domingo, 30 de agosto de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Domingo, Salterio II, TO

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 
Él nos enseñó, por medio de sus preceptos, que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos". San Columbano
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II Domingo del Tiempo Ordinario

Oficio de Lectura
Himno:
Que doblen las campanas jubilosas
Salmodia
: Salmo 103-I / Salmo 103-II / Salmo 103-III
Primera Lectura:
Exhortación para Ir Tras la Sabiduría
Comienza el libro de los Proverbios 1, 1-7. 20-33
Segunda Lectura
: Mi Sacrificio Es un Espíritu Quebrantado
De los Sermones de san Agustín, obispo. (Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)

Laudes
Himno:
Cristo, El Señor
Salmodia
: Salmo 117 / Cantico: Dn 3, 52-57 / Salmo 150.
Lectura Breve:
Ez 36, 25-27

Vísperas
Himno: ¿Dónde está muerte, tu victoria?
Salmodia
: Salmo 109, 1-5.7 / Salmo 113-B /Cántico, Cf. Ap 19,1-2, 5-7
Lectura Breve:
2Ts 2, 13-14

Completas
Himno:
Se inclina ya mi frente
Salmodia
: Salmo 90
Lectura Breve:
Ap 22, 4-5
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Tercia
Himno:
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo
Salmodia
: Salmo 119 / Salmo 120 / Salmo 121
Lectura Breve:
Rm 5, 1-2. 5


Sexta
Himno:
Este mundo del hombre, en que él se afana.
Salmodia
: Salmo 22 / Salmo 75-I / Salmo 75-II
Lectura Breve:
Rm 8, 26


Nona
Himno:
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
Salmodia
: Salmo 125 / Salmo 126 / Salmo 127
Lectura Breve:
2Co 1, 21-22
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Tiempo Ordinario - Domingo de la Semana II - De La Feria. Salterio II


¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti!
Porque las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad, a las naciones,
pero sobre ti brillará el Señor
y su gloria aparecerá sobre ti.

Las naciones caminarán a tu luz
y los reyes, al esplendor de tu aurora.  (Is 60, 1-3)

 

Oficio de Lectura: Oración Primera

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Invitatorio
El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes,
según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
Si el Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como se indica al comienzo.
Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
Si el Oficio de lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada
(Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73),
antes del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en Vigilias.

Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura
el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de lectura, se omite la oración y la conclusión
y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.

(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.   
Señor, abre mis labios.
R.  Y mi boca proclamará tu alabanza.

V.  Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.  Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén! 

Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración: 

V.   Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
      limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
      perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento
      y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente

      pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
      en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. 
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
El salmo
94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.  En tal caso, si el salmo escogido forma parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.
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Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. ¡Aleluya!

Salmo 94 - Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13


Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
     el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años
     aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. ¡Aleluya!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

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 Himno: Que doblen las campanas jubilosas. 

Que doblen las campanas jubilosas,
     y proclamen el triunfo del amor,
     y llenen nuestras almas de aleluyas,
     de gozo y esperanza en el Señor. 

Los sellos de la muerte han sido rotos,
     la vida para siempre es libertad,
     ni la muerte ni el mal son para el hombre
     su destino, su última verdad. 

Derrotados la muerte y el pecado,
     es de Dios toda historia y su final;
     esperen con confianza su venida:
     no teman, con ustedes él está. 

Volverán encrespadas tempestades
     para hundir su fe y su verdad,
     es más fuerte que el mal y que su embate
     el poder del Señor, que los salvará. 

Aleluyas cantemos a Dios Padre,
     aleluyas al Hijo salvador,
     su Espíritu corone la alegría
     que su amor derramó en el corazón. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de dos salmos y un cántico bíblico del Antiguo o del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa. Al inicio, cada Salmo tiene un enunciado
y una breve cita bíblica o cita de algún Padre de la Iglesia. A los Salmos se les conoce en hebreo como
“Tehillim” que significa “cántico de Alabanza”, en griego es “Psalmoi”, que significa “cántico que ha de ser entonado al son del salterio” El versículo Gloria al Padre se dice al final de todos los salmos y cánticos del Oficio de lectura.
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Ant 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad,
            la luz te envuelve como un manto. ¡Aleluya!

Salmo 103 - I (104): Himno al Dios Creador
El que es de Cristo es una criatura nueva; lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado (2Co 5,17)


Bendice, alma mía, al Señor:
     ¡Dios mío, qué grande eres!
     Te vistes de belleza y majestad,
     la luz te envuelve como un manto. 

Extiendes los cielos como una tienda,
     construyes tu morada sobre las aguas;
     las nubes te sirven de carroza,
     avanzas en las alas del viento;
     los vientos te sirven de mensajeros;
     el fuego llameante, de ministro. 

