II Domingo del Tiempo Ordinario
Oficio de Lectura
Himno: Que doblen
las campanas jubilosas
Salmodia: Salmo 103-I / Salmo 103-II / Salmo 103-III
Primera Lectura: Exhortación para Ir Tras la Sabiduría
Comienza el libro de
los Proverbios 1, 1-7. 20-33
Segunda Lectura: Mi Sacrificio Es un Espíritu
Quebrantado
De los Sermones de
san Agustín, obispo. (Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)
Laudes
Himno: Cristo, El
Señor
Salmodia: Salmo 117 / Cantico: Dn 3, 52-57 / Salmo 150.
Lectura Breve: Ez 36, 25-27
Vísperas
Himno: ¿Dónde está muerte, tu victoria?
Salmodia: Salmo 109, 1-5.7 / Salmo 113-B /Cántico, Cf. Ap 19,1-2, 5-7
Lectura Breve: 2Ts 2, 13-14
Completas
Himno: Se inclina
ya mi frente
Salmodia: Salmo 90
Lectura Breve: Ap 22, 4-5
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Tercia
Himno: Ven,
Espíritu Santo, luz y gozo
Salmodia: Salmo 119 / Salmo 120 / Salmo 121
Lectura Breve: Rm 5, 1-2. 5
Sexta
Himno: Este mundo
del hombre, en que él se afana.
Salmodia: Salmo 22 / Salmo 75-I / Salmo 75-II
Lectura Breve: Rm 8, 26
Nona
Himno: Oh Jesús,
que en tu cruz has demostrado
Salmodia: Salmo 125 / Salmo 126 / Salmo 127
Lectura Breve: 2Co 1, 21-22
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¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti!
Porque las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad, a las naciones,
pero sobre ti brillará el Señor
y su gloria aparecerá sobre ti.
Las naciones caminarán a tu luz
y los reyes, al esplendor de tu aurora. (Is 60, 1-3)
Oficio de Lectura: Oración Primera
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Invitatorio
El Invitatorio se dice
como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se
antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes,
según se comience el
día por una u otra acción litúrgica. Si el
Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como
se indica al comienzo.
Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio,
se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
Si el Oficio de
lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada
(Principios y normas
generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73),
antes
del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el
evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en
Vigilias.
Si el Oficio de lectura se
dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del
Oficio de lectura
el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de
lectura, se omite la oración y la conclusión
y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo
su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda
hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V. † Señor, abre mis labios.
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:
V. † Abre, Señor, mi boca para bendecir tu
santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos
vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento
y enciende mi sentimiento para que,
digna, atenta y devotamente
pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el
salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se
prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(Cuando se aplica
la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada
estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en
las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
El salmo 94 puede
sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso, si el salmo
escogido forma parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la
salmodia, el salmo 94.
Cuando se reza individualmente, basta con decir
la antífona una sola vez al inicio del salmo, no es necesario repetirla al
final de cada estrofa.
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Se añade el Salmo del Invitatorio
con la siguiente antífona:
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía,
bendice a tu Dios. ¡Aleluya!
Salmo 94 - Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras
día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la
Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra
firme que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros
su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto
mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Pueblo
del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. ¡Aleluya!
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Himnos:
Son composiciones
poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la
celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo
eclesial y bíblico. Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las
celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Que doblen las campanas jubilosas.
Que doblen las campanas jubilosas,
y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de
aleluyas,
de gozo y esperanza en el Señor.
Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es
libertad,
ni la muerte ni el mal son para
el hombre
su destino, su última verdad.
Derrotados la muerte y el pecado,
es de Dios toda historia y su final;
esperen con confianza su venida:
no teman, con ustedes él está.
Volverán encrespadas tempestades
para hundir su fe y su verdad,
es más fuerte que el mal y que
su embate
el poder del Señor, que los salvará.
