domingo, 30 de agosto de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Viernes, Salterio I, TO


LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 
Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano
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Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.

NOTA:  La "Oración del Salmo" está traducida y adaptada del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.

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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!  

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!  
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Salmo 66 (opcional)Que todos los pueblos alaben al Señor.
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1: ¡Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!  

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Den Gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!  

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Edificaste una torre.

Edificaste una torre
     para tu huerta florida;
     un lagar para tu vino
     y, para el vino, una viña.

Y la viña no dio uvas,
     ni el lagar buena bebida:
     sólo racimos amargos
     y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre,
     Señor, para tu guarida;
     un huerto de dulces frutos,
     una noria de aguas limpias,
     un blanco silencio de horas
     y un verde beso de brisas.

Y esta casa que es tu torre,
     este mi cuerpo de arcilla,
     esta sangre que es tu sangre
     y esta herida que es tu herida
     te dieron frutos amargos,
     amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio,
     rompe tu silencio y grita!
     Que mi lagar enrojezca
     cuando tu planta lo pise,
     y que tu mesa se endulce
     con el vino de tu viña. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Salmo 50 - Confesión del Pecador Arrepentido.
Renuévense en la mente y en el Espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
     por tu inmensa compasión borra mi culpa;
     lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
     tengo siempre presente mi pecado:
     contra ti, contra ti solo pequé,
     cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
     en el juicio brillará tu rectitud.
     Mira, que en la culpa nací,
     pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
     y en mi interior me inculcas sabiduría.
     Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
     lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
     que se alegren los huesos quebrantados.
     Aparta de mi pecado tu vista,
     borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
     renuévame por dentro con espíritu firme;
     no me arrojes lejos de tu rostro,
     no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
     afiánzame con espíritu generoso:
     enseñaré a los malvados tus caminos,
     los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
     y cantará mi lengua tu justicia.
     Señor, me abrirás los labios,
     y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
     si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
     Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
     un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
     reconstruye las murallas de Jerusalén:
     entonces aceptarás los sacrificios rituales,
     ofrendas y holocaustos,
     sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, el que no conoció pecado fue hecho pecado por nosotros,
para salvarnos y restaurarnos a tu amistad.
Mira nuestro corazón contrito y nuestro espíritu afligido
y sana nuestra conciencia perturbada, para que con la alegría
y la fuerza del Espíritu Santo podamos proclamar
tu alabanza y gloria ante todas las naciones.

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
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Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Cantico - Is 45, 15-25: Que los Pueblos Todos se Conviertan al Señor.
                           Al nombre de Jesús toda rodilla se doble. (Flp 2, 10)

Es verdad: tú eres un Dios escondido,
     el Dios de Israel, el Salvador.
     Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
     se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
     mientras el Señor salva a Israel con una salvación perpetua,
     para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo - él es Dios -,
     él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó;
     no la creó vacía, sino que la formó habitable:
     «Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas, en un país tenebroso,
     no dije a la estirpe de Jacob: «Búscame en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
     y declara lo que es justo.
     Reúnanse, vengan, acérquense juntos,
     supervivientes de las naciones.
     No discurren los que llevan su ídolo de madera,
     y rezan a un dios que no puede salvar.

Declaren, aduzcan pruebas, que deliberen juntos:
     ¿Quién anunció esto desde antiguo,
     quién lo predijo desde entonces?
     ¿No fui yo, el Señor? - No hay otro Dios fuera de mí -.

Yo soy un Dios justo y salvador,
     y no hay ninguno más.

Vuélvanse hacia mí para salvarlos,
     confines de la tierra, pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia,
     una palabra irrevocable:
     «Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua»,
     dirán: «Sólo el Señor tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él,
     con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
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Ant 3. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo  
                            El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (San Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
     sirvan al Señor con alegría,
     entren en su presencia con aclamaciones.

Sepan que el Señor es Dios: 
     que él nos hizo y somos suyos,
     su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
     por sus atrios con himnos, 
     dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
     su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo

Con alegría y gozo te aclamamos, Señor,
y te pedimos: abre nuestros corazones
para cantar tus alabanzas y anunciar tu bondad y verdad.

Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.

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Lectura Breve:   Ef 4, 29-32
No salga de su boca palabra desedificante,
sino la que sirva para la necesaria edificación,
comunicando la gracia a los oyentes.

Y no provoquen más al santo Espíritu de Dios,
con el cual fueron marcados para el día de la redención.

Destierren de entre ustedes todo exacerbamiento,
animosidad, ira, pendencia, insulto y toda clase de maldad.

Sean, por el contrario, bondadosos y compasivos unos con otros,
y perdónense mutuamente
como también Dios los ha perdonado en Cristo.
Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.


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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor       
                                                     (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.


Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Adoremos a Cristo, que salvó al mundo con su cruz, y supliquémosle diciendo::
R:/ Señor, ten misericordia de nosotros.

Señor Jesucristo, cuya claridad es nuestro sol y nuestro día,
- haz que, desde el amanecer, desaparezca de nosotros todo sentimiento malo.

Vela, Señor, sobre nuestros pensamientos, palabras y obras,
- a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos.

Aparta de nuestros pecados tu vista,
- y borra en nosotros toda culpa.

Por tu cruz y tu resurrección,
- danos del gozo del Espíritu Santo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Dios misericordioso,
que has iluminado las tinieblas de nuestra ignorancia con la luz de tu palabra: 
acrecienta en nosotros la fe que tú mismo nos has dado;
que ninguna tentación pueda nunca destruir el ardor de la fe y de la caridad
que tu gracia ha encendido en nuestro Espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, 
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión:
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Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  

     Fórmula larga:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - Viernes, Salterio I. De la Feria.

