domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Miercoles, Salterio IV, TO


"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos, 
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.Al celebrarse con la salida del sol, 
nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) 
y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. 
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, 
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Al retornar este día.
Al retornar este día,
     con voz alegre y canora,
     celebrando al Redentor,
     cantemos de Dios la gloria.

Por Cristo, el Creador inmenso
     hizo la noche y la aurora,
     con inmóvil ley fijando
     la sucesión de las horas.

La luz eterna eres tú,
     la antigua ley perfeccionas,
     y no conoces crepúsculo,
     y no te apagan las sombras.

Concédenos, Padre eterno,
     que vivamos hoy con loa,
     con que agrademos a Cristo,
     si tu Espíritu nos colma. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Dios mío, mi corazón está firme.

Salmo 107: Alabanza al Señor y Petición de Auxilio.
Porque Cristo se ha elevado sobre el cielo, su gloria se anuncia sobre toda la tierra (Arnobio)

Dios mío, mi corazón está firme,
     para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
     Despierta, cítara y arpa, despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
     tocaré para ti ante las naciones:
     por tu bondad, que es más grande que los cielos;
     por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria;
     para que se salven tus predilectos,
     que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén,
     parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés,
     Efraín es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme,
     sobre Edom echo mi sandalia,
     sobre Filistea canto victoria.»

Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
     quién me conducirá a Edom,
     si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
     y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
     que la ayuda del hombre es inútil;
     con Dios haremos proezas,
     El pisoteará a nuestros enemigos

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Acepta las oraciones de tus siervos, Señor,
y prepara nuestros corazones para alabar tu santo nombre.
Ven a ayudarnos en los momentos de problemas
y haznos dignos de cantarte canciones de acción de gracias.

Ant. Dios mío, mi corazón está firme.
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Ant 2. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

Cantico - Is 61, 10--62, 5: Alegría del Profeta ante la Nueva Jerusalén.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo (Ap 21,2)

Desbordo de gozo en el Señor,
     y me alegro con mi Dios:
     porque me ha vestido un traje de gala
     y me ha envuelto en un manto de triunfo,
     como a un novio que se pone la corona,
     o a una novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
     como un jardín hace brotar sus semillas,
     así el Señor hará brotar la justicia
     y los himnos, ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
    por amor de Jerusalén no descansaré,
    hasta que despunte la aurora de su justicia
    y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, y los reyes, tu gloria;
    te pondrán un nombre nuevo
    pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
    y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»;
     ni a tu tierra, «Devastada»;
    a ti te llamarán «Mi favorita»,
    y a tu tierra, «Desposada»,
    porque el Señor te prefiere a ti,
    y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,
    así te desposa el que te construyó;
    la alegría que encuentra el marido con su esposa,
    la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.
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Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.

Salmo 145: Felicidad de los que Esperan en Dios.
Alabemos al Señor mientras vivimos, es decir, con nuestras obras (Arnobio)

Alaba, alma mía, al Señor:
    alabaré al Señor mientras viva,
    tañeré para mi Dios mientras exista.

No confíen en los príncipes,
    seres de polvo que no pueden salvar;
    exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
    ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
    el que espera en el Señor, su Dios,
    que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
    que hace justicia a los oprimidos,
    que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
    el Señor abre los ojos al ciego,
    el Señor endereza a los que ya se doblan,
    el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos;
    sustenta al huérfano y a la viuda
    y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
    Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios de gloria y poder, aquellos que han puesto toda su confianza en ti
son felices de hecho. Resplandezca el brillo de tu luz sobre nosotros,
para que podamos amarte siempre con un corazón puro.

Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
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Lectura Breve: Dt 4,39-40a
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios,
allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro.
Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.

V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.

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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
     te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor
     a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. « Sirvamos con santidad al Señor, todos nuestros días.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Cristo, reflejo de la gloria del Padre,
nos ilumina con su palabra; acudamos, pues, a él, diciendo:
R./ Rey de la gloria, escúchanos.

Bendito seas, Señor, que iniciaste y completas nuestra fe,
- porque nos llamaste a salir de la tiniebla y a entrar en tu luz maravillosa.

Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
- ayuda también nuestra falta de fe.

Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
- y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.

Ayúdanos para que resistamos en la tentación, aguantemos en la tribulación
- y te demos gracias en la prosperidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones,
se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre Nuestro…

Oración
Recuerda, Señor, tu santa alianza,
consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero,
para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados
y un aumento constante de salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
      Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

      En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - miércoles de la Semana IV
De la Feria. Salterio IV
COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno


"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad
semejante a Dios.

Él nos enseñó,
por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle
frutos de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria, lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamente) aunque no caigan en domingo.
En las fiestas, aunque no caigan en domingo,
se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (
a libre elección).
Si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88].
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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Himno (opcional): Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
    gracias, Señor, es nuestra melodía;
    recibe, como ofrenda, amablemente,
    nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
    de darle vida al día que fenece,
    convierta en realidad lo que fue un sueño
    tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
    de pecadora en justa, e ilumina
    la senda de la vida y de la muerte
    del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
    la noche oscura sobre nuestro día,
    concédenos la paz y la esperanza
    de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6: Súplica Confiada y Acción de Gracias.
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23,46)

A ti, Señor, me acojo:
    no quede yo nunca defraudado;
    tú, que eres justo, ponme a salvo,
    inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio,
    un baluarte donde me salve,
    tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
    sácame de la red que me han tendido,
    porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
    tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
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Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1,21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
    Señor, escucha mi voz;
    estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
    ¿quién podrá resistir?
    Pero de ti procede el perdón,
    y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
    espera en su palabra;
    mi alma aguarda al Señor,
    más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
    como el centinela la aurora;
    porque del Señor viene la misericordia,
    la redención copiosa;
    y él redimirá a Israel
    de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
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Lectura Breve:   Ef 4, 26-27
No lleguen a pecar; que la puesta del sol no les sorprenda en su enojo.
No dejen lugar al diablo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                        (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera;
dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes
en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición
 V. El Señor todopoderoso 
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!

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