domingo, 6 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Jueves, Salterio IV, TO

Tiempo Ordinario – jueves - del salterio IV

LAUDES - Oración de la mañana


"Si somos dignos de que Él esté en nosotros,
entonces somos realmente vivificados por Él,
como miembros vivos suyos: Pues en Él -como dice el Apóstol- 
vivimos, nos movemos y existimos."
San Columbano.

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor, 
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. 
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, 
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Entren en la presencia del Señor con Aclamaciones!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Pueblo del Señor, rebaño que Él guía, bendice a tu Dios!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)


El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Entren en la presencia del Señor con Aclamaciones!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Oh Dios, autor de la luz.

Oh Dios, autor de la luz,
     de los cielos la lumbrera,
     que el universo sostienes
     abriendo tu mano diestra.

La aurora, con mar de grana,
     cubriendo está las estrellas,
     bautizando humedecida
     con el rocío la tierra.

Auséntanse ya las sombras,
     al orbe la noche deja,
     y al nuevo día el lucero,
     de Cristo imagen, despierta.

Tú, día de día, oh Dios,
     y Luz de Luz, de potencia
     soberana, oh Trinidad,
     doquier poderoso reinas.

Oh Salvador, ante ti
     inclinamos la cabeza,
     y ante el Padre y el Espíritu,
     dándote gloria perpetua. ¡Amén!
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Himno: En tierra extraña peregrinos (opcional).

En tierra extraña peregrinos
     con esperanza caminamos,
     que, si arduos son nuestros caminos,
     sabemos bien a dónde vamos.

En el desierto un alto hacemos,
     es el Señor quien nos convida,
     aquí comemos y bebemos
     el pan y el vino de la Vida.

Para el camino se nos queda
     entre las manos, guiadora,
     la cruz, bordón, que es la vereda
     y es la bandera triunfadora.

Entre el dolor y la alegría,
     con Cristo avanza en su andadura
     un hombre, un pobre que confía
     y busca la ciudad futura. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

Salmo 142, 1-11: Lamentación y súplica ante la angustia.
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Ga 2,16)

Señor, escucha mi oración;
     tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
     tú, que eres justo, escúchame.
     No llames a juicio a tu siervo,
     pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
     empuja mi vida al sepulcro,
     me confina a las tinieblas
     como a los muertos ya olvidados.
     Mi aliento desfallece,
     mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
     medito todas tus acciones,
     considero las obras de tus manos
     y extiendo mis brazos hacia ti:
     tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
     que me falta el aliento.
     No me escondas tu rostro,
     igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
     ya que confío en ti.
     Indícame el camino que he de seguir,
     pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.
     Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios.
     Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
     por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Jesús, temprano en la mañana de tu resurrección,
hiciste conocer tu amor y trajiste la primera luz del amanecer
a aquellos que moran en la oscuridad. Tu muerte nos ha abierto un camino.
No llames a juicio a tus siervos;
que tu Espíritu Santo nos guíe a la tierra de la justicia.

Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
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Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén, como un río, la paz.

Cantico - Is 66,10-14a: Consuelo y gozo para la ciudad santa.
La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre. (Ga 4,26)

Festejen a Jerusalén, gocen con ella, todos los que la aman,
     alégrense de su alegría, los que por ella llevaron luto;
     mamarán a sus pechos y se saciarán de sus consuelos,
     y apurarán las delicias de sus ubres abundantes.

Porque así dice el Señor:
     «Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,
     como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas
     y sobre las rodillas las acariciarán;
     como a un niño a quien su madre consuela,
     así los consolaré yo, y en Jerusalén serán consolados.

