
despreciados por tu nombre,
pero que nunca se dañaría un pelo de sus cabezas.
En tiempos de persecución,
defiéndenos y reavívanos con el poder y el consuelo del Espíritu Santo,
para que podamos ser librados de nuestros enemigos
y alabemos tu auxilio salvador.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor.
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Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
Salmo 124 (25): El Señor Vela por su
Pueblo.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión:
no tiembla,
está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos
extiendan su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas
tortuosas,
que los rechace el Señor con los
malhechores.
¡Paz a Israel!
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio,
ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. ¡Amén!
Ant. El Señor
rodea a su pueblo ahora y por siempre.
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Lectura Breve: Rm 8, 22-23
La creación entera, como bien lo sabemos, va suspirando y gimiendo
toda ella,
hasta el momento presente, como con dolores de parto.
Y no es ella sola, también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu,
suspiramos en nuestro interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir
en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. Bendice, alma mía, al Señor.
R. El rescata tu vida de la fosa.
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Oración Conclusiva
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan
extraviados,
para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos
que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan,
y que cumplan lo que ese nombre significa.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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que vienen después de un lapso de tres horas, una alusión a la Trinidad.
Invocación Inicial
V. † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y
debidamente aprobados.
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Himno: Fundamento de todo lo que existe.
Fundamento de todo lo
que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. ¡Amén!
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Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
Ant 1. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya!
Salmo 117 - I (118): Himno de Acción de Gracias Después de
la Victoria.
Jesús
es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en
piedra angular (Hch 4,11)
Den gracias al Señor
porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio,
ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. ¡Amén!
Ant. Es bueno refugiarse en el Señor, porque es eterna su misericordia.
¡Aleluya!
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Ant 2. El Señor es mi fuerza y mi energía. ¡Aleluya!
Salmo 117 – II (118): Himno de Acción de Gracias Después de
la Victoria.
Amando a Dios es como
renovamos en nosotros su imagen. Y ama a Dios el que guarda sus mandamientos.
(San Columbano)
Todos los pueblos me
rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las
zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchen: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio,
ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. ¡Amén!
Ant. El Señor es mi fuerza y mi energía. ¡Aleluya!
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Ant 3. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste. ¡Aleluya!
Salmo 117 – III (118): Himno de Acción de Gracias después de
la Victoria.
Dejemos
que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)
Ábranme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el
Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del
Señor,
los bendecimos desde la casa del
Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenen una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Den gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. ¡Amén!
Oración del Salmo
Señor Dios, nos has dado el gran día de la alegría:
Jesucristo, la piedra desechada por los constructores,
se ha convertido en la piedra angular de la Iglesia, nuestra casa espiritual.
Derrama sobre tu Iglesia los rayos de tu gloria,
para que sea vista como la puerta de la salvación abierta a todas las naciones.
Que los gritos de alegría y júbilo resuenen desde sus tiendas
para celebrar la maravilla de la resurrección de Cristo.
Ant 3. Te doy gracias, Señor, porque me
escuchaste. ¡Aleluya!
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Dios nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada,
no según nuestras obras, sino según su propio propósito y su gracia,
que nos dio con Cristo Jesús antes de los tiempos eternos.
V. El Señor los condujo seguros, sin alarmas.
R. Los hizo entrar por las santas fronteras.
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Oración Final
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados,
para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos
que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan,
y que cumplan lo que ese nombre significa.
Por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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De la Feria. Salterio III
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)
Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades,que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son
las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. † Dios mío, ven en mi auxilio
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Santa unidad y Trinidad beata:
con los destellos de tu brillo eterno,
infunde amor en nuestros corazones,
mientras se va alejando el sol de fuego.
Por la mañana te cantamos loas
y por la tarde te elevamos ruegos,
pidiéndote que estemos algún día
entre los que te alaban en el cielo.
Glorificado sean por los siglos
de los siglos el Padre y su Unigénito,
y que glorificado con entrambos
sea por tiempo igual el Paracleto. ¡Amén!
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
En Jesucristo, nuestro Señor y Rey, ya estamos sentados a tu diestra.
Esperamos alabarte en la comunión de todos tus santos en nuestra patria celestial.
Ant. Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha. ¡Aleluya! †_
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Ant 2. El Señor piadoso ha hecho maravillas memorables. ¡Aleluya!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Danos, a tus hijos, el regalo de la obediencia, que es el comienzo de la sabiduría,
para que podamos hacer lo que mandas y seamos llenados de tu misericordia.
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El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
En los Domingos de Cuaresma, en lugar del cántico del Apocalipsis se dice el de la carta de San Pedro, con su antífona propia.
V. ¡Aleluya!
Alaben al Señor sus siervos todos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
que en su gran misericordia,
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
para una herencia incorruptible, pura, imperecedera,
que les está reservada en el cielo.
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Y se ha aparecido a Simón.
R. ¡En la bóveda del cielo!
V. † Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
dispersa a los soberbios de corazón,
y enaltece a los humildes,
y a los ricos los despide vacíos.
acordándose de su misericordia
y su descendencia por siempre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
lo redimió de forma más admirable aún
en la edificación de un mundo mejor.
libra a los cautivos, da pan a los hambrientos
Concédenos, Dios todopoderoso,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
custodie sus corazones y sus pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Semana III - De la Feria. Salterio III
“Él habita en nosotros como el alma en el cuerpo,
a condición de que seamos miembros sanos de él,
de que estemos muertos al pecado."
(San Columbano)
Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el “aleluya” al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
“El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, inclusive.
pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
R. ¡Amén!
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En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
R. ¡Amén!
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Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
R. ¡Amén!
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.
Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.
Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. ¡Amén!
Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1, 3. 4)
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
Dios mío, confío en ti.»
ni la flecha que vuela de día,
diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
pisotearás leones y dragones.
lo protegeré porque conoce mi nombre,
lo defenderé, lo glorificaré;
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Lectura Breve: 1Pe 5, 9-10
Su enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resístanle, firmes en la fe.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo;
que mañana nos levantemos en tu nombre
y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist
María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!
María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!
María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!
María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!
María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!
María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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