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
     y no vacilará jamás;
     la cubriste con el manto del océano,
     y las aguas se posaron sobre las montañas; 

pero a tu bramido huyeron,
     al fragor de tu trueno se precipitaron,
     mientras subían los montes y bajaban los valles:
     cada cual al puesto asignado.
     Trazaste una frontera que no traspasarán,
     y no volverán a cubrir la tierra. 

De los manantiales sacas los ríos,
     para que fluyan entre los montes;
     en ellos beben las fieras de los campos,
     el asno salvaje apaga su sed;
     junto a ellos habitan las aves del cielo,
     y entre las frondas se oye su canto.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad,
        la luz te envuelve como un manto. ¡Aleluya!

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Ant 2.
El Señor saca pan de los campos
            y vino para alegrar el corazón del hombre. ¡Aleluya!

Salmo 103 - II (104): Himno al Dios Creador
Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos. (San Columbano) 

Desde tu morada riegas los montes,
     y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
     haces brotar hierba para los ganados,
     y forraje para los que sirven al hombre. 

Él saca pan de los campos,
     y vino que le alegra el corazón;
     y aceite que da brillo a su rostro,
     y alimento que le da fuerzas. 

Se llenan de savia los árboles del Señor,
     los cedros del Líbano que él plantó:
     allí anidan los pájaros,
     en su cima pone casa la cigüeña.
     Los riscos son para las cabras,
     las peñas son madriguera de erizos. 

Hiciste la luna con sus fases,
     el sol conoce su ocaso.
     Pones las tinieblas y viene la noche
     y rondan las fieras de la selva;
     los cachorros rugen por la presa,
     reclamando a Dios su comida. 

Cuando brilla el sol, se retiran,
     y se tumban en sus guaridas;
     el hombre sale a sus faenas,
     a su labranza hasta el atardecer.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. El Señor saca pan de los campos
        y vino para alegrar el corazón del hombre. ¡Aleluya!
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Ant 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. ¡Aleluya! 

Salmo 103 - III (104): Himno al Dios Creador
Si somos dignos de que él esté en nosotros. (San Columbano)
 

¡Cuántas son tus obras, Señor,
     y todas las hiciste con sabiduría!;
     la tierra está llena de tus creaturas.

Ahí está el mar: ancho y dilatado,
     en él bullen, sin número,
     animales pequeños y grandes;
     lo surcan las naves, y el Leviatán
     que modelaste para que retoce.

Todos ellos aguardan
     a que les eches comida a su tiempo:
     se la echas, y la atrapan;
      abres tu mano, y se sacian de bienes;

escondes tu rostro, y se espantan;
     les retiras el aliento, y expiran
     y vuelven a ser polvo;
     envías tu aliento, y los creas,
     y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre,
     goce el Señor con sus obras.
     Cuando él mira la tierra, ella tiembla;
     cuando toca los montes, humean.

Cantaré al Señor mientras viva,
     tocaré para mi Dios mientras exista:
     que le sea agradable mi poema,
     y yo me alegraré con el Señor.

Que se acaben los pecadores en la tierra,
     que los malvados no existan más.
     ¡Bendice, alma mía, al Señor!
 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén. 

Oración del Salmo
Padre, como hiciste manantiales en los valles para formar arroyos entre montañas,
así hiciste fluir de los Apóstoles corrientes vivientes de gracia
para que su enseñanza traiga salvación a todas las naciones.

Que tengamos un conocimiento práctico de su doctrina,
seamos obedientes a sus mandamientos,
obtengamos la remisión de nuestros pecados a través de sus oraciones
y finalmente recibamos la recompensa de la felicidad eterna.
 

Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. ¡Aleluya!
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Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

V. Dichosos sus ojos porque ven.
R. Y sus oídos porque oyen.
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Lectura Bíblica:
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Primera Lectura: Del libro del Génesis 9, 1-19
El Pacto de Dios con Noé y su Descendencia

Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles:
«Crezcan, multiplíquense y llenen la tierra. Todos los animales de la tierra les temerán y respetarán:
aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar están en su poder.
Todo lo que vive y se mueve les servirá de alimento: les lo entrego lo mismo que los vegetales.
Pero no coman carne con sangre, que es su vida.
Pediré cuentas de su sangre y vida, se las pediré a cualquier animal;
y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano.
Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya;
porque Dios hizo al hombre a su imagen.
Ustedes, crezcan y multiplíquense, muévanse por la tierra y domínenla.»

Dios dijo a Noé y a sus hijos:
«Yo hago un pacto con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron,
aves, ganado y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra.
Hago un pacto con ustedes:
El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.»

Y Dios añadió:
«Ésta es la señal del pacto que hago con ustedes y con todo lo que vive con ustedes, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra.
Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco
y recordaré mi pacto con ustedes y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.
Saldrá el arco en las nubes y, al verlo, recordaré mi pacto perpetuo:
Pacto de Dios con los animales, con lo que vive en la tierra.»

