domingo, 30 de agosto de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Jueves, Salterio I, TO



Tiempo Ordinario. Jueves de la Semana I
De la Feria. Salterio I

LAUDES - Oración de la mañana

“El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. Vengan adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios.

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios.
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Salmo del Invitatorio (Opcional)  
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.


Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor.
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)
Ant. 1: Al Señor, al gran Rey, vengan, adorémoslo.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vengan adoremos al Señor, porque Él es nuestro Dios.
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento

que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Crece la luz bajo tu hermosa mano.

Crece la luz bajo tu hermosa mano,
     Padre celeste, y suben
     los hombres matutinos al encuentro
     de Cristo Primogénito.


El hizo amanecer ante tus ojos
     y enalteció la aurora,
     cuando aún no estaba el hombre
     sobre el mundo para poder cantarla.

Él es principio y fin del universo,
     y el tiempo, en su caída,
     se acoge al que es la fuerza de las cosas
     y en él rejuvenece.

Él es quien nos reanima y fortalece,
     y hace posible el himno
     que, ante las maravillas de tus manos,
     cantamos jubilosos.

He aquí la nueva luz que asciende y busca
     su cuerpo misterioso;
     he aquí, en la claridad de la mañana,
     el signo de tu rostro.

Envía, Padre eterno, sobre el mundo
     el soplo de tu Hijo,
     potencia de tu diestra y primogénito
     de todos los que mueren. ¡Amén!
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Himno (opcional): Comienzan los relojes.

Comienzan los relojes
     a maquinar sus prisas;
     y miramos el mundo.
     Comienza un nuevo día.

Comienzan las preguntas,
     la intensidad, la vida;
     se cruzan los horarios.
     Qué red, qué algarabía.

Mas tú, Señor, ahora
     eres calma infinita.
     Todo el tiempo está en ti
     como en una gavilla.

Rezamos, te alabamos,
     porque existes, avisas;
     porque anoche en el aire
     tus astros se movían.

Y ahora toda la luz
     se posó en nuestra orilla. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Despierten, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Salmo 56: Oración Matutina de un Afligido.
                              Este salmo canta la pasión del Señor (San Agustín)

Misericordia, Dios mío, misericordia,
     que mi alma se refugia en ti;
     me refugio a la sombra de tus alas
     mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios Altísimo,
     al Dios que hace tanto por mí:
     desde el cielo me enviará la salvación,
     confundirá a los que ansían matarme,
     enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
     devoradores de hombres;
     sus dientes son lanzas y flechas,
     su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
     y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos
     para que sucumbiera;
     me han cavado delante una fosa,
     pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
     mi corazón está firme.
     Voy a cantar y a tocar:
     despierta, gloria mía;
     despierta, cítara y arpa;
     despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
     tocaré para ti ante las naciones:
     por tu bondad, que es más grande que los cielos;
     por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
     y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Señor, envía tu misericordia y tu verdad para rescatarnos de las trampas del diablo,
y te alabaremos entre los pueblos y te proclamaremos a las naciones,
felices de ser conocidos como compañeros de tu Hijo.

Ant. Despierten, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
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Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Cantico - Jr 31, 10-14: Felicidad del Pueblo Redimido.
                           Jesús iba a morir... para reunir a los hijos de Dios dispersos (Jn 11,51.52)

Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,
     anúncienla en las islas remotas:
     «El que dispersó a Israel lo reunirá,
     lo guardará como un pastor a su rebaño;
     porque el Señor redimió a Jacob,
     lo rescató de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
     afluirán hacia los bienes del Señor:
     hacia el trigo y el vino y el aceite,
     y los rebaños de ovejas y de vacas;
     su alma será como un huerto regado,
     y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
     gozarán los jóvenes y los viejos;
     convertiré su tristeza en gozo,
     los alegraré y aliviaré sus penas;
     alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
     y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
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Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

Salmo 47: Himno a la Gloria de Jerusalén.
                              Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén (Ap 21,10)

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
     en la ciudad de nuestro Dios,
     su monte santo, altura hermosa,
     alegría de toda la tierra:

el monte Sión, vértice del cielo,
     ciudad del gran rey;
     entre sus palacios,
     Dios descuella como un alcázar.

Miren: los reyes se aliaron
     para atacarla juntos;
     pero, al verla, quedaron aterrados
     y huyeron despavoridos;

allí los agarró un temblor
     y dolores como de parto;
     como un viento del desierto,
     que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
     en la ciudad del Señor de los ejércitos,
     en la ciudad de nuestro Dios:
     que Dios la ha fundado para siempre.

¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
     en medio de tu templo:
     como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
     llega al confín de la tierra;

tu diestra está llena de justicia:
     el monte Sión se alegra,
     las ciudades de Judá se gozan
     con tus sentencias.