Aleluyas cantemos a Dios Padre,
aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría
que su amor derramó en el
corazón. ¡Amén!
SALMODIA
Es un conjunto de dos salmos y un cántico bíblico del Antiguo
o del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa. Al
inicio, cada Salmo tiene un enunciado
y una breve cita bíblica o cita de algún Padre de la Iglesia. A los Salmos se
les conoce en hebreo como “Tehillim” que significa “cántico de
Alabanza”, en griego es “Psalmoi”, que
significa “cántico que ha de ser entonado al son del salterio” El versículo Gloria al Padre se dice al final de todos los salmos
y cánticos del Oficio de lectura.
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Ant 1. Señor, Dios mío, te vistes
de belleza y majestad,
la
luz te envuelve como un manto. ¡Aleluya!
Salmo 103 - I (104): Himno
al Dios Creador
El que es de Cristo es una criatura nueva; lo antiguo ha pasado, lo
nuevo ha comenzado (2Co 5,17)
Bendice,
alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué
grande eres!
Te vistes de
belleza y majestad,
la luz te envuelve
como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu
morada sobre las aguas;
las nubes te sirven
de carroza,
avanzas en las alas
del viento;
los vientos te
sirven de mensajeros;
el fuego llameante,
de ministro.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará
jamás;
la cubriste con el
manto del océano,
y las aguas se
posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu
trueno se precipitaron,
mientras subían los
montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto
asignado.
Trazaste una
frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir
la tierra.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan
entre los montes;
en ellos beben las
fieras de los campos,
el asno salvaje
apaga su sed;
junto a ellos
habitan las aves del cielo,
y entre las frondas
se oye su canto.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
¡Aleluya!
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Ant 2. El Señor saca pan de los campos
y vino para alegrar el corazón del hombre. ¡Aleluya!
Salmo 103 - II (104): Himno
al Dios Creador
Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos. (San
Columbano)
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se
sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba
para los ganados,
y forraje para los
que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da
brillo a su rostro,
y alimento que le
da fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del
Líbano que él plantó:
allí anidan los
pájaros,
en su cima pone
casa la cigüeña.
Los riscos son para
las cabras,
las peñas son
madriguera de erizos.
Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su
ocaso.
Pones las tinieblas
y viene la noche
y rondan las fieras
de la selva;
los cachorros rugen
por la presa,
reclamando a Dios
su comida.
Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus
guaridas;
el hombre sale a
sus faenas,
a su labranza hasta
el atardecer.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant. El Señor saca pan de los
campos
y vino para alegrar el corazón del hombre.
¡Aleluya!
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Ant 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. ¡Aleluya!
Salmo 103 - III (104): Himno
al Dios Creador
Si somos dignos de que él esté en nosotros. (San Columbano)
¡Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría!;
la tierra está llena de tus
creaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de
bienes;
escondes tu rostro, y se espantan;
les
retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella
tiembla;
cuando toca los montes, humean.
Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Oración del Salmo
Padre, como hiciste
manantiales en los valles para formar arroyos entre montañas,
así hiciste fluir de
los Apóstoles corrientes vivientes de gracia
para que su enseñanza
traiga salvación a todas las naciones.
Que tengamos un
conocimiento práctico de su doctrina,
seamos obedientes a sus mandamientos,
obtengamos la remisión de nuestros pecados a través de sus oraciones
y
finalmente recibamos la recompensa de la felicidad eterna.
Ant. Vio Dios todo lo
que había hecho, y era muy bueno. ¡Aleluya!
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Silencio sagrado (indicado
por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones
la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. Dichosos sus ojos porque ven.
R. Y sus oídos porque oyen.
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Primera
Lectura: Del libro del
Génesis 9, 1-19
El Pacto de Dios con
Noé y su Descendencia
Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles:
«Crezcan, multiplíquense y llenen la tierra. Todos los animales de
la tierra les temerán y respetarán:
aves del cielo, reptiles del suelo, peces
del mar están en su poder.
Todo lo que vive y se mueve les servirá de alimento:
les lo entrego lo mismo que los vegetales.
Pero no coman carne con sangre, que
es su vida.
Pediré cuentas de su sangre y vida, se las pediré a cualquier animal;
y al
hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano.
Si uno derrama la sangre de
un hombre, otro derramará la suya;
porque Dios hizo al hombre a su imagen.
Ustedes, crezcan y multiplíquense, muévanse por la
tierra y domínenla.»
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
«Yo hago un pacto con ustedes y con sus descendientes, con todos
los animales que los acompañaron,
aves, ganado y fieras, con todos los que
salieron del arca y ahora viven en la tierra.
Hago un pacto con ustedes:
El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que devaste la
tierra.»
Y Dios añadió:
«Ésta es la señal del pacto que hago con ustedes y con todo lo que
vive con ustedes, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal
de mi pacto con la tierra.
Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en
las nubes el arco
y recordaré mi pacto con ustedes y con todos los animales, y
el diluvio no volverá a destruir los vivientes.
Saldrá el arco en las nubes y,
al verlo, recordaré mi pacto perpetuo:
Pacto de Dios con los animales, con lo
que vive en la tierra.»
Dios dijo a Noé:
«Ésta es la señal del pacto que hago con todo lo que vive en la
tierra.»
Los hijos de Noé que salieron del arca fueron: Sem, Cam y Jafet;
Cam es el padre de Canaán.
Son los tres hijos de Noé que se propagaron por
toda la tierra.
Responsorio
R. Me sucede como en
tiempo de Noé: Juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra;
así
juro no airarme contra ti; * mi alianza de paz no vacilará.
V. Aunque
se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia.
R. Mi alianza de paz no
vacilará.
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Lectura
Patrística – El Bautismo
de Cristo
De las Disertaciones de san
Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 39, En las santas Luminarias, 14-16. 20:
PG 36, 350-351. 354. 358-359)
Cristo es hoy iluminado, dejemos que
esta luz divina
nos penetre también a nosotros; Cristo es bautizado,
bajemos con él al agua, para luego subir también con él.
Juan está bautizando, y Jesús acude a él;
posiblemente para santificar al mismo que lo bautiza;
con toda seguridad para sepultar en el agua a todo el viejo Adán;
antes de nosotros y por nosotros, el que era espíritu y carne santifica el
Jordán,
para así iniciarnos por el Espíritu y el agua en los sagrados misterios.
El Bautista se resiste, Jesús insiste. Soy yo
quien debo ser bautizado por ti,
le dice la lámpara al Sol, la voz a la Palabra, el amigo al Esposo,
el más grande entre los nacidos de mujer al Primogénito de toda creatura,
el que había saltado de gozo ya en el seno materno
al que había sido adorado también en el seno de su madre,
el que lo había precedido y lo precederá
al que se había manifestado y se manifestará.
Soy yo quien debo ser bautizado por ti; podía haber añadido: «Y por causa de
ti.»
Él, en efecto, sabía con certeza que recibiría más tarde el bautismo del
martirio
y que, como a Pedro, le serían lavados no sólo los pies, sino todo su cuerpo.
Pero, además, Jesús sube del agua;
lo cual nos recuerda que hizo subir al mundo con él hacia lo alto,
porque en aquel momento ve también cómo el cielo se rasga y se abre,
aquel cielo que Adán había cerrado para sí y para su posteridad,
como había
hecho que se le cerrase la entrada al paraíso con una espada de fuego.
El Espíritu atestigua la divinidad de Cristo,
acudiendo a él como a su igual; y una voz bajó del cielo,
ya que del cielo procedía aquel de quien testificaba esta voz;
y el Espíritu se apareció en forma corporal de una paloma,
para honrar así el cuerpo de Cristo,
que es también divino por su excepcional unión con Dios.
