domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Viernes, Salterio III, TO



Tiempo Ordinario. De la Feria. Salterio III

LAUDES - (Oración de la mañana)

“El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia."
San Columbano
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LAUDES - Oración de la mañana
Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, 
El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios.
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. 
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. 
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Ant. A Cristo, que se nos ha manifestado, vengan, adorémosle.

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. A Cristo, que se nos ha manifestado, vengan, adorémosle.
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Ant. Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo  
                             Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea repite la antífona al final de cada párrafo:

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
     Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
     Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
     Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.
     Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
     Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
     Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
     Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
     Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Creador sempiterno de las cosas.

Creador sempiterno de las cosas,
     que gobiernas las noches y los días,
     y, alternando la luz y las tinieblas,
     alivias el cansancio de la vida.

Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
     que a todos corrija tu mirada:
     con ella sostendrás a quien tropieza
     y harás que pague su delito en lágrima.

Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
     desvanece el sopor de nuestras mentes,
     y sé el primero a quien, agradecidas,
     se eleven nuestras voces cuando suenen.

Glorificado sea el Padre eterno,
     así como su Hijo Jesucristo,
     y así como el Espíritu Paráclito,
     ahora y por los siglos de los siglos.
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Himno (opcional): Edificaste una torre.

Edificaste una torre para tu huerta florida;
     un lagar para tu vino y, para el vino, una viña.

Y la viña no dio uvas, ni el lagar buena bebida:
     sólo racimos amargos y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre, Señor, para tu guarida;
     un huerto de dulces frutos, una noria de aguas limpias,
     un blanco silencio de horas y un verde beso de brisas.

Y esta casa que es tu torre, este mi cuerpo de arcilla,
     esta sangre que es tu sangre y esta herida que es tu herida
     te dieron frutos amargos, amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio, rompe tu silencio y grita!
     Que mi lagar enrojezca cuando tu planta lo pise,
     y que tu mesa se endulce con el vino de tu viña. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.

Salmo 50 - Confesión del Pecador Arrepentido.   
Renuévense en la mente y en el Espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
     por tu inmensa compasión borra mi culpa;
     lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
     tengo siempre presente mi pecado:
     contra ti, contra ti solo pequé,
     cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
     en el juicio brillará tu rectitud.
     Mira, que en la culpa nací,
     pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
     y en mi interior me inculcas sabiduría.
     Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
     lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
     que se alegren los huesos quebrantados.
     Aparta de mi pecado tu vista,
     borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
     renuévame por dentro con espíritu firme;
     no me arrojes lejos de tu rostro,
     no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
     afiánzame con espíritu generoso:
     enseñaré a los malvados tus caminos,
     los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
     y cantará mi lengua tu justicia.
     Señor, me abrirás los labios,
     y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
     si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
     Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
     un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
     reconstruye las murallas de Jerusalén:
     entonces aceptarás los sacrificios rituales,
     ofrendas y holocaustos,
     sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, el que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros,
para salvarnos y restaurarnos a tu amistad.
Mira nuestro corazón contrito y nuestro espíritu afligido
y sana nuestra conciencia perturbada, para que con la alegría
y la fuerza del Espíritu Santo podamos proclamar
tu alabanza y gloria ante todas las naciones.

Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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 Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.

Cantico - Jr 14,17-21:
Lamentación del Pueblo en Tiempo de Hambre y de Guerra.  
Está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio (Mc 1, 15)

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
     día y noche no cesan:
     por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
     una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
     entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
     tanto el profeta como el sacerdote
     vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
     ¿tiene asco tu garganta de Sión?
     ¿Por que nos has herido sin remedio?
     Se espera la paz, y no hay bienestar,
     al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
     la culpa de nuestros padres,
     porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
     no desprestigies tu trono glorioso;
     recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
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Ant 3. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 99 - Alegría de los que Entran en el Templo. 
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (San Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
     sirvan al Señor con alegría,
     entren en su presencia con aclamaciones.