Dios dijo a Noé:
«Ésta es la señal del pacto que hago con todo lo que vive en la tierra.»
Los hijos de Noé que salieron del arca fueron: Sem, Cam y Jafet;
Cam es el padre de Canaán.
Son los tres hijos de Noé que se propagaron por toda la tierra. 

Responsorio 
R.
 Me sucede como en tiempo de Noé: Juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra;
      así juro no airarme contra ti; 
* mi alianza de paz no vacilará.


V. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia.

R. Mi alianza de paz no vacilará.
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Lectura Patrística – El Bautismo de Cristo
De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 39, En las santas Luminarias, 14-16. 20: PG 36, 350-351. 354. 358-359)

Cristo es hoy iluminado, dejemos que esta luz divina
nos penetre también a nosotros; Cristo es bautizado,
bajemos con él al agua, para luego subir también con él.

Juan está bautizando, y Jesús acude a él;
posiblemente para santificar al mismo que lo bautiza;
con toda seguridad para sepultar en el agua a todo el viejo Adán;
antes de nosotros y por nosotros, el que era espíritu y carne santifica el Jordán,
para así iniciarnos por el Espíritu y el agua en los sagrados misterios.

El Bautista se resiste, Jesús insiste. Soy yo quien debo ser bautizado por ti,
le dice la lámpara al Sol, la voz a la Palabra, el amigo al Esposo,
el más grande entre los nacidos de mujer al Primogénito de toda creatura,
el que había saltado de gozo ya en el seno materno
al que había sido adorado también en el seno de su madre,
el que lo había precedido y lo precederá
al que se había manifestado y se manifestará.
Soy yo quien debo ser bautizado por ti; podía haber añadido: «Y por causa de ti.»
Él, en efecto, sabía con certeza que recibiría más tarde el bautismo del martirio
y que, como a Pedro, le serían lavados no sólo los pies, sino todo su cuerpo.

Pero, además, Jesús sube del agua;
lo cual nos recuerda que hizo subir al mundo con él hacia lo alto,
porque en aquel momento ve también cómo el cielo se rasga y se abre,
aquel cielo que Adán había cerrado para sí y para su posteridad,
como había hecho que se le cerrase la entrada al paraíso con una espada de fuego.

El Espíritu atestigua la divinidad de Cristo,
acudiendo a él como a su igual; y una voz bajó del cielo,
ya que del cielo procedía aquel de quien testificaba esta voz;
y el Espíritu se apareció en forma corporal de una paloma,
para honrar así el cuerpo de Cristo,
que es también divino por su excepcional unión con Dios.
Muchos siglos atrás fue asimismo una paloma la que anunció el fin del diluvio.

Honremos hoy, pues, el bautismo de Cristo
y celebremos como es debido esta festividad.

Procuren una limpieza de espíritu siempre en aumento.
Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre,
ya que para él tienen lugar todas estas palabras y misterios;
sean como lumbreras en medio del mundo,
como una fuerza vital para los demás hombres; si así lo hacen,
llegarán a ser luces perfectas en la presencia de aquella gran luz,
impregnados de sus resplandores celestiales,
iluminados de un modo más claro y puro por la Trinidad,
de la cual han recibido ahora, con menos plenitud,
un único rayo proveniente de la única Divinidad,
en Cristo Jesús, nuestro Señor,
a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. ¡Amén!


R/. Hoy se han abierto los cielos y el mar se dulcificó,
       la tierra canta de alegría y los montes y colinas se llenan de júbilo:
      
* porque Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán.
V/. Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor.
R/. Porque Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán.

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HIMNO FINAL - Te Deum  (Versión Vaticana  https://www.vaticannews.va/es/oraciones/te-deum.html)
En los domingos, en las solemnidades y en las fiestas después del segundo responsorio, se dice el siguiente himno:
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 A ti, oh Dios, te alabamos,
       a ti, Señor, te reconocemos.
       A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. 

Los ángeles todos, los cielos
      y todas las potestades te honran. 

Los querubines y serafines
      te cantan sin cesar: 

Santo, Santo, Santo es el Señor,
     Dios del universo.
     Los cielos y la tierra están llenos
     de la majestad de tu gloria. 

A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
      la multitud admirable de los Profetas,
      el blanco ejército de los mártires. 

A ti la Iglesia santa,
     extendida por toda la tierra, te proclama: 

Padre de inmensa majestad,
     Hijo único y verdadero,
     digno de adoración,
     Espíritu Santo, Defensor. 

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
      Tú eres el Hijo único del Padre. 

Tú, para liberar al hombre,
     aceptaste la condición humana
     sin desdeñar el seno de la Virgen. 

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
     abriste a los creyentes el reino del cielo. 

Tú te sientas a la derecha de Dios
     en la gloria del Padre.

Creemos que un día
    has de venir como juez. 

Te rogamos, pues,
     que vengas en ayuda de tus siervos,
     a quienes redimiste con tu preciosa sangre. 