Muchos siglos atrás fue asimismo una paloma la que anunció el fin del diluvio.
Honremos hoy, pues, el bautismo de Cristo
y celebremos como es debido esta festividad.
Procuren una limpieza de espíritu siempre en
aumento.
Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre,
ya que para él tienen lugar todas estas palabras y misterios;
sean como lumbreras en medio del mundo,
como una fuerza vital para los demás hombres; si así lo hacen,
llegarán a ser luces perfectas en la presencia de aquella gran luz,
impregnados de sus resplandores celestiales,
iluminados de un modo más claro y puro por la Trinidad,
de la cual han recibido ahora, con menos plenitud,
un único rayo proveniente de la única Divinidad,
en Cristo Jesús, nuestro Señor,
a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. ¡Amén!
R/. Hoy se han abierto los cielos y el mar
se dulcificó,
la tierra canta de alegría y los
montes y colinas se llenan de júbilo:
* porque Cristo fue bautizado por Juan
en el Jordán.
V/. Nos ha amanecido un día sagrado; vengan,
naciones, adoren al Señor.
R/. Porque Cristo fue bautizado por Juan
en el Jordán.
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HIMNO FINAL - Te Deum (Versión Vaticana https://www.vaticannews.va/es/oraciones/te-deum.html)
En los
domingos, en las solemnidades y en las fiestas después del segundo responsorio,
se dice el siguiente himno:
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a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera
toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos
de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los
Apóstoles,
la multitud admirable de los Profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero,
digno de adoración,
Espíritu
Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del
cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
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Oración
Conclusiva
Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste solemnemente a Cristo como tu Hijo
amado,
cuando era bautizado en el Jordán y descendía el Espíritu Santo sobre
él,
concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo,
que se conserven siempre dignos de tu complacencia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Después de la
oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. † Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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Laudes: Oración de la Mañana
Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan
con la finalidad de
santificar la mañana.
Celebrarla con la salida del sol, nos recuerdan la
resurrección de Jesús, El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9)
y el “Sol de
Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida:
lo normal es entre 6 y 10 horas.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.
En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
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Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.
Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya! †
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Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico. Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Cristo, el Señor,
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Estás aquí, Señor, bien lo proclaman
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SALMODIA
Jesús es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hech 4, 11)
Den gracias al Señor porque es bueno,
¿qué podrá hacerme el hombre?
veré la derrota de mis adversarios.
en el nombre del Señor los rechacé;
en el nombre del Señor los rechacé;
ardiendo como fuego en las zarzas,
pero el Señor me ayudó;
la diestra del Señor es excelsa,
y entraré para dar gracias al Señor.
los vencedores entrarán por ella.
y fuiste mi salvación.
es ahora la piedra angular.
ha sido un milagro patente.
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
el Señor es Dios: él nos ilumina.
porque es eterna su misericordia.
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Jesucristo, la piedra rechazada por los constructores,
se ha convertido en la piedra angular de la Iglesia, nuestro hogar espiritual.
para que pueda ser vista como la puerta de salvación abierta a todas las naciones.
para celebrar la maravilla de la resurrección de Cristo.
Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
a él gloria y alabanza por los siglos.
a ti gloria y alabanza por los siglos.
a ti gloria y alabanza por los siglos.
que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti honor y alabanza por los siglos.
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Salmodien con el Espíritu, salmodien con toda su mente,
es decir, glorifiquen a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
alábenlo en su augusto firmamento.
alábenlo por su inmensa grandeza.
alábenlo con arpas y cítaras,
alábenlo con trompas y flautas,
alábenlo con platillos vibrantes.
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
santificas a tus justos y justificas a los pecadores que confiesan tu nombre.
Escúchanos mientras te pedimos humildemente:
danos alegría eterna con tus santos.
Ant. ¡Alaben al Señor por su inmensa grandeza, Aleluya!
Derramaré sobre ustedes un agua pura que los purificará:
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
en la casa de David, su siervo,
por boca de sus santos profetas:
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
en su presencia, todos nuestros días.
el perdón de sus pecados.
para iluminar a los que viven
en tiniebla y en sombra de muerte,
Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:
sino que tengamos siempre la luz de la vida.
cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
custodie sus corazones y sus pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios
y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
HORA TERCIA - Oración de Media mañana
El origen de tercia, como el de sexta y nona,
con las cuales tiene una estrecha relación, data de tiempos apostólicos.
Como ya se ha establecido, de acuerdo a una antigua costumbre de los romanos y los griegos,
el día y la noche, fueron divididos en cuatro partes de cerca de tres horas cada una.
La segunda división de las horas del día
fue la de tercia desde las nueve hasta el mediodía.
Estas divisiones del día también estaban en boga entre los judíos en tiempos de Cristo.
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Invocación Inicial
V. † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las
celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Ven Espíritu Santo, Luz y Gozo
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos
abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu
alabanza.
En sus fatigas diarias, sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema
zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de
esperanza. ¡Amén!
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Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Llamé, y él me respondió.
Salmo 119 - Deseo de la paz.
Estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración (Rm
12,12)
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios
mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llamé, y él me respondió.
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Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
Salmo 120 - El guardián del pueblo.
Ya no pasarán hambre ni
sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7,16)
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de
Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
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Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
Salmo 121. La ciudad santa de Jerusalén.
Se han acercado al monte
Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12,22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Deseen la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
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Lectura Breve Rm 5, 1-2. 5
Ya que hemos recibido la justificación por la fe,
estamos en paz con Dios,
por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos:
y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios;
y la esperanza no defrauda,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para
reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu
Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
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Oración Final
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu
Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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Los más antiguos testimonios parecen referirse
Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y
debidamente aprobados.
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Himno: Este mundo del hombre, en que él se afana
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. ¡Amén!
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Himno (opcional): Alfarero del hombre, mano
trabajadora.
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio
y también su parte más extensa.
Ant 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor.
¡Aleluya!
Salmo 22 (23): El
Buen Pastor
porque el Cordero que está en el trono los apacentará y los guiará a
fuentes de agua viva. (Apoc 7, 17)
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Oración del Salmo
Señor Jesucristo, pastor de tu Iglesia,
nos das un nuevo nacimiento en las aguas del bautismo,
nos unges con aceite salvador y nos llamas a la salvación en tu mesa.
Disipa los terrores de la muerte y las tinieblas del error.
Conduce a tu pueblo por senderos seguros,
para que descanse seguros en ti y vivan para siempre en la casa de tu Padre.
Ant. En verdes praderas me hace recostar el Señor. ¡Aleluya!
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Ant 2. Grande
es en Israel la fama del Señor. ¡Aleluya!
SALMO 75 - I (76): Acción de Gracias por la Victoria
Entonces aparecerá en
el cielo la señal del Hijo del hombre. (Mt 24, 30).
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden
sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Ant 3. La tierra
teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. ¡Aleluya!
SALMO 75 - II (76): Acción de Gracias por la Victoria
Verán al Hijo del
hombre venir sobre las nubes del cielo, lleno de poder y de gloria. (Mt 24, 30).
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la
sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la
tierra.
La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te
rodearán.
Hagan votos al Señor y cúmplanlos,
y traigan los vasallos tributo al
Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del
orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Oración del Salmo
Tu poder es asombroso, Padre, y maravillosa es tu santidad.
En tu presencia, la tierra tiembla y se detiene al mismo tiempo,
porque destruiste el poder de la muerte con la cruz.
Levántate para ayudar a tu pueblo: da tu luz y concede la salvación
a los mansos de la tierra, para que alaben tu nombre en el cielo.
Ant 3. La tierra
teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. ¡Aleluya!
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Lectura Breve: Rm 8, 26
De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de
nuestra debilidad,
pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros
con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para
reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del
Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la
voz pública de la Iglesia.
