domingo, 30 de agosto de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Sábado, Salterio I, TO


Tiempo Ordinario - Sábado, salterio I

LAUDES - Oración de la mañana

"En la Eternidad éramos; al nacer comenzamos a existir.
Existir es ser en el tiempo.
Y al morir dejamos de existir, pero no dejamos de ser.
Somos seres espirituales que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin
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Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor, la luz verdadera
que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (San Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
     salimos de la noche y estrenamos la aurora;
     saludamos el gozo de la luz que nos llega
     resucitada y resucitadora.

Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
     y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
     silabeas el alba igual que una palabra,
     tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
     acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
     le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
     rica de pan y amarga de sudores.

Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
     en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
     y están de cuerpo entero los dos así creando,
     los dos así velando por las cosas.

¡Bendita la mañana que trae la noticia
     de tu presencia joven, en gloria y poderío,
     la serena certeza con que el día proclama
     que el sepulcro de Cristo está vacío! ¡Amén!
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Himno (opcional): Dador de luz espléndido
   
Dador de luz espléndido
     A cuya luz serena,
     Pasada ya la noche,
     El día se despliega.

Mensajero de luz
     que de luz centellea,
     no es del alba el lucero:
     eres tú, Luz de veras,

más brillante que el sol,
     todo luz y pureza;
     enciende nuestro pecho,
     alumbra el alma nuestra.

Ven, Autor de la vida,
     prez de la luz paterna,
     sin cuya gracia el cuerpo
     se sobresalta y tiembla.

A Cristo, rey piadoso,
     y al Padre gloria eterna,
     y por todos los siglos
     al Espíritu sea. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas. 
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Salmo 118, 145-152: Te invoco de todo Corazón.
Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos. (San Columbano)

Te invoco de todo corazón;
     respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
     a ti grito: sálvame,
     y cumpliré tus decretos;
     me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
     esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
     meditando tu promesa;
     escucha mi voz por tu misericordia,
     con tus mandamientos dame vida;
     ya se acercan mis inicuos perseguidores,
     están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
     y todos tus mandatos son estables;
     hace tiempo comprendí que tus preceptos
     los fundaste para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Sálvanos con el poder de tu mano, Padre,
porque nuestros enemigos han ignorado tus palabras.
Que el fuego de tu palabra consuma nuestros pecados
y su brillo ilumine nuestros corazones.

Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
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Ant. 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Cantico - Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18: Himno a Dios, Después de la Victoria del Mar Rojo.
Los que habían vencido a la fiera cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios (Ap 15,2-3)

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
     caballos y carros ha arrojado en el mar.
     Mi fuerza y mi poder es el Señor,
     él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;
     el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
     El Señor es un guerrero,
     su nombre es «El Señor».

Los carros del faraón los lanzó al mar,
     ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.

Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
     las corrientes se alzaron como un dique,
     las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
     repartiré el botín, se saciará mi codicia,
     empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»

Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
     se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
     ¿Quién como tú, terrible entre los santos,
     temibles por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
     guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
     los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
     lugar del que hiciste tu trono, Señor;
     santuario, Señor, que fundaron tus manos.
     El Señor reina por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
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Ant 3. Alaben al Señor, todas las naciones.

Salmo 116 - Invitación Universal a la Alabanza Divina.
Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15, 9)

Alaben al Señor, todas las naciones,
     aclámenlo, todos los pueblos:

Firme es su misericordia con nosotros,
     su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios Padre nuestro, que todas las naciones y pueblos te alaben.
Que Jesús, llamado fiel y verdadero y que vive contigo eternamente,
posea nuestros corazones para siempre.

Ant. Alaben al Señor, todas las naciones.
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Lectura Breve   2Pe 1, 10-11
Hermanos, pongan más empeño todavía en consolidar su vocación y elección.
Si hacen así, nunca jamás tropezarán;

de este modo se les concederá generosamente
la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.

V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
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Cántico Evangélico (Benedictus)

Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.  
                                                      (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así,
     la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven
     en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso y fiel
de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle diciendo:
R./ Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.

Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
- te consagramos este nuevo día.

Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
- y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.

Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
- encamina hoy nuestros pasos
   para que obremos también como ella según tu voluntad.

Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
- y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre,
acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva 

Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo
ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos
ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin.


Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:   
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:   
       (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. 
Primeras Vísperas del Domingo, del Propio. Salterio II


I VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."
(San Columbano)

Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes
y las vísperas como oración de la comunidad cristiana, 
fomentando su celebración pública o comunitaria,
sobre todo entre aquellos que hacen vida común.
Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, 
a decir de San Basilio: “En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado
en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”. 
Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”, 
también recordamos la redención, o como dice el salmo 140, 2:
“el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”. 

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades,
que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
       Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:

Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: ¿Quién es éste que viene?

¿Quién es éste que viene,
     recién atardecido,
     cubierto por su sangre
     como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
     glorioso y malherido,
     y, a precio de su muerte,
     compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

Se durmió con los muertos,
     y reina entre los vivos;
     no le venció la fosa,
     porque el Señor sostuvo a su elegido.

Este es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

Anuncien a los pueblos
     qué han visto y oído;
     aclamen al que viene
     como la paz, bajo un clamor de olivos.

Este es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.

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Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. ¡Aleluya!

Salmo 118, 105-112: - Himno a la Ley Divina.
Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros. (Jn 15, 12)

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
     luz en mi sendero;
     † lo juro y lo cumpliré:
     guardaré tus justos mandamientos;
     ¡estoy tan afligido! Señor,
     dame vida según tu promesa.

Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. ¡Aleluya!

Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
     enséñame tus mandatos;
     mi vida está siempre en peligro,
     pero no olvido tu voluntad;
     los malvados me tendieron un lazo,
     pero no me desvié de tus decretos.

Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. ¡Aleluya!

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
     la alegría de mi corazón;
     inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
     siempre y cabalmente.

Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. ¡Aleluya!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Deja que tu Palabra, Padre, sea una lámpara para nuestros pies
y una luz en nuestro camino, para que podamos entender
lo que deseas enseñarnos y seguir el camino que tu luz nos marca.

Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. ¡Aleluya!
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Ant 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

Salmo 15: Cristo y sus Miembros Esperan la Resurrección.
Dios Resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hech. 2, 24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
     yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
     Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

Multiplican las estatuas de dioses extraños;
     no derramaré sus libaciones con mis manos,
     ni tomaré sus nombres en mis labios.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

El Señor es mi heredad y mi copa;
     mi suerte está en tu mano:
     me ha tocado un lote hermoso,
     me encanta mi heredad.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
     hasta de noche me instruye internamente.
     Tengo siempre presente al Señor,
     con él a mi derecha no vacilaré.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas,
     y mi carne descansa serena.
     Porque no me entregarás a la muerte,
     ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!

Me enseñarás el sendero de la vida,
     me saciarás de gozo en tu presencia,
     de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor Jesús, defiende a los que esperan en ti y danos tu consejo,
para que podamos conocer el gozo de tu resurrección
y merecer estar entre los santos a tu diestra.

Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. ¡Aleluya!
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Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. ¡Aleluya!

Cántico - Flp 2, 6-11: Cristo, Siervo de Dios, En su Misterio Pascual.

Cristo, a pesar de su condición divina,
     no hizo alarde de su categoría de Dios,
     al contrario, se anonadó a sí mismo,
     y tomó la condición de esclavo,
     pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
     se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
     y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
     y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
     de modo que al nombre de Jesús
     toda rodilla se doble
     en el cielo, en la tierra, en el abismo
     y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor,
     para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, 
rezando por ustedes, al oír hablar de su fe en Jesucristo
y del amor que tienen a todos los santos, por la esperanza
que les está reservada en los cielos, sobre la cual oyeron hablar,
por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se les hizo presente,
y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre ustedes.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. 
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. Tomen sobre ustedes mi yugo,
         y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón.

Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en el Señor: 
                                               (Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.


Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.


El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.


Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Un letrado que entiende del reino de los cielos
         es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
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Preces o Intercesiones
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido
como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
R:/ Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.

Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;
- protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.

Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
- para que así tengan también parte en su consuelo.

Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
- y haz que encuentren pronto el hogar que desean.

Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
- para que a nadie falte el pan de cada día.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor, ten piedad de los difuntos
- y ábreles la puerta de tu mansión eterna.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo
levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría
y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:   
       (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve: 
       (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo 
 y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - Domingos y Solemnidades - Después de las I Vísperas

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno


“Es prueba de gran estimación
el que Dios haya dado al hombre
la imagen de su eternidad
y la semejanza de su propia vida."

(San Columbano)

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre 
-aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual. El Aleluya se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Examen de Conciencia
“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.


Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia. 
Aparte de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas. 
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, 
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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 Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno el examen de conciencia o la revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

     Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
    por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

    Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
    que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:


V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Cuando la luz del sol es ya poniente.
Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre,
     cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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 Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4: Acción de Gracias. 
                        La resurrección de Cristo fue obra suprema y totalmente maravillosa de Dios. (San Agustín).

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
     tú que en el aprieto me diste anchura,
     ten piedad de mí y escucha mi oración.


Y ustedes, ¿hasta cuándo ultrajarán mi honor,
     amarán la falsedad y buscarán el engaño?
     Sépanlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
     y el Señor me escuchará cuando lo invoque.


Tiemblen y no pequen, reflexionen
     en el silencio de su lecho;
     ofrezcan sacrificios legítimos
     y confíen en el Señor.


Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
     si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»


Pero tú, Señor, 
     has puesto en mi corazón más alegría
     que si abundara en trigo y en vino.


En paz me acuesto y en seguida me duermo,
     porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
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Ant 2. Durante la noche, bendigan al Señor.

Salmo 133: Oración Vespertina En El Templo                
                Alaben a nuestro Dios, todos ustedes sus siervos, ustedes que lo temen, pequeños y grandes. (Ap. 19, 5).

Y ahora bendigan al Señor,
     los siervos del Señor,
     los que pasan la noche en la casa del Señor:


Levanten las manos hacia el santuario,
     y bendigan al Señor.


El Señor te bendiga desde Sión:
     el que hizo cielo y tierra.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Durante la noche, bendigan al Señor.
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Lectura Breve:   Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón,
con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria;
se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.


Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32. Cristo, Luz de las naciones y Gloria de Israel.
                                                         (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
 Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,


porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
        para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo;
que mañana nos levantemos en tu nombre
y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
       Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, 
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos

        Salve, Reina de los cielos
        y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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 6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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Bendición irlandesa

Que los caminos se abran a tu encuentro,
     que el sol brille sobre tu rostro,
     que la lluvia caiga suave sobre tus campos,
     que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud
     el recuerdo precioso
     de las cosas buenas de la vida.

Que todo don de Dios crezca en ti
     y te ayude a llevar la alegría
     a los corazones de cuantos amas.

Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,
     gracioso y generoso como el sol,
     que sale entre las nubes
     y calienta el mar tranquilo.

Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
     que los ojos de Dios te miren,
     que los oídos de Dios te oigan,
     que la Palabra de Dios te hable,
     que la mano de Dios te proteja.

Y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
     Que Dios te sostenga, y nos tenga a todos,
     en la palma de su mano.
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Bendición irlandesa (completa)

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti
y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar,
que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.


Que vivas por el tiempo que tú quieras,
y que siempre quieras vivir plenamente.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron,
pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos,
pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron,
pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.


Que el día más triste de tu futuro
no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca caiga el techo encima de ti
y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío,
una luna llena en una noche oscura,
y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.

Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen,
los ángeles te protejan, y el cielo te acoja.
Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.

Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.
Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.
Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche
tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego,
risas para que te consuelen aquellos a quienes amas,
y que se colme tu corazón con todo lo que desees.


Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos,
que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.
Que no conozcas nada más que la felicidad.
Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida,
seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.

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