domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Viernes, Salterio IV, TO


LAUDES - Oración de la mañana


"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos, 
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.
Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría.

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
       Se repite la antífona.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
       Se repite la antífona.
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
       Se repite la antífona.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.
       Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
       Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
       Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
       Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
       Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Al Señor, al Dios grande, vengan, adorémosle.
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Por el dolor creyente que brota del pecado

Por el dolor creyente que brota del pecado
     por haberte querido de todo corazón;
     por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
     tantas veces pedido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido, por haberte encontrado.
     Porque es como un desierto nevado mi oración;
     porque es como la hiedra sobre un árbol cortado
     el recuerdo que brota cargado de ilusión.

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
     primero amargamente, lleno de flor después,
     y que a mi viejo tronco poco a poco me enlace,
     y que mi vieja sombra se derrame a tus pies.

¡Porque es como la rama donde la savia nace,
     mi corazón, Dios mío, sueña que tú lo ves! Amén.
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Himno: Estate, Señor, conmigo.

Estate, Señor, conmigo
     siempre, sin jamás partirte,
     y cuando decidas irte,
     llévame, Señor, contigo;
     porque el pensar que te irás
     me causa un terrible miedo
     de si yo sin ti me quedo,
     de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía
     donde tú vayas, Jesús,
     porque bien sé que eres tú
     la vida del alma mía;
     si tú vida no me das
     yo sé que vivir no puedo,
     ni si yo sin ti me quedo,
     ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
     temo, Señor, tu partida,
     y quiero perder la vida
     mil veces más que perderte;
     pues la inmortal que tú das,
     sé que alcanzarla no puedo,
     cuando yo sin ti me quedo,
     cuando tú sin mí te vas. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

Salmo 50: Confesión del pecador arrepentido
Renuévense en la mente y en el espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
     por tu inmensa compasión borra mi culpa;
     lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
     tengo siempre presente mi pecado:
     contra ti, contra ti solo pequé,
     cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
     en el juicio brillará tu rectitud.
     Mira, que en la culpa nací,
     pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
     y en mi interior me inculcas sabiduría.
     Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
     lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
     que se alegren los huesos quebrantados.
     Aparta de mi pecado tu vista,
     borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
     renuévame por dentro con espíritu firme;
     no me arrojes lejos de tu rostro,
     no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
     afiánzame con espíritu generoso:
     enseñaré a los malvados tus caminos,
     los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre,
     ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
     y cantará mi lengua tu justicia.
     Señor, me abrirás los labios,
     y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
     si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
     un corazón quebrantado y humillado
     tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
     reconstruye las murallas de Jerusalén:
     entonces aceptarás los sacrificios rituales,
     ofrendas y holocaustos,
     sobre tu altar se inmolarán novillos.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, el que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros,
para salvarnos y restaurarnos a tu amistad. Mira nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu afligido y sana nuestra conciencia perturbada,
para que con la alegría y la fuerza del Espíritu Santo
podamos proclamar su alabanza y gloria ante todas las naciones.

Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
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Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti se reunirán todos los pueblos.

Cantico - Tb 13,10-13.15.16b-17a: Acción de gracias por la liberación del pueblo.
Me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que traía la gloria de Dios. (Ap 21,10.11)

Anuncien todos los pueblos sus maravillas
   y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
   la ciudad del santo;
   por las obras de tus hijos te azotará,
   pero de nuevo se compadecerá
   de los hijos de los justos.

Confiesa dignamente al Señor
   y bendice al Rey de los siglos
   para que de nuevo sea en ti
   Edificado su tabernáculo con alegría,
   Para que alegre en ti a los cautivos
   y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
   por todas los generaciones y generaciones.

Brillarás cual luz de lámpara
   Y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
   Pueblos numerosos vendrán de lejos
   al  nombre del  Señor, nuestro Dios,
   trayendo ofrendas en sus manos,
   ofrendas para el rey del cielo.

Las generaciones de las generaciones
   exultarán en ti.
   Y benditos para siempre todos los que te aman.

Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
   que serán congregados,
   y al Señor de los justos bendecirán.

Dichosos los que te aman;
   en tu paz se alegrarán.
   Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
   pues en ti se alegrarán
   contemplando toda tu gloria,
   y se regocijarán para siempre.

Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
   porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
   será reedificada,
   con piedras preciosas sus muros
   y con oro puro sus torres y sus almenas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
   Como era en el principio, ahora y siempre,
   por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
El pueblo de Dios desterrado en Babilonia, como nosotros hoy
hostigados por múltiples males, nos alegramos en la certeza
del favor de Dios que un día prevalecerá para nuestro consuelo.   
Bendito eres Señor Dios de nuestros padres:
a ti gloria ya alabanza por los siglos.

Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti se reunirán todos los pueblos.
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Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

Salmo 147, 12-20: Acción de gracias por la restauración de Jerusalén.
Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero (Ap 21,9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
     alaba a tu Dios, Sión:
     que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
     y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
     ha puesto paz en tus fronteras,
     te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
     y su palabra corre veloz;
     manda la nieve como lana,
     esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
     y con el frío congela las aguas;
     envía una orden, y se derriten;
     sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
     sus decretos y mandatos a Israel;
     con ninguna nación obró así,
     ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios todopoderoso, es a través de tu Iglesia,
generosamente dotada de dones de gracia y fortificada por el Espíritu Santo,
que envías tu palabra a todas las naciones.
Fortalece Tu Iglesia con la mejor comida y hazla intrépida en la fe.
Multiplica a sus hijos para celebrar de común acuerdo
los misterios de su amor en el altar en lo alto.

Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
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Lectura Breve: Ga 2,19b-20
Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios,
que me amó hasta entregarse por mí.


Silencio sagrado (indicado por una campana):
un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. Al Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.
                                                      (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar) 

  Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto.
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Preces
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha creado
y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle, diciendo:
R./ Escucha, Señor, y ten piedad.

Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera santidad,
- y haz que busquemos siempre todo lo que es verdadero, justo y amable.

Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre
- no rompas tu alianza, Señor.

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde,
- porque los que en ti confían no quedan defraudados.

Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,
- haz que proclamemos ante el mundo tus hazañas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijámonos al Padre con las mismas palabras que nos enseñó el Señor:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante,
para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos,
y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Viernes de la Semana IV
Del Propio. Salterio IV

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)

Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes
y las vísperas como oración de la comunidad cristiana, 
fomentando su celebración pública o comunitaria,
sobre todo entre aquellos que hacen vida común.
Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, 
a decir de San Basilio: “En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado
en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”. 
Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, también recordamos la redención, o como dice el salmo 140, 2:
“el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”. 

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Eres luz y siembras claridades.

Eres luz y siembras claridades,
     eres amor y siembras armonía
     desde tu eternidad de eternidades.

Por tu roja frescura de alegría
     la tierra se estremece de rocío,
     Hijo eterno del Padre y de María.

En el cielo del hombre, oscuro y frío,
     eres la luz total, fuego del fuego,
     que aplaca las pasiones y el hastío.

Entro en tus esplendores, Cristo ciego;
     mientras corre la vida paso a paso,
     pongo mis horas grises en tu brazo,
     y a ti, Señor, mi corazón entrego. ¡Amén!

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 Himno: Te damos gracias, Señor. (opcional)

Te damos gracias, Señor,
     porque has depuesto la ira
     y has detenido ante el pueblo
     la mano que lo castiga.

Tú eres el Dios que nos salva,
     la luz que nos ilumina,
     la mano que nos sostiene
     y el techo que nos cobija.

Y sacaremos con gozo
     del manantial de la Vida
     las aguas que dan al hombre
     la fuerza que resucita.

Entonces proclamaremos:
     "¡Cántenle con alegría!
     ¡El nombre de Dios es grande;
     su caridad, infinita!

¡Que alabe al Señor la tierra!
     Cuéntenle sus maravillas.
     ¡Qué grande, en medio del pueblo,
     el Dios que nos justifica!" ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Día tras día, te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.

