sábado, 23 de marzo de 2019

Liturgia de las Horas - Tiempo de Cuaresma - Sabado, salterio II

Tiempo de Cuaresma, Sábado, Salterio II

LAUDES
Oración de la mañana


"En la Eternidad éramos;
al nacer comenzamos a existir.

Existir es ser en el tiempo.

Y al morir dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.

Somos seres espirituales
que vivimos una aventura terrenal". 

Teilhard de Chardin


Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.

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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Si no, 
 †  se hace la señal de la cruz mientras se dice:

V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

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Salmo del Invitatorio
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Se añade el Salmo del Invitatorio con su antífona:

(Seleccione y pulse el enlace con el salmo del Invitatorio que desea usar). 

Salmo 94 Salmo 94: Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Se recita la antífona que corresponda.

Ant. Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su corazón.». 
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda.


Ant. Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su corazón.» 
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Se recita la antífona que corresponda.


Ant. Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su corazón.» 
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.


Ant. Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su corazón.» 
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Himno: Los hombros traigo cargados.

Los hombros traigo cargados

de graves culpas, mi Dios;

Dame Tú esas lágrimas

y toma estos pecados.

Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.

Y, pues andamos trocados,
que yo peco y Tú lloras,
dame Tú esas lágrimas,
y toma estos pecados.

Tú eres quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;

y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dame Tú esas lágrimas
y toma estos pecados.

Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres canten, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. ¡Amén!
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 SALMODIA

Ant 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Salmo 91: Alabanza del Dios creador
Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio)

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Ant 2. Den gloria a nuestro Dios.

Cantico - Dt 32, 1-12: Beneficios de Dios para con su pueblo
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! (Mt 23, 37)

Escuchen, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.

Voy a proclamar el nombre del Señor:
den gloria a nuestro Dios.
El es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó, cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió su alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Den gloria a nuestro Dios.

Ant 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra! 

Salmo 8 - Majestad del Señor y dignidad del hombre.
Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo (Ef 1, 22)

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,        
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra! 
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Lectura Breve: Is 1, 16-18
«Lávense, purifíquense, aparten de mi vista sus malas acciones. Cesen de obrar mal,
aprendan a obrar bien; busquen lo que es justo, hagan justicia al oprimido,
defiendan al huérfano, protejan a la viuda.
Entonces, vengan, y litigaremos -dice el Señor-.
Aunque sus pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve;
aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»

Responsorio Breve

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Te aclamarán mis labios, Señor.


V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Él me librará de la red del cazador.

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Cántico Evangélico

Ant. Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti;
         ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.


Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti;
         ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.
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Preces
Demos gracias siempre y en todo lugar a Cristo, nuestro Salvador,
y supliquémosle, diciendo:
R./ Ayúdanos, Señor, con tu gracia.

Concédenos guardar sin mancha nuestros cuerpos,
- para que el Espíritu Santo pueda habitar en ellos.

Desde el comienzo del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros hermanos
- y el deseo de cumplir tu voluntad en todas las acciones de esta jornada.

Danos hambre del alimento que perdura y da vida eterna,
- y que tú diariamente nos proporcionas.

Que interceda por nosotros tu santísima Madre, refugio de pecadores,
- para que obtengamos el perdón de nuestros pecados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Pidamos al Padre que nos libre de todo mal,
repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
- Padre Nuestro…

Oración
Dios nuestro, que por medio de tus admirables sacramentos
nos concedes participar, ya desde este mundo, de los bienes celestiales,
guíanos tú mismo en el camino de la vida, para que alcancemos un día
aquella luz en la que habitas con tus santos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Cuaresma, Domingo de la Tercera Semana



I VÍSPERAS
Oración de la tarde


Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior (
la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himno: Insigne defensor de nuestra causa.

Insigne defensor de nuestra causa,
Señor y Salvador del pueblo humano,
acoge nuestras súplicas humildes,
perdona nuestras culpas y pecados.

El día con sus gozos y sus penas
pasó dejando huellas en el alma,
igual que nuestros pies en su camino
dejaron en el polvo sus pisadas.

No dejes de mirarnos en la noche,
dormida nuestra vida en su regazo;
vigila el campamento de los hombres,
camino de tu reino ya cercano.

Ahuyenta de tu pueblo la zozobra,
sé nube luminosa en el desierto,
sé fuerza recobrada en el descanso,
mañana y horizonte siempre abierto.