Haz que en la gloria eterna
     nos asociemos a tus santos. 

    La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno. 

Salva a tu pueblo, Señor,
     y bendice tu heredad. 

Sé su pastor y ensálzalo eternamente. 

Día tras día te bendecimos
     y alabamos tu nombre para siempre,
     por eternidad de eternidades. 

Dígnate, Señor, en este día
     guardarnos del pecado. 

Ten piedad de nosotros, Señor,
     ten piedad de nosotros. 

Que tu misericordia, Señor,
     venga sobre nosotros,
     como lo esperamos de ti. 

En ti, Señor, confié,
     no me veré defraudado para siempre.
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Oración Conclusiva
Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste solemnemente a Cristo como tu Hijo amado,
cuando era bautizado en el Jordán y descendía el Espíritu Santo sobre él,
concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo,
que se conserven siempre dignos de tu complacencia.
 

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade: 

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Laudes: Oración de la Mañana

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan
con la finalidad de santificar la mañana.
Celebrarla con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9)
y el “Sol de Justicia (
Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar
y a su equivalencia simbólica con la resurrección. 
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida:
lo normal es entre 6 y 10 horas.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya 

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya 
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Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya 

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva, Aleluya 
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cristo, el Señor.

Cristo, el Señor,
     como la primavera,
     como una nueva aurora,
     resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
     es nuestro rescate,
     nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
     muerto y florecido,
     tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
     se movió la roca,
     y el fruto brotó.

Dueño de la muerte,
     en el árbol grita.
     su resurrección.

Humilde en la tierra,
     Señor de los cielos,
     su cielo nos dio.

Ábranse de gozo
     las puertas del Hombre,
     que al hombre salvó.

Gloria para siempre
     al Cordero humilde
     que nos redimió. ¡Amén!
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Himno 2 (opcional): Estás aquí, Señor, bien lo proclaman.

Estás aquí, Señor, bien lo proclaman
     los justos que de siempre han esperado
     estar cerca de ti, porque te aman
     y luchan por el mundo que has salvado.

Estás aquí, mi Dios, humilde hermano,
     presencia ante mis ojos revelada,
     Salvador eternal del pueblo humano,
     Luz de Luz que brilla en tu mirada.

Bienvenido, Mesías esperado;
     que deje el corazón toda amargura
     porque Dios, siendo Dios, nos ha salvado
     en locura de amor y de ternura.

Demos gracias al Padre que ha querido
     darnos el Hijo eterno y bien amado,
     todo el pueblo de Dios le cante unido
     al Fuego del amor que lo ha engendrado. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant. 1 ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!

Salmo 117: Himno de acción de gracias después de la victoria.
Jesús es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hech 4, 11)

Den gracias al Señor porque es bueno,
     porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
     y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
     ¿qué podrá hacerme el hombre?
     El Señor está conmigo y me auxilia,
     veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
     que fiarse de los hombres,
     mejor es refugiarse en el Señor
     que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
     en el nombre del Señor los rechacé;
     me rodeaban cerrando el cerco,
     en el nombre del Señor los rechacé;
     me rodeaban como avispas,
     ardiendo como fuego en las zarzas,
     en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
     pero el Señor me ayudó;
     el Señor es mi fuerza y mi energía,
     él es mi salvación.

Escuchen: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos:
     «La diestra del Señor es poderosa,
     la diestra del Señor es excelsa,
     la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
     Me castigó, me castigó el Señor,
     pero no me entregó a la muerte.

Ábranme las puertas del triunfo,
     y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
     los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
     y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
     es ahora la piedra angular.
     Es el Señor quien lo ha hecho,
     ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
     sea nuestra alegría y nuestro gozo.
     Señor, danos la salvación; Señor,
     danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
      los bendecimos desde la casa del Señor;
      el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenen una procesión con ramos
      hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
      Dios mío, yo te ensalzo.

Den gracias al Señor porque es bueno,
      porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Dios, nos has dado el gran día de regocijo:
Jesucristo, la piedra rechazada por los constructores,
se ha convertido en la piedra angular de la Iglesia, nuestro hogar espiritual. 
Derrama sobre tu Iglesia los rayos de tu gloria,
para que pueda ser vista como la puerta de salvación abierta a todas las naciones.
Que resuenen gritos de alegría y júbilo en sus tiendas
para celebrar la maravilla de la resurrección de Cristo.

Ant. ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!
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Ant 2. ¡Cantemos un Himno al Señor nuestro Dios, Aleluya!

Cántico Dn 3, 52-57: Que la creación entera alabe al Señor.
El Creador es bendito por los Siglos. (Rom 1, 25)

Bendito eres, Señor,
     Dios de nuestros padres:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
     a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú,
     que sentado sobre querubines
     sondeas los abismos:
     a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
     a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Cantemos un Himno al Señor nuestro Dios, Aleluya!
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Ant 3. ¡Alaben al Señor por su inmensa grandeza, Aleluya!