Sepan que el Señor es Dios:
     que él nos hizo y somos suyos,
     su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
     por sus atrios con himnos,
     dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
     su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Oh, Dios; tú nos cuidas como Padre, nos creaste como un signo de tu poder
y nos enviaste a tu gente para mostrar tu bondad,
aceptar las gracias que ofrecen tus hijos para que todos los hombres
puedan entrar a tus tribunales alabándote en la canción.

Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
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Lectura Breve:   2Co 12, 9b-10
Muy a gusto presumo de mis debilidades,
porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de mis debilidades,
de los insultos, las privaciones,
las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo.
Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.

V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación. 
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Invoquemos a Cristo, que nació murió y resucitó por su pueblo, diciendo:
R./ Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu gracia.

Te bendecimos, Señor, a ti que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz:
- mira con bondad a tu familia santa, redimida con tu sangre.

Tú que prometiste a los que en ti creyeran
que manarían de su interior torrentes de agua viva,
- derrama tu Espíritu sobre todos los hombres.

Tú que enviaste a los discípulos a predicar el Evangelio,
- haz que los cristianos anuncien tu palabra con fidelidad.

A los enfermos y a todos los que has asociado a los sufrimientos de tu pasión,
- concédenos fortaleza y paciencia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común diciendo:
- Padre nuestro…

Oración Conclusiva
Ilumina, Señor, nuestros corazones y fortalece nuestras voluntades,
para que sigamos siempre el camino de tus mandatos,
reconociéndote como nuestro guía y maestro.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Viernes de la Semana III
De la Feria. Salterio III

VÍSPERAS 
Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)


Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. 
Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de éstos Himnos, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Yo he sentido, Señor, tu voz amante.

Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
     en el misterio de las noches bellas,
     y en el suave temblor de las estrellas
     la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante
     entre el fragor de trueno y de centellas;
     al ánima llamaron tus querellas
     como el tenue vagido de un infante.

¿Por qué no obedecí cuando te oía?
     ¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
     y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena
     noche vuelva a escuchar tu cantilena;
     ¡ya no seré cobarde, Padre mío! ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Salmo 134 I: - - Himno a Dios por sus Maravillas
Ustedes son... un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas del que los llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa (1P 2, 9)

Alaben el nombre del Señor,
     alábenlo, siervos del Señor,
     que están en la casa del Señor,
     en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alaben al Señor porque es bueno,
     tañan para su nombre, que es amable.
     Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
     nuestro dueño más que todos los dioses.
     El Señor todo lo que quiere lo hace:
     en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
     con los relámpagos desata la lluvia,
     suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
     desde los hombres hasta los animales.
     Envió signos y prodigios -en medio de ti, Egipto-
     contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
     mató a reyes poderosos:
     a Sijón, rey de los amorreos; a Hog, rey de Basán,
     y a todos los reyes de Canaán.
     Y dio su tierra en heredad, en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
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Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañan para su nombre, que es amable.

Salmo 134 - II: Dios, Refugio y Fortaleza de su Pueblo.
Es prueba de gran estimación el que Dios haya dado al hombre la imagen de su eternidad y la semejanza de su propia vida." (San Columbano)

Señor, tu nombre es eterno;
     Señor, tu recuerdo de edad en edad.
     Porque el Señor gobierna a su pueblo
     y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
     hechura de manos humanas:
     tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
     no hay aliento en sus bocas.
     Sean lo mismo los que los hacen,
     cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
     casa de Aarón, bendice al Señor;
     casa de Leví, bendice al Señor;
     fieles del Señor, bendigan al Señor.

Bendito en Sión el Señor, que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, tu nombre y tu memoria duran para siempre.
Nos levantamos para rezar en tu casa y alabarte con salmos de alegría.
Te pedimos que por tu cariño
tengas misericordia de nosotros en nuestra pequeñez.

Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañan para su nombre, que es amable.
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Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico - Ap 15, 3-4: Canto de los Vencedores.
Tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios. (San Columbano)

Grandes y maravillosas son tus obras,
     Señor, Dios omnipotente,
     justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor; y glorificará tu nombre?
     Porque tú solo eres santo,
     porque vendrán todas las naciones
     y se postrarán en tu acatamiento,
     porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
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Lectura Breve:   Sant 1, 2-4
Hermanos míos, si están sometidos a tentaciones diversas,
considérenlo como una alegría,
sabiendo que la prueba de su fe produce constancia.
Pero hagan que la constancia dé un resultado perfecto,
para que sean perfectos e íntegros, sin defectos en nada.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor.
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

 Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
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Preces e Intercesiones
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestras faltas
y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
R./ Señor, ten piedad.