Bendice, Padre santo, la tarea
del pueblo caminante en la promesa;
llegados a Emaús, tu Hijo amado
nos parta el pan y el vino de la cena. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. «Conviértanse y crean en la buena noticia», dice el Señor.

Salmo 112: Alabado sea el nombre del Señor
                                 Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52)

Alaben, siervos del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. «Conviértanse y crean en la buena noticia», dice el Señor.

Ant 2. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

Salmo 115: Acción de gracias en el templo.
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

Ant 3. Nadie me quita la vida;
            yo mismo la entrego de mi propia voluntad, para volverla a tomar.

Cántico - Filp 2, 6-11: Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Nadie me quita la vida;
         yo mismo la entrego de mi propia voluntad, para volverla a tomar.
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Lectura Breve   Hb 13, 20-21
Les exhortamos a que den pruebas de no haber recibido en vano la gracia de Dios,
pues dice él en la Escritura: «En el tiempo propicio te escuché,
y te ayudé en el día de salvación.» Ahora es el tiempo propicio,
ahora es el día de salvación. A nadie queremos dar nunca motivo de escándalo,
a fin de no hacer caer en descrédito nuestro ministerio, antes al contrario,
queremos acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.

Responsorio Breve

V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Cuántas son tus obras. Señor.

V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
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Cántico Evangélico

Ant. Todo lo que acontecía a nuestros padres en la antigüedad 
        se cumple para nosotros en la plenitud de los tiempos.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Todo lo que acontecía a nuestros padres en la antigüedad 
        se cumple para nosotros en la plenitud de los tiempos.
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Preces
Recordando la bondad de Cristo,
que se compadeció del pueblo hambriento
y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:
R./ Muéstranos, Señor, tu amor.

Glorifiquemos a Cristo, el Señor, que ha querido ser nuestro Maestro,
nuestro ejemplo y nuestro hermano, y supliquémosle, diciendo:
R./ Renueva, Señor, a tu pueblo.

Cristo, hecho en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado,
haz que nos alegremos con los que se alegran y sepamos llorar con los que están tristes,
- para que nuestro amor crezca y sea verdadero.

Concédenos saciar tu hambre en los hambrientos
- y tu sed en los sedientos.

Tú que resucitaste a Lázaro de la muerte,
- haz que, por la fe y la penitencia, los pecadores vuelvan a la vida cristiana.

Haz que todos, según el ejemplo de la Virgen María y de los santos,
- sigan con más diligencia y perfección tus enseñanzas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concédenos, Señor, que nuestros hermanos difuntos
sean admitidos a la gloria de la resurrección
- y gocen eternamente de tu amor.

Pidamos a nuestro Padre
que nos dé la fuerza que necesitamos para no caer en la tentación:
- Padre nuestro...

Oración
Dios nuestro, fuente de toda bondad y misericordia,
que nos otorgas un remedio para nuestros pecados
por el ayuno, la oración y la limosna,
recibe con agrado la confesión que te hacemos de nuestra debilidad
y, ya que nos oprime el peso de nuestras culpas,
levántanos con el auxilio de tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. En Paz
R. ¡Amén!
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Sábado de la Tercera Semana

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

Después de las Primeras Vísperas del Domingo 
y de las Solemnidades


Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria, lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo, ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
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Himno: Tú, a quien he buscado, Señor.

Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. ¡Amén!
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SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4: Acción de gracias
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos (S. Agustín)

Escúchame cuando te invoco; Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y ustedes, ¿hasta cuándo ultrajarán mi honor,
amarán la falsedad y  buscarán el engaño?
Sépanlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Tiemblen y no pequen,
reflexionen en el silencio de su lecho;
ofrezcan sacrificios legítimos
y confíen en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant. 2. Durante la noche, bendigan al Señor.

Salmo 133   Oración vespertina en el templo
Alaben al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes (Ap 19,5)

Y ahora bendigan al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasan la noche
en la casa del Señor.

Levanten las manos hacia el santuario
y bendigan al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
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Lectura Breve:   Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas la fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria,
se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífona Final de la Santísima Virgen (1)
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

Antífona Final de la Santísima Virgen (2)
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.

Antífona Final de la Santísima Virgen (3)
Madre del Redentor, 
Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.

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