Salmo 150 - Alaben al Señor.
Salmodien con el Espíritu, salmodien con toda su mente,
es decir, glorifiquen a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)

Alaben al Señor en su templo,
     alábenlo en su augusto firmamento.

alábenlo por sus obras magníficas,
     alábenlo por su inmensa grandeza.

alábenlo tocando trompetas,
     alábenlo con arpas y cítaras,

alábenlo con tambores y danzas,
     alábenlo con trompas y flautas,

alábenlo con platillos sonoros,
     alábenlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo

Señor Dios, creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas creadas,
santificas a tus justos y justificas a los pecadores que confiesan tu nombre.
Escúchanos mientras te pedimos humildemente:
danos alegría eterna con tus santos.

Ant. ¡Alaben al Señor por su inmensa grandeza, Aleluya!
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Lectura Breve: Ez 36, 25-27
Derramaré sobre ustedes un agua pura que los purificará:
de todas sus inmundicias e idolatrías los he de purificar;
y les daré un corazón nuevo, y les infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de su carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne.
Les infundiré mi espíritu, y haré que caminen según mis preceptos,
y que guarden y cumplan mis mandatos.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre. 
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre. 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.  
                                                      (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así,
     la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven
     en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo
para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:
R:/ Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.

Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
- haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte,
   sino que tengamos siempre la luz de la vida.

Que sepamos descubrir, Señor,
cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
- para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
- antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.

Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
- asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Oh Dios, has prometido permanecer
con los rectos y sinceros de corazón;
concédenos vivir de tal manera
que merezcamos tenerte siempre con nosotros.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  
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Fórmula larga:  
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † 
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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HORA TERCIA - Oración de Media mañana

El origen de tercia, como el de sexta y nona,
con las cuales tiene una estrecha relación, data de tiempos apostólicos.


Como ya se ha establecido, de acuerdo a una antigua costumbre de los romanos y los griegos,
el día y la noche, fueron divididos en cuatro partes de cerca de tres horas cada una.


La segunda división de las horas del día
fue la de tercia desde las nueve hasta el mediodía.


Estas divisiones del día también estaban en boga entre los judíos en tiempos de Cristo.
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Invocación Inicial

V. † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Ven Espíritu Santo, Luz y Gozo

Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
     Amor, que en tus incendios nos abrasas:
     renueva el alma de este pueblo tuyo
     que por mis labios canta tu alabanza.

En sus fatigas diarias, sé descanso;
     en su lucha tenaz, vigor y gracia:
     haz germinar la caridad del Padre,
     que engendra flores y que quema zarzas.

Ven, Amor, que iluminas el camino,
     compañero divino de las almas:
     ven con tu viento a sacudir al mundo
     y a abrir nuevos senderos de esperanza. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Llamé, y él me respondió.

Salmo 119 - Deseo de la paz.
Estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración (Rm 12,12)


En mi aflicción llamé al Señor,
     y él me respondió.
     Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
     de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
     lengua traidora?
     Flechas de arquero, afiladas
     con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
     acampado en Cadar!
     Demasiado llevo viviendo
     con los que odian la paz;
     cuando yo digo: «Paz»,
     ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Llamé, y él me respondió.
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Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.


Salmo 120 - El guardián del pueblo.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7,16)


Levanto mis ojos a los montes:
     ¿de dónde me vendrá el auxilio?
     El auxilio me viene del Señor,
     que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
     tu guardián no duerme;
     no duerme ni reposa el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
     está a tu derecha;
     de día el sol no te hará daño,
     ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
     él guarda tu alma;
     el Señor guarda tus entradas y salidas,
     ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.
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Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

Salmo 121. La ciudad santa de Jerusalén.
Se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12,22)


¡Qué alegría cuando me dijeron:
     «Vamos a la casa del Señor»!
     Ya están pisando nuestros pies
     tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
     como ciudad bien compacta.
     Allá suben las tribus,
     las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
     a celebrar el nombre del Señor;
     en ella están los tribunales de justicia
     en el palacio de David.

Deseen la paz a Jerusalén:
     «Vivan seguros los que te aman,
     haya paz dentro de tus muros,
     seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
     voy a decir: «La paz contigo.»
     Por la casa del Señor, nuestro Dios,
     te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.
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Lectura Breve   Rm 5, 1-2. 5

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios,
por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos:
y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios;
y la esperanza no defrauda,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
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Oración Final

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.

Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión

V. 
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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HORA SEXTA - Oración del Mediodía
A pesar de su antigüedad la hora sexta
nunca tuvo la importancia de las vigilias, maitines y vísperas.

Los más antiguos testimonios parecen referirse
a una breve oración de naturaleza privada.

Casiano nos dice que en Palestina se recitaban tres Salmos en sexta,
como también en las horas tercia y nona.