Al verlo, se alegrará su corazón,
     y sus huesos florecerán como un prado.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén, como un río, la paz.
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Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

Salmo 146, 1-11: Poder y bondad de Dios.
A ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos. (Nicetas de Remesina y San Ambrosio de Milán)

Alaben al Señor, que la música es buena;
     nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,
     reúne a los deportados de Israel;
     él sana los corazones destrozados, venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,
     a cada una la llama por su nombre.
     Nuestro Señor es grande y poderoso,
     su sabiduría no tiene medida.
     El Señor sostiene a los humildes,
     humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonen la acción de gracias al Señor,
     toquen la cítara para nuestro Dios,
     que cubre el cielo de nubes,
     preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
     para los que sirven al hombre;
     que da su alimento al ganado,
     y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos,
     no estima los músculos del hombre:
     el Señor aprecia a sus fieles, que confían en su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios nuestro Padre, gran constructor de la Jerusalén celestial,
conoces el número de las estrellas y las llamas por su nombre.
Sana los corazones que están rotos, reúne a los que se han dispersado
y enriquécenos a todos con la plenitud de tu sabiduría eterna.

Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
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Lectura Breve: Rm. 8,18-21
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada
en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros.
La creación entera está en expectación,
suspirando por esa manifestación glorioso de los hijos de Dios;
porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden,
no porque a ellos tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió.
Y abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez,
libres de la esclavitud de la corrupción,
para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.

V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo 
alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. «Si alguno quiere venir en pos de mi - dice el Señor -,
        renúnciese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame.»


Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor
     a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. «Si alguno quiere venir en pos de mi - dice el Señor -,
        renúnciese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame.»

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Preces o Intercesiones
Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para su pueblo, diciendo:
R./ Tú que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.

Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
porque en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
- por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.

Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen suya,
- haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.

Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia,
- tu Espíritu de amor.

Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los triste,
- a todos la gracia y la salvación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva:
Concédenos, señor, acoger siempre el anuncio de la salvación
para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos,
con santidad y justicia, todos nuestros días.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade: 
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves. Salterio IV.


VÍSPERAS - Oración de la tarde


“Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)

Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana,
fomentando su celebración pública o comunitaria, sobre todo entre aquellos que hacen vida común.

Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, 
a decir de San Basilio: “En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado
en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”. Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, también recordamos la redención,
o como dice el salmo 140, 2: “el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”. 

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Rezarlas entre las 7 y las 10 de la noche es lo adecuado. 
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial

Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de éstos Himnos, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Porque es tarde, Dios mío.

Porque es tarde, Dios mío,
     porque anochece ya y se nubla el camino,
     porque temo perder las huellas que he seguido,
     no me dejes tan solo y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde y he buscado el peligro,
     y escudriñé curioso las cumbres y el abismo,
     perdóname, Señor, y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti y en hambre de tu trigo,
     ven, siéntate a mi mesa, dígnate ser mi amigo.

¡Qué aprisa cae la tarde...!
     ¡quédate conmigo!
¡Amén!
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Himno: (opcional) Señor, la luz del día ya se apaga

Señor, la luz del día ya se apaga,
     la noche va extendiendo sus tinieblas;
     alumbra lo más hondo de las almas
     en este santo tiempo de Cuaresma.

Conoces nuestra vida y nuestra historia
     y sabes que también hemos pecado,
     por eso hacia ti nos dirigimos
     confiando que seremos perdonados.

Unidos con la Iglesia recorremos
     la senda que nos lleva hasta el Calvario,
     llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
     sufriendo lo que aún no has completado.

Escucha nuestra voz, amado Padre,
     que, junto con tu Hijo Jesucristo,
     enviaste tu Espíritu a los hombres,
     sellando con tu gracia sus destinos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.

Salmo 143 I: Oración por la Victoria y por la Paz
Cristo aprendió el arte de la guerra cuando venció al mundo, como dijo: "He vencido al mundo" (San Hilario).

Bendito el Señor, mi Roca,
     que adiestra mis manos para el combate,
     mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar,
     baluarte donde me pongo a salvo,
     mi escudo y mi refugio,
     que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
     ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
     El hombre es igual que un soplo;
     sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende,
     toca los montes, y echarán humo,
     fulmina el rayo y dispérsalos,
     dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
     defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
     de la mano de los extranjeros,
     cuya boca dice falsedades,
     cuya diestra jura en falso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
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Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Salmo 143 II: ¡Dios mío, te cantaré un cántico nuevo!
El Dios que buscamos no está lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros. (San Columbano)

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
     tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
     para ti que das la victoria a los reyes,
     y salvas a David, tu siervo.