Escucha, Señor, nuestras súplicas,
perdona los pecados de los que se confiesen culpables
- y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.

Tú que, por medio del Apóstol nos has enseñado
que donde se multiplicó el pecado sobreabundó mucho más la gracia,
- perdona con largueza nuestros muchos pecados.

Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
- vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.

Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor,
- y sé benévolo con nosotros.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón,
- ábrelas también para nuestros hermanos difuntos.

Reconociendo que nuestra fuerza
para no caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente:
- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de nuestro rescate,
haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los padecimientos de Cristo,
nos gocemos también en la revelación de su gloria.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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     Fórmula larga:
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve: 
     †(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Viernes - De la Feria. Salterio III

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

“Es prueba de gran estimación
el que Dios haya dado al hombre
la imagen de su eternidad
y la semejanza de su propia vida."

(San Columbano)


Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, 
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia
 “Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia. 
Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas. Además de himnos mostrados aquí,
pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


     Yo confieso ante Dios todopoderoso
     y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho
     de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente.
Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre,
     cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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 Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

Salmo 87: Oración de un Hombre Gravemente Enfermo.        
                           Ésta es su hora, la del poder de las tinieblas (Lc. 22, 53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
     de noche grito en tu presencia;
     llegue hasta ti mi súplica,
     inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
     y mi vida está al borde del abismo;
     ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
     soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
     como los caídos que yacen en el sepulcro,
     de los cuales ya no guardas memoria,
     porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
     en las tinieblas del fondo;
     tu cólera pesa sobre mí,
     me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
     me has hecho repugnante para ellos:
     encerrado, no puedo salir,
     y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
     tendiendo las manos hacia ti.
     ¿Harás tú maravillas por los muertos?
     ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
     o tu fidelidad en el reino de la muerte?
     ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
     o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
     por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
     ¿Por qué, Señor, me rechazas
     y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
     me doblo bajo el peso de tus terrores,
     pasó sobre mí tu incendio,
     tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
     me envuelven todos a una;
     alejaste de mí amigos y compañeros:
     mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
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Lectura Breve:   Jr 14, 9
Tú estás en medio de nosotros, Señor,
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32. Cristo, Luz de las naciones y Gloria de Israel.
                                                         (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

 Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
        para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor, Dios todopoderoso:
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro,
te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
____________________________________________

3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
____________________________________________

4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
____________________________________________
5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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 6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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Bendición irlandesa

Que los caminos se abran a tu encuentro,
     que el sol brille sobre tu rostro,
     que la lluvia caiga suave sobre tus campos,
     que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud
     el recuerdo precioso
     de las cosas buenas de la vida.

Que todo don de Dios crezca en ti
     y te ayude a llevar la alegría
     a los corazones de cuantos amas.

Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,
     gracioso y generoso como el sol,
     que sale entre las nubes
     y calienta el mar tranquilo.

Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
     que los ojos de Dios te miren,
     que los oídos de Dios te oigan,
     que la Palabra de Dios te hable,
     que la mano de Dios te proteja.

Y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
     Que Dios te sostenga, y nos tenga a todos,
     en la palma de su mano.
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Bendición irlandesa (completa)

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti
y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar,
que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.


Que vivas por el tiempo que tú quieras,
y que siempre quieras vivir plenamente.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron,
pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos,
pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron,
pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.


Que el día más triste de tu futuro
no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca caiga el techo encima de ti
y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío,
una luna llena en una noche oscura,
y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.

Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen,
los ángeles te protejan, y el cielo te acoja.
Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.

Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.
Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.
Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche
tengas muros contra el viento, 

un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego,
risas para que te consuelen aquellos a quienes amas,
y que se colme tu corazón con todo lo que desees.


Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos,
que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.
Que no conozcas nada más que la felicidad.
Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida,
seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.

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