V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.
R. Con tus
palabras dame inteligencia.
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Oración Conclusiva
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu
Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al
Señor.
R. Demos gracias
a Dios.
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la tercera división (desde las 12:00 m. hasta cerca de las 3:00 p.m.)
Esta división del día fue popular también entre los judíos,
de quienes la tomó prestada la Iglesia.
Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y
debidamente aprobados.
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Himno: Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado.
Oh Jesús, que en tu
cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos
redime,
y al Espíritu Santo, luz y guía
de este pueblo que al cielo se
dirige. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio
y también su parte más extensa.
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Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres.
Salmo 125 - Dios, alegría y esperanza nuestra.
Si son compañeros en el sufrir, también lo serán en el buen ánimo
(2Co 1,7)
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos
parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la
lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El
Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y
estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como
los torrentes del Negueb.
Los que
sembraban con lágrimas
cosechan
entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando
la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo
sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres.
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Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - El esfuerzo humano es inútil sin Dios.
Son edificio de Dios
(1Co 3,9)
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que velen hasta muy tarde,
que coman el pan de sus sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras
duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127. Paz doméstica en el hogar del justo.
"Que el Señor te
bendiga desde Sión", es decir, desde su Iglesia (Arnobio)
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pedro y Juan
subían al templo, a la oración de media tarde.
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Lectura Breve 2Co 1, 21-22
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros
junto con ustedes.
Él nos ha ungido, él nos ha sellado,
y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. El Señor es mi luz y mi salvación.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
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Oración Final
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu
Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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entonces será de verdad semejante a Dios."
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico. Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
Sol de su vida y corazón.
por Jesucristo, Hijo y señor,
denos su espíritu esperanza
viva y eterna de su amor. ¡Amén!
SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Que la ofrenda perfecta de tu Hijo, sacerdote eterno de la nueva Jerusalén,
se ofrezca en cada lugar a tu nombre
y haga de todas las naciones un pueblo santo para ti.
Se convirtieron de los ídolos a Dios, para consagrarse al Dios vivo y verdadero. (1 Tes. 1, 9)
la tierra se la ha dado a los hombres.
ni los que bajan al silencio.
hiciste al hombre a tu semejanza para someter la tierra y dominarla,
y para reconocer el trabajo de tus manos en la belleza creada.
Concede que tus hijos, rodeados por todos lados de signos de tu presencia,
puedan vivir continuamente en Cristo, alabándote a través de él y con él.
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Cántico. Cf. Ap 19,1-2, 5-7: Las Bodas del Cordero.
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alaben al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le temen, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Ant. Alaben al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
por ustedes, hermanos, a quienes tanto ama el Señor.
que obra el Espíritu y por la fe en la verdad.
para darles la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
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Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor.
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
todas las generaciones,
ha hecho obras grandes por mí:
de generación en generación.
dispersa a los soberbios de corazón,
y enaltece a los humildes,
y a los ricos los despide vacíos.
acordándose de su misericordia
y su descendencia por siempre.
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente
porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:
al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
Oración Conclusiva
Oh Dios,
has prometido permanecer
con los rectos y sinceros de corazón;
concédenos vivir de tal manera
que merezcamos tenerte siempre con nosotros.
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
custodie sus corazones y sus pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios
y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. † El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
Las Completas no tienen vinculación estrecha
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros † ,
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros † ,
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros † ,
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
SALMODIA
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
Dios mío, confío en ti.»
ni la flecha que vuela de día,
diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
pisotearás leones y dragones.
lo protegeré porque conoce mi nombre,
lo defenderé, lo glorificaré;
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Lectura Breve: Ap 22, 4-5
Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.
Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
† Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
y gloria de tu pueblo Israel.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz,
y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. † El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
6. "María la Aurora" “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist
Traducido y adaptado por P. Diego Cabrera Rojas, ssc.
María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!
María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!
María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!
María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!
María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!
María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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