Salmo 144,1-13a: Himno a la grandeza de Dios.
Tú, Señor, el que eras y eres, el Santo, eres justo. (Ap 16,5)

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
     bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día te bendeciré
     y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,
     es incalculable su grandeza;
     una generación pondera tus obras a la otra,
     y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad,
     y yo repito tus maravillas;
     encarecen ellos tus temibles proezas,
     y yo narro tus grandes acciones;
     difunden la memoria de tu inmensa bondad,
     y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,
     lento a la cólera y rico en piedad;
     el Señor es bueno con todos,
     es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
     que te bendigan tus fieles;
     que proclamen la gloria de tu reinado,
     que hablen de tus hazañas;

explicando tus hazañas a los hombres,
     la gloria y majestad de tu reinado.
     Tu reinado es un reinado perpetuo,
     tu gobierno va de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Día tras día, te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Ant 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.

Salmo 144,13b-21: Himno de Acción de Gracias.
Los reyes de la tierra llevarán a la ciudad santa su esplendor (cf. Ap 21, 24)

El Señor es fiel a sus palabras,
     bondadoso en todas sus acciones.
     El Señor sostiene a los que van a caer,
     endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,
     tú les das la comida a su tiempo;
     abres tú la mano,
     y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos,
     es bondadoso en todas sus acciones;
     cerca está el Señor de los que lo invocan,
     de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
     escucha sus gritos, y los salva.
     El Señor guarda a los que lo aman,
     pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
     todo viviente bendiga su santo nombre
     por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor, acércate a todos los que te invocan de verdad
y aumenta la dedicación de aquellos que te veneran.
Escucha sus oraciones y sálvalas para que siempre te amen
y alaben tu santo nombre.

Ant. Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.
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Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Cántico - Ap 15,3-4: Canto de Los Vencedores.
¡Hemos de anhelar, buscar y amar a aquel que es la Palabra de Dios en el cielo! (San Columbano)

Grandes y maravillosas son tus obras,
     Señor, Dios omnipotente,
     justos y verdaderos tus caminos,
     ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
     y glorificará tu nombre?
     Porque tú solo eres santo,
     porque vendrán todas las naciones
     y se postrarán en tu acatamiento,
     porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
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Lectura Breve   Rm 8,1-2
Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús,
pues, por la unión con Cristo Jesús,
la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en Espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por los pecados, para llevarnos a Dios.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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 Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor,
        como lo habías prometido a nuestros padres.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Acuérdate de tu misericordia, Señor,
        como lo habías prometido a nuestros padres.
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Preces o Intercesiones
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, diciendo:
R./ Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.

Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
- dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.

Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal
- por tu misericordia obtengamos el perdón.

Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
- aparta de nosotros el azote de tu ira, merecido por nuestros pecados.

Tú que perdonaste a la mujer arrepentida
y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada,
- no apartes de nosotros tu misericordia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
- abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.

Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
- Padre nuestro...

Oración
Dios Todopoderoso y eterno,
que quisiste que tu Hijo sufriese por la salvación de todos,
haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti como hostia viva.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Viernes - del Propio. Salterio IV.

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, 
y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel 
en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo, 
ya sea la de después de Primeras Vísperas
o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, 
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamente) aunque no caigan en domingo.
En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (a libre elección).
Si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88].
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, 
    ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     ¡Gracias, Señor!, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día.

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

Salmo 87: Oración de un Hombre Gravemente Enfermo.
                               Ésta es su hora: la del poder de las tinieblas (Lc 22,53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
     de noche grito en tu presencia;
     llegue hasta ti mi súplica,
     inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
     y mi vida está al borde del abismo;
     ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
     soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
     como los caídos que yacen en el sepulcro,
     de los cuales ya no guardas memoria,
     porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
     en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí,
     me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
     me has hecho repugnante para ellos:
     encerrado, no puedo salir,
     y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
     tendiendo las manos hacia ti.
     ¿Harás tú maravillas por los muertos?
     ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
     o tu fidelidad en el reino de la muerte?
     ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
     o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
     por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
     ¿Por qué, Señor, me rechazas
     y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
     me doblo bajo el peso de tus terrores,
     pasó sobre mí tu incendio,
     tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
     me envuelven todos a una;
     alejaste de mí amigos y compañeros:
     mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
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Lectura Breve:   Jr 14, 9
Tú estás en medio de nosotros, Señor,
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

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Oración Conclusiva

Señor, Dios todopoderoso:
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro,
te pedimos que, al levantarnos mañana, le imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

__________________________________________________________________________________________________________________________________
3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
__________________________________________________________________________________________________________________________________
4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
__________________________________________________________________________________________________________________________________
5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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