domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Domingo, Salterio IV, TO


LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella, 
entonces será de verdad semejante a Dios. 

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos, 
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.
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Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.

Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Pueblo del Señor, rebaño que Él guía, bendice a tu Dios!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Pueblo del Señor, rebaño que Él guía, bendice a tu Dios!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. ¡Pueblo del Señor, rebaño que Él guía, bendice a tu Dios!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Pueblo del Señor, rebaño que Él guía, bendice a tu Dios!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Es la Pascua Real, No ya la Sombra.

Es la Pascua real, no ya la sombra,
     la verdadera pascua del Señor;
     la sangre del pasado es solo un signo,
     la mera imagen de la gran unción.

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
     con tus sangrientas manos paternales;
     envolviendo en tus alas nuestras almas,
     la verdadera alianza tú sellaste.

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
     reconciliada con tu Padre eterno;
     y, desde arriba, vienes a llevarnos
     a la danza festiva de tu cielo.

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
     para unir a los hombres con su Dios;
     se rompen las cadenas del infierno,
     y en los labios renace la canción.

Cristo, Rey eterno, te pedimos
     que guardes con tus manos a tu Iglesia,
     que protejas y ayudes a tu pueblo

     y que venzas con él a las tinieblas. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Den Gracias al Señor porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya!

Salmo 117: Himno de Acción de Gracias Después de la Victoria.
Jesús es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular (Hch 4,11)

Den gracias al Señor porque es bueno,
     porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
     eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
     eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
     eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
     y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
     ¿qué podrá hacerme el hombre?
     El Señor está conmigo y me auxilia,
     veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
     que fiarse de los hombres,
     mejor es refugiarse en el Señor
     que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
     en el nombre del Señor los rechacé;
     me rodeaban cerrando el cerco,
     en el nombre del Señor los rechacé;
     me rodeaban como avispas,
     ardiendo como fuego en las zarzas,
     en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
     pero el Señor me ayudó;
     el Señor es mi fuerza y mi energía,
     él es mi salvación.

Escuchen: hay cantos de victoria
     en las tiendas de los justos:
     «La diestra del Señor es poderosa,
     la diestra del Señor es excelsa,
     la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
     para contar las hazañas del Señor.
     Me castigó, me castigó el Señor,
     pero no me entregó a la muerte.

Ábranme las puertas del triunfo,
     y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
     los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
     y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
     es ahora la piedra angular.
     Es el Señor quien lo ha hecho,
     ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
     sea nuestra alegría y nuestro gozo.
     Señor, danos la salvación;
     Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
     los bendecimos desde la casa del Señor;
     el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenen una procesión con ramos
     hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
     Dios mío, yo te ensalzo.

Den gracias al Señor porque es bueno,
     porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del Salmo.
Señor Dios, Tú nos has dado el gran día de regocijo: 
Jesucristo, la piedra rechazada por los constructores,
se ha convertido en la piedra angular de la Iglesia, nuestro hogar espiritual. 
Derrama sobre tu Iglesia los rayos de tu gloria,
para que pueda ser vista como la puerta de salvación abierta a todas las naciones.
Que resuenen gritos de alegría y júbilo en sus tiendas
para celebrar la maravilla de la resurrección de Cristo.

Ant. Den Gracias al Señor porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya!
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Ant 2. ¡Aleluya! Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya!

Cantico - Dn 3, 52-57: Que la Creación Entera Alabe al Señor
¡Bendito el Creador por siempre!  (Rm 1,25)

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
     a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
     sondeas los abismos:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
     a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ant. ¡Aleluya! Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor. ¡Aleluya!
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Ant 3.  ¡Aleluya! Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!

Salmo 150 - Alaben al Señor.
Salmodien con, el espíritu, salmodien con toda su mente,
es decir, glorifiquen a Dios con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)

Alaben al Señor en su templo,
     Alábenlo en su augusto firmamento.
     Alábenlo por sus obras magníficas,
     Alábenlo por su inmensa grandeza.

Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!

Alábenlo tocando trompetas,
     Alábenlo con arpas y cítaras,
     Alábenlo con tambores y danzas,
     Alábenlo con trompas y flautas,

Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!

Alábenlo con platillos sonoros,
     Alábenlo con platillos vibrantes.
     Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Aleluya! Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!

Oración del Salmo
Señor Dios, creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas creadas,
Tú santificas a tus justos y justificas a los pecadores que confiesan tu nombre.
Escúchanos mientras te rezamos humildemente:
danos alegría eterna con tus santos.

Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. ¡Aleluya!
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Lectura Breve 2 Tim, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David,
que vive resucitado de entre los muertos.
Verdadera es la sentencia que dice:
Si hemos muerto con él, viviremos también con él.
Si tenemos constancia en el sufrir,
reinaremos también con él;
si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará;
si le somos infieles, él permanece fiel;
no puede él desmentirse a sí mismo.


Silencio sagrado (indicado por una campana): 

Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. ¡Invocando tu nombre!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Te damos gracias, oh Dios!, invocando tu nombre.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. «Lo que les confío al oído, pregónenlo de lo alto de los terrados», dice El Señor.

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
     de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
     te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor
     a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. «Lo que les confío al oído, pregónenlo de lo alto de los terrados», dice El Señor.
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Preces

Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; invoquémosle, pues, diciendo:
R./ Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.

Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros,
injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.

Vuélvete hacia nosotros, Señor,
tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.

Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.

Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado
acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz,
y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo 
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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                                                                              Conclusión
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Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:

Fórmula larga:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - Domingo – Salterio IV.  
II VÍSPERAS
Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)

Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas como oración de la comunidad cristiana, 
omentando su celebración pública o comunitaria, sobre todo entre aquellos que hacen vida común.

Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, 
a decir de San Basilio: “En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado
en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”. 
Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, también recordamos la redención,
o como dice el salmo 140, 2: “el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”. 

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de éstos Himnos, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Hacedor de la luz, Tú que creaste.

Hacedor de la luz: tú que creaste
     la que brilla en los días de este suelo,
     y que, mediante sus primeros rayos,
     diste principio al universo entero.

Tú que nos ordenaste llamar día
     al tiempo entre la aurora y el ocaso,
     ahora que la noche se aproxima
     oye nuestra oración y nuestro llanto.

Que cargados con todas nuestras culpas
     no perdamos el don de la otra vida,
     al no pensar en nada duradero
     y al continuar pecando todavía.

Haz que, evitando todo lo dañoso
     y a cubierto de todo lo perverso,
     empujemos las puertas celestiales
     y arrebatemos el eterno premio.

Escucha nuestra voz, piadoso Padre,
     que junto con tu Hijo Jesucristo
     y con el Santo Espíritu Paráclito,
     reinas y reinarás en todo siglo. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.  
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. ¡Aleluya!

Salmo 109, 1-5. 7: El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
     «Siéntate a mi derecha,
     y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
     el poder de tu cetro:
     somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
     entre esplendores sagrados;
     yo mismo te engendré, como rocío,
     antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
     «Tú eres sacerdote eterno
     según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
     quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
     por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del Salmo
Padre, te pedimos que nos des la victoria y la paz.
En Jesucristo, nuestro Señor y Rey, ya estamos sentados a tu diestra.
Esperamos alabarle en la comunión de todos sus santos en nuestra patria celestial.

Ant. Yo mismo te engendré entre esplendores sagrados, antes de la aurora. ¡Aleluya!
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Ant 2. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.

Salmo 111: Felicidad del Justo.
Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen,
la que pinta cuando dice: La paz les dejo, mi paz les doy (San Columbano, Instrucción 11, sobre el amor)

Dichoso quien teme al Señor
     y ama de corazón sus mandatos.
     Su linaje será poderoso en la tierra,
     la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
     su caridad es constante, sin falta.
     En las tinieblas brilla como una luz
     el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
     y administra rectamente sus asuntos.
     El justo jamás vacilará,
     su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
     su corazón está firme en el Señor.
     Su corazón está seguro, sin temor,
     hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
     su caridad es constante, sin falta,
     y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
     rechinará los dientes hasta consumirse.
     La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración del Salmo
Señor Dios, Tú eres la luz eterna que ilumina los corazones de las personas buenas.
Ayúdanos a amarte, a regocijarnos en tu gloria
y a vivir en este mundo para evitar un juicio severo en el próximo.
Que podamos a ver la luz de tu semblante.

Ant. Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos serán saciados.
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Ant 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. ¡Aleluya!

Cántico - Ap 19,1-2, 5-7: Las Bodas del Cordero
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el
Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

R. Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya.

R. Aleluya.
Alaben al Señor sus siervos todos.
Los que le temen, pequeños y grandes.
R. Aleluya.

R. Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya.

R. Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Hb 12, 22-24
Ustedes se han acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo,
a la asamblea de los innumerables ángeles,
a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo,
a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino,
al Mediador de la nueva alianza, Jesús,
y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
 V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
 V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación. 
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El hombre bueno saca cosas buenas 
        del tesoro de bondad que tiene en su corazón.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor 
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El hombre bueno saca cosas buenas 
        del tesoro de bondad que tiene en su corazón.
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Preces o Intercesiones
Alegrándonos en el Señor, de quien vienen todos los dones, digámosle:
R./ Escucha, Señor, nuestra oración.

Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo
para que tu nombre fuese glorificado desde donde sale el sol hasta el ocaso,
fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.

Haz que seamos dóciles a la predicación de los apóstoles,
y sumisos a la fe verdadera.

Tú que amas la justicia,
haz justicia a los oprimidos.

Libera a los cautivos, abre los ojos al ciego,
endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que nuestros hermanos que duermen ya el sueño de la paz
lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.

Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre
unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, 
y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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 Tiempo Ordinario, Domingo – salterio IV.

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

Después de las Segundas Vísperas del Domingo y de las Solemnidades 

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el “aleluya” al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual. “El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, inclusive.

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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!

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Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90: A La Sombra del Omnipotente.
Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1, 3. 4)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
     que vives a la sombra del Omnipotente,
     di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. 
     Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta.
     Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás:
     su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
     ni la flecha que vuela de día,
     ni la peste que se desliza en las tinieblas,
     ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
     diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados,
     porque hiciste del Señor tu refugio,
     tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
     ni la plaga llegará hasta tu tienda,
     porque a sus ángeles ha dado órdenes
     para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
     para que tu pie no tropiece en la piedra;
     caminarás sobre áspides y víboras,
     pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
     lo protegeré porque conoce mi nombre,
     me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
     lo defenderé, lo glorificaré;
     lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
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Lectura Breve:   Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente.
Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol,
porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos,
y reinarán por los siglos de los siglos.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,
     porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos
     luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

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Oración Conclusiva
Humildemente te pedimos, Señor, 
que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz,
y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas.
Por Cristo nuestro Señor.  ¡Amén!

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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo
 o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.


3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!

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