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
"
(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, 
que comienzan la tarde anterior y por lo tanto 
tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior 
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial 
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Calor de Dios en sangre redentora.

Calor de Dios en sangre redentora,
y un río de piedad en tu costado;
bajo tu cruz quédeme arrodillado,
con ansia y gratitud siempre deudora.

Conózcate, oh Cristo, en esta hora
de tu perdón; mi beso apasionado,
de ardientes labios en tu pie clavado,
sea flecha de amor y paz de aurora.

Conózcame en tu vía dolorosa
y conozca, Señor, en los fulgores
de tus siete palabras, mi caída;

que en esta cruz pujante y misteriosa
pongo, sobre el amor de mis amores,
el amor entrañable de mi vida. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40: Oración de un Enfermo.
                              Uno de ustedes me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14, 18)

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
     en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
     para que sea dichoso en la tierra,
     y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
     calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
     sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor;
     «A ver si se muere y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
     disimula su mala intención, y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
     hacen cálculos siniestros:
     «Padece un mal sin remedio,
     se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
     que compartía mi pan,
     es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
     haz que pueda levantarme,
     para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
     en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
     me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
     ahora y por siempre. ¡Amén, amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Jesús, sanador de alma y cuerpo, dijiste:
Bienaventurados los misericordiosos, ellos obtendrán misericordia.
Enséñanos a ayudar a los necesitados en un espíritu de amor fraternal,
para que a su vez podamos ser recibidos y fortalecidos por ti.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
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Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Salmo 45: Dios, Refugio y Fortaleza de su Pueblo.
                              Le pondrán por nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”. (Mt. 1, 23)

Dios es nuestro refugio
     y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra
     y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
     que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
     nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
     el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
     Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
     pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
     nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Vengan a ver las obras del Señor,
     las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
     rompe los arcos, quiebra las lanzas,
     prende fuego a los escudos.

«Ríndanse, reconozcan que yo soy Dios:
     más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
     nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre todopoderoso, el refugio y la fuerza de tu pueblo,
proteges en la adversidad y defiendes en la prosperidad a quienes confían en ti. 
ue puedan perseverar en la búsqueda de su voluntad
y encontrar su camino a través de la obediencia.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
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Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico - Ap 15, 3-4: Canto de los Vencedores.  
Tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios. (San Columbano)

Grandes y maravillosas son tus obras,
     Señor, Dios omnipotente,
     justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
     Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones
     y se postrarán en tu acatamiento,
     porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
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Lectura Breve  Rm 15, 1-3
Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles,
sin complacernos a nosotros mismos.
Cada uno cuide de complacer al prójimo para su bien,
para su edificación;
que Cristo no buscó su propia complacencia,
según está escrito:
«sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron».

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre. 
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El  Señor
                                                  (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
     todas las generaciones,
     porque el Poderoso
     ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham
     y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
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Preces e Intercesiones
Bendigamos a Dios que escucha con amor la oración de los humildes
y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:
R:/ Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, Padre lleno de amor,
te pedimos por todos los miembros de la iglesia que sufren
- acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la iglesia,
  ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.

Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas,
sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,
- y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

Concede a tus hijos la fuerza necesaria
- para resistir las tentaciones del Maligno.

Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
- que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Conduce a los difuntos a la luz donde tu habitas
- para que puedan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
- Padre nuestro...

Oración
Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados
con los ejemplos de la pasión de tu Hijo
estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


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Conclusión:
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Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
  
     Fórmula larga:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, 
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario, Viernes - Salterio I.

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente 
tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
También se utilizan en las solemnidades 
(después de I y II Vísperas respectivamenteaunque no caigan en domingo.

En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas 
las Completas de Domingo I o II (a libre elección). 

Si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88].
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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"Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente,

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     ¡Gracias, Señor!, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día.
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Himno: (opcional) Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.  
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

Salmo 87: Oración de un Hombre Gravemente Enfermo.
                              Ésta es su hora, la del poder de las tinieblas (Lc. 22, 53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
     de noche grito en tu presencia;
     llegue hasta ti mi súplica,
     inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
     y mi vida está al borde del abismo;
     ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
     soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
     como los caídos que yacen en el sepulcro,
     de los cuales ya no guardas memoria,
     porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
     en las tinieblas del fondo;
     tu cólera pesa sobre mí,
     me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
     me has hecho repugnante para ellos:
     encerrado, no puedo salir,
     y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
     tendiendo las manos hacia ti.
     ¿Harás tú maravillas por los muertos?
     ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
     o tu fidelidad en el reino de la muerte?
     ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
     o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
     por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
    ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
     me doblo bajo el peso de tus terrores,
     pasó sobre mí tu incendio,
     tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
     me envuelven todos a una;
     alejaste de mí amigos y compañeros:
     mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
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Lectura Breve:   Jer 14, 9
Tú estás en medio de nosotros, Señor,
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
 V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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 Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, 
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32 
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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 Oración Conclusiva
Señor, Dios todopoderoso:
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro,
te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor ¡Amén!
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Bendición
 V. † El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!

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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora"  
       Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
                                                 Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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«Las horas señalan el paso del tiempo.
Alternativamente se suceden, en la experiencia del hombre, luz y tinieblas, 
seguridad y peligro, alegría y dolor, presencia del Dios invisible en la creación visible.» (J. Pinell)

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