Este número fue adoptado por las Reglas de San Columbano,
San Benito, San Isidoro y San Fructuoso, y en cierta medida por la Iglesia Romana.
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Invocación Inicial

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

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Himno:
Este mundo del hombre, en que él se afana

Este mundo del hombre, en que él se afana
     tras la felicidad que tanto ansía,
     tú lo vistes, Señor, de luz temprana
     y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
     el secreto más hondo de esta vida;
     un nuevo cielo y una nueva tierra
     colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
     no tardes en venir gloriosamente;
     tu luz resplandeciente y tu victoria
     inunden nuestra vida eternamente. ¡Amén!
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Himno
(opcional): Alfarero del hombre, mano trabajadora.

Alfarero del hombre, mano trabajadora
     que, de los hondos limos iniciales,
     convocas a los pájaros a la primera aurora,
     al pasto, los primeros animales.

De mañana te busco, hecho de luz concreta,
     de espacio puro y tierra amanecida.
     De mañana te encuentro, Vigor, Origen, Meta
     de los sonoros ríos de la vida.

El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
     tus manos son recientes en la rosa;
     se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
     y estás de corazón en cada cosa.

No hay brisa, si no alientas; monte, si no estás dentro,
     ni soledad en que no te hagas fuerte.
     Todo es presencia y gracia. Vivir es este encuentro:
     tú, por la luz; el hombre, por la muerte.

¡Que se acabe el pecado! ¡Mira, que es desdecirte
     dejar tanta hermosura en tanta guerra!
     Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
     de haberle dado un día las llaves de la tierra. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.

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Ant 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. ¡Aleluya!

Salmo 22 (23): El Buen Pastor
porque el Cordero que está en el trono los apacentará y los guiará a fuentes de agua viva. (Apoc 7, 17)


El Señor es mi Pastor, nada me falta:
     en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
     y repara mis fuerzas;
     me guía por el sendero justo,
     por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
     nada temo, porque tú vas conmigo:
     tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí
     enfrente de mis enemigos;
     me unges la cabeza con perfume,
     y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
     todos los días de mi vida,
     y habitaré en la casa del Señor
     por años sin término.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del Salmo
Señor Jesucristo, pastor de tu Iglesia,
nos das un nuevo nacimiento en las aguas del bautismo,
nos unges con aceite salvador y nos llamas a la salvación en tu mesa.

Disipa los terrores de la muerte y las tinieblas del error.
Conduce a tu pueblo por senderos seguros,
para que descanse seguros en ti y vivan para siempre en la casa de tu Padre.

Ant. En verdes praderas me hace recostar el Señor. ¡Aleluya!
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Ant 2. Grande es en Israel la fama del Señor. ¡Aleluya!

SALMO 75 - I (76): Acción de Gracias por la Victoria
Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre. (Mt 24, 30).
 

Dios se manifiesta en Judá,
     su fama es grande en Israel;
     su tabernáculo está en Jerusalén,
     su morada en Sión:
     allí quebró los relámpagos del arco,
     el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
     con montones de botín conquistados.
     Los valientes duermen su sueño,
     y a los guerreros no les responden sus brazos.
     Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
     inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.
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Ant 3.
La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. ¡Aleluya!

SALMO 75 - II (76): Acción de Gracias por la Victoria
Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, lleno de poder y de gloria. (Mt 24, 30).


Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
     al ímpetu de tu ira?
     Desde el cielo proclamas la sentencia:
     la tierra teme sobrecogida,
     cuando Dios se pone en pie para juzgar,
     para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
     los que sobrevivan al castigo te rodearán.
     Hagan votos al Señor y cúmplanlos,
     y traigan los vasallos tributo al Temible:
     él deja sin aliento a los príncipes,
     y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del Salmo
Tu poder es asombroso, Padre, y maravillosa es tu santidad.
En tu presencia, la tierra tiembla y se detiene al mismo tiempo,
porque destruiste el poder de la muerte con la cruz.
Levántate para ayudar a tu pueblo: da tu luz y concede la salvación
a los mansos de la tierra, para que alaben tu nombre en el cielo.

Ant 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. ¡Aleluya!
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Lectura Breve: Rm 8, 26

De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad,
pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros
con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.
R. Con tus palabras dame inteligencia.
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Oración Conclusiva


Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.

Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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HORA NONA - Oración de Media tarde.

Una antigua costumbre griega y romana, dividía el día,
al igual que la noche, en cuatro partes, cada una compuesta de tres horas.
La última hora de cada división dio su nombre al trimestre cuarto de la jornada,
la tercera división
(desde las 12:00 m. hasta cerca de las 3:00 p.m.)
fue llamada la Nona (latín Nonus, nona, noveno).

La hora de nona era considerada como el cierre de las actividades del día
y la hora para los baños y la cena.
Esta división del día fue popular también entre los 
judíos,
de quienes la tomó prestada la Iglesia
.
San Cipriano ve en las horas de tercia, sexta y nona,
que vienen después de un lapso de tres horas, una alusión a la Trinidad.
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Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

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Himno: Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado.

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
     tu gran amor, tu gran misericordia,
     y tu fuerza nos das para seguirte
     por el mismo camino hacia la gloria.

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
     nuestra parte en tu obra salvadora,
     y, al llegar a la tarde de la vida,
     en gozo eterno el Padre nos acoja.

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
     a Jesús, que en su sangre nos redime,
     y al Espíritu Santo, luz y guía
     de este pueblo que al cielo se dirige. ¡Amén!
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SALMODIA

Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Salmo 125
- Dios, alegría y esperanza nuestra.
Si son compañeros en el sufrir, también lo serán en el buen ánimo (2Co 1,7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
     nos parecía soñar:
     la boca se nos llenaba de risas,
     la lengua de cantares. 

Hasta los gentiles decían:
     «El Señor ha estado grande con ellos».
     El Señor ha estado grande con nosotros,
     y estamos alegres. 

Que el Señor cambie nuestra suerte,
     como los torrentes del Negueb.
     Los que sembraban con lágrimas
     cosechan entre cantares. 

Al ir, iba llorando,
     llevando la semilla;
     al volver, vuelve cantando,
     trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
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Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126 - El esfuerzo humano es inútil sin Dios.
Son edificio de Dios (1Co 3,9)


Si el Señor no construye la casa,
     en vano se cansan los albañiles;
     si el Señor no guarda la ciudad,
     en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
     que velen hasta muy tarde,
     que coman el pan de sus sudores:
     ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
     su salario, el fruto del vientre:
     son saetas en manos de un guerrero
     los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba:
     No quedará derrotado cuando litigue
     con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
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Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.

Salmo 127. Paz doméstica en el hogar del justo.
"Que el Señor te bendiga desde Sión", es decir, desde su Iglesia (Arnobio)

Dichoso el que teme al Señor
     y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
     serás dichoso, te irá bien;
     tu mujer, como parra fecunda,
     en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
     alrededor de tu mesa:
     ésta es la bendición del hombre
     que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
     que veas la prosperidad de Jerusalén
     todos los días de tu vida;
     que veas a los hijos de tus hijos.
     ¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.
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Lectura Breve   2Co 1, 21-22

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con ustedes.
Él nos ha ungido, él nos ha sellado,
y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

V. El Señor es mi luz y mi salvación.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
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Oración Final
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.

Por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Conclusión

V. 
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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Tiempo Ordinario. Segundas Vísperas del Domingo - De la Feria. Salterio II

II VÍSPERAS 
Oración de la tarde
“Si el alma hace buen uso 
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.


Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas:  
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo), 
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
      Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: ¿Dónde está muerte, tu victoria?

¿Dónde está muerte, tu victoria?
     ¿Dónde está muerte, tu aguijón?
     Todo es destello de su gloria,
     clara luz, resurrección.

Fiesta es la lucha terminada,
     vida es la muerte del Señor,
     día la noche engalanada,
     gloria eterna de su amor.

Fuente perenne de la vida,
     luz siempre viva de su don,
     Cristo es ya vida siempre unida
     a toda vida en aflicción.

Cuando la noche se avecina,
     noche del hombre y su ilusión,
     Cristo es ya luz que lo ilumina,
     Sol de su vida y corazón.

Demos al Padre la alabanza,
     por Jesucristo, Hijo y señor,
     denos su espíritu esperanza
     viva y eterna de su amor. ¡Amén!
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Himno (opcional): Dios de la luz, presencia ardiente.

Dios de la luz, presencia ardiente
     sin meridiano ni frontera:
     vuelves la noche mediodía,
     ciegas al sol con tu derecha.

Como columna de la aurora,
     iba en la noche tu grandeza;
     te vio el desierto, y destellaron
     luz de tu gloria las arenas.

Cerró la noche sobre Egipto
     como cilicio de tinieblas;
     para tu pueblo amanecías
     bajo los techos de las tiendas.

Eres la luz, pero en tu rayo
     lanzas el día o la tiniebla:
     ciegas los ojos del soberbio,
     curas al pobre su ceguera.

Cristo Jesús, tú que trajiste fuego
     a la entraña de la tierra,
     guarda encendida nuestra lámpara
     hasta la aurora de tu vuelta. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. ¡Aleluya!

Salmo 109, 1-5. 7: El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
     «Siéntate a mi derecha,
     y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
     somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
     entre esplendores sagrados;
     yo mismo te engendré, como rocío,
     antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
     «Tú eres sacerdote eterno
     según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha,
     el día de su ira, quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
     por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios Todopoderoso, lleva el reino de Cristo, tu ungido, a su plenitud.
Que la ofrenda perfecta de tu Hijo, sacerdote eterno de la nueva Jerusalén,
se ofrezca en cada lugar a tu nombre
y haga de todas las naciones un pueblo santo para ti.

Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. ¡Aleluya!
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Ant 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. ¡Aleluya!

Salmo 113-b: Himno al Dios Verdadero.
Se convirtieron de los ídolos a Dios, para consagrarse al Dios vivo y verdadero. (1 Tes. 1, 9)

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
     sino a tu nombre da la gloria;
     por tu bondad, por tu lealtad.
     ¿Por qué han de decir las naciones:
     «Dónde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
     lo que quiere lo hace.
     Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
     hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
     tienen ojos, y no ven;
     tienen orejas, y no oyen;
     tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
     tienen pies, y no andan;
     no tiene voz su garganta:
     que sean igual los que los hacen,
     cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
     él es su auxilio y su escudo.
     La casa de Aarón confía en el Señor:
     él es su auxilio y su escudo.
     Los fieles del Señor confían en el Señor:
     él es su auxilio y su escudo.

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
     bendiga a la casa de Israel,
     bendiga a la casa de Aarón;
     bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes.

Que el Señor les acreciente, a ustedes y a sus hijos;
     benditos sean del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
     El cielo pertenece al Señor,
     la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
     ni los que bajan al silencio.
     Nosotros, sí,
     bendeciremos al Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, creador y gobernante del cielo y la tierra,
hiciste al hombre a tu semejanza para someter la tierra y dominarla,
y para reconocer el trabajo de tus manos en la belleza creada.
Concede que tus hijos, rodeados por todos lados de signos de tu presencia,
puedan vivir continuamente en Cristo, alabándote a través de él y con él.

Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. ¡Aleluya!
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Ant 3. Alaben al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

Cántico. Cf. Ap 19,1-2, 5-7: Las Bodas del Cordero.  
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza, que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alaben al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le temen, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alaben al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
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Lectura Breve:   2 Tes 2, 13-14
Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios
por ustedes, hermanos, a quienes tanto ama el Señor.
Dios los eligió desde toda la eternidad
para darles la salud por la santificación
que obra el Espíritu y por la fe en la verdad.
Con tal fin los convocó
por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros,
para darles la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

     Responsorio Breve
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. Dichosos serán cuando los hombres los aborrezcan, a causa del Hijo del hombre; alégrense entonces y salten de gozo, porque será grande en el cielo su recompensa.
Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor. 
                                                  (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán
     todas las generaciones,
     porque el Poderoso
     ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham
     y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dichosos serán cuando los hombres los aborrezcan, a causa del Hijo del hombre; alégrense entonces y salten de gozo, porque será grande en el cielo su recompensa.
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Preces o Intercesiones
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente
a los que por medio de él se acercan a Dios,
porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:
R:/ Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas,
al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre
y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.

Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
que tú elegiste como morada de tu gloria.

Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.

Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Oh Dios,
has prometido permanecer
con los rectos y sinceros de corazón;
concédenos vivir de tal manera
que merezcamos tenerte siempre con nosotros.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  
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Fórmula larga:  
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:   
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario, Domingo – salterio II.
Después de las Segundas Vísperas del Domingo y de las Solemnidades 



COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno


El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia." San Columbano
Sus textos aluden al sueño,
y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.


Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas-
 que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas 
o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha
con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el “aleluya” 
al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
“El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana;
Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar.”
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros  ,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros  ,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros  ,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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Himno: Cuando acabamos el día.

Cuando acabamos el día
     te suplicamos, Señor,
     nos hagas de centinela
     y otorgues tu protección.

Que te sintamos: contigo
     sueñe nuestro corazón
     para cantar tus loores
     de nuevo al salir el sol.

Danos vida saludable,
     alienta nuestro calor,
     tu claridad ilumine
     la oscuridad que llegó.

Dánoslo, Padre piadoso,
     por Jesucristo, el Señor,
     que reina con el Espíritu
     Santo vivificador. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90: A La Sombra del Omnipotente.  
                           Les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones. (Lc 10, 19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
     que vives a la sombra del Omnipotente,
     di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. 
     Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta.
     Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás:
     su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
     ni la flecha que vuela de día,
     ni la peste que se desliza en las tinieblas,
     ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
     diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados,
     porque hiciste del Señor tu refugio,
     tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
     ni la plaga llegará hasta tu tienda,
     porque a sus ángeles ha dado órdenes
     para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
     para que tu pie no tropiece en la piedra;
     caminarás sobre áspides y víboras,
     pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
     lo protegeré porque conoce mi nombre,
     me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
     lo defenderé, lo glorificaré;
     lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
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Lectura Breve:   Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente.
Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol,
porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos,
y reinarán por los siglos de los siglos.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

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Oración Conclusiva
Humildemente te pedimos, Señor, 
que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz,
y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas.
Por Cristo nuestro Señor.  ¡Amén!

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Bendición
V. † El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, 
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist
                                                       Traducido y adaptado por P. Diego Cabrera Rojas, ssc. 

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!

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