Defiéndeme de la espada cruel,
     sálvame de las manos de extranjeros,
     cuya boca dice falsedades,
     cuya diestra jura en falso.

Sean nuestros hijos un plantío,
     crecidos desde su adolescencia;
     nuestras hijas sean columnas talladas,
     estructura de un templo.

Que nuestros silos estén repletos
     de frutos de toda especie;
     que nuestros rebaños a millares
     se multipliquen en las praderas,
     y nuestros bueyes vengan cargados;
     que no haya brechas ni aberturas,
     ni alarma en nuestras plazas.

Dichoso el pueblo que esto tiene,
     dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor, Dios de la fuerza, le diste a tu Hijo la victoria sobre la muerte.
Dirige la lucha de tu Iglesia contra el mal en este mundo.
Vístenos con las armas de la luz y únenos bajo una bandera de amor,
para que podamos recibir nuestra recompensa eterna
después de la batalla de la vida terrenal.

Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
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Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Cántico, Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a: El Juicio De Dios
¿Quién podrá gloriarse de conocer al Dios infinito que todo lo llena y todo lo rodea? (San Columbano)

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
     el que eres y el que eras,
     porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera,
     y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
     y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
     y a los santos y a los que temen tu nombre,
     y a los pequeños y a los grandes,
     y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
     y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo;
     porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,
     el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
     y por la palabra del testimonio que dieron,
     y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
     Por esto, estén alegres, cielos,
     y los que moran en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
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Lectura Breve   Col. 1,23
Perseveren firmemente fundados e inconmovibles en la fe
y no se aparten de la esperanza del Evangelio que han oído,
que ha sido predicado a toda creatura bajo los cielos.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. El Señor es mi Pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi Pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi Pastor, nada me falta.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor 
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.
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Preces o Intercesiones
Invoquemos a Cristo,
luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:
R./ Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.

Luz indeficiente y palabra eterna del Padre,
tú que has venido a salvar a los hombres,
- ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.

No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
- pues de ti precede el perdón.

Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza,
- haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.

Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos;
- que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos
que yacen en tiniebla y en sombra de muerte,
- ábreles las puertas de tu reino.

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios,
confiadamente no atrevemos a decir:
Padre nuestro...

Oración Conclusiva:
Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que,
siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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 Tiempo Ordinario, Jueves – salterio IV.

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el “aleluya” al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual. “El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, inclusive.

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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando llegó el instante de tu muerte

Cuando llegó el instante de tu muerte
     inclinaste la frente hacia la tierra,
     como todos los mortales;
     mas no eras tú el hombre derribado,
     sino el Hijo que muerto nos contempla.

Cuando me llegue el tránsito esperado
     y siga sin retorno por mi senda,
     como todos los mortales,
     el sueño de tu rostro será lumbre
     y tu gloria mi gloria venidera.

El silencio sagrado de la noche
     tu paz y tu venida nos recuerdan,
     Cristo, luz de los mortales;
     acepta nuestro sueño necesario
     como secreto amor que a ti se llega. ¡Amén!
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Himno:  (opcional) Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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Himno (opcional): Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Mi carne descansa serena.

Salmo 15 - Cristo Y Sus Miembros Esperan La Resurrección.
El Padre levantó a Jesús de entre los muertos y rompió los lazos de la muerte (Hechos 2:24).

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
     yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
     Los dioses y señores de la tierra
     no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
     de dioses extraños;
     no derramaré sus libaciones con mis manos,
     ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es mi heredad y mi copa;
     mi suerte está en tu mano:
     me ha tocado un lote hermoso,
     me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
     hasta de noche me instruye internamente.
     Tengo siempre presente al Señor,
    con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
     se gozan mis entrañas,
     y mi carne descansa serena.
     Porque no me entregarás a la muerte,
     ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
     me saciarás de gozo en tu presencia,
     de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi carne descansa serena.
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Lectura Breve:   1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz los consagre totalmente
y que todo su ser, alma y cuerpo,
sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,
     porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos
     luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre
con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!

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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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