Den la vuelta en torno a Sión,
     contando sus torreones;
     fíjense en sus baluartes,
     observen sus palacios,

para poder decirle a la próxima generación:
     «Este es el Señor, nuestro Dios.»
     Él nos guiará por siempre jamás

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, el cuerpo de tu Hijo resucitado es el templo no hecho por manos humanas
y el muro defensor de la nueva Jerusalén.
Que esta ciudad santa, construida con piedras vivas,
brille con resplandor espiritual y sea testigo de tu grandeza
a la vista de todas las naciones.

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
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Lectura Breve: Is 66, 1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies:
¿Qué templo podrán construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso?
Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-.
En ése pondré mis ojos:
en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. ¡Respóndeme, Señor!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo

Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:
R./ Bendícenos y santifícanos, Señor.

Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
- acepta los deseos y las acciones de este día.

Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
- sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.

Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean
- para que logremos así ser imágenes de tu bondad.

En la mañana haznos escuchar tu gracia
- y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
- Padre Nuestro…


OraciónConclusiva:

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día,
a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros
las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:   
     † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  
     † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves de la Semana I
De la Feria. Salterio I

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
"
(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades,que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica 
(la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo
al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento

que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Vengo, Señor, cansado.

Vengo, Señor, cansado;
     ¡cuánta fatiga
     van cargando mis hombros
     al fin del día!
     Dame tu fuerza
     y una caricia tuya para mis penas.

Salí por la mañana
     Entre los hombres,
     ¡y encontré tantos ricos
     que estaban pobres!
     La tierra llora,
     porque sin ti la vida es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos,
     sin ilusiones!;
     en ti buscan asilo
     sus manos torpes.
     Tu amor amigo,
     todo tu santo fuego, para su frío.

Yo roturé la tierra
     y puse trigo;
     tú diste el crecimiento
     para tus hijos.
     Así, en la tarde,
     con el cansancio a cuestas,
     te alabo, Padre.

Quiero todos los días salir contigo,
     y volver a la tarde siendo tu amigo.
     Volver a casa y extenderte las manos,
     dándote gracias. ¡Amén! 
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Salmo 29: Acción de gracias por la curación de un enfermo en peligro de muerte.
                                 Cristo, después de su gloriosa resurrección, da gracias al Padre (Casiano)

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
     y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste.
     Señor, sacaste mi vida del abismo,
     me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañan para el Señor, fieles suyos,
     den gracias a su nombre santo;
     su cólera dura un instante;
     su bondad, de por vida;
     al atardecer nos visita el llanto,
     por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
     «No vacilaré jamás.»
     Tu bondad, Señor, me aseguraba
     el honor y la fuerza;
     pero escondiste tu rostro,
     y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios:
     «¿Qué ganas con mi muerte,
     con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
     o va a proclamar tu lealtad?
     Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
     Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
     me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
     te cantará mi alma sin callarse.
     Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios nuestro Padre, glorioso que das vida, y aún más glorioso en restaurarla,
cuando llegó su última noche en la tierra, tu Hijo derramó lágrimas de sangre,
pero al amanecer trajo una alegría incomparable.
No te apartes de nosotros, o volveremos a caer en el polvo,
Conviertes nuestro duelo en alegría al levantarnos con Cristo.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
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Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Salmo 31: Acción de Gracias de un Pecador Perdonado.
David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación prescindiendo de sus obras (Rm 4,6)

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
     a quien le han sepultado su pecado;
     dichoso el hombre a quien el Señor
     no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
     rugiendo todo el día,
     porque día y noche tu mano pesaba sobre mí;
     mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
     no te encubrí mi delito;
     propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
     y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
     en el momento de la desgracia:
     la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
     me rodeas de cantos de liberación.

Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
     fijaré en ti mis ojos.

No sean irracionales como caballos y mulos,
     cuyo brío hay que domar con freno y brida;
     si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
     al que confía en el Señor, la misericordia lo rodea.

Alégrense, justos, y gocen con el Señor,
     aclámenlo, los de corazón sincero

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Deseabas, Señor,
alejarnos de tu indignación y no perdonaste a Jesucristo,
quien fue herido por nuestros pecados.
Somos tus hijos pródigos, pero confesando nuestros pecados volvemos a Ti.
Abrázanos para que podamos regocijarnos en tu misericordia
junto con Cristo tu amado Hijo.

Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
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Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Cántico - Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a: El juicio de Dios

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
     el que eres y el que eras,
     porque has asumido el gran poder
     y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera,
     y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
     y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
     y a los santos y a los que temen tu nombre,
     y a los pequeños y a los grandes,
     y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
     y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo;
     porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,
     el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
     y por la palabra del testimonio que dieron,
     y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
     Por esto, estén alegres, cielos,
     y los que moran en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
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Lectura Breve: 1Pe 1, 6-9
Salten de júbilo,
aunque de momento tengan que sufrir un poco en diversas pruebas.
Así la pureza de su fe resultará más preciosa que el oro
-que, aun después de acrisolado por el fuego, perece-
y será para su alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo.
A él no lo han visto, y lo aman; en él creen ahora, aunque no lo ven;
y se regocijarán con un gozo inefable y radiante,
al recibir el fruto de su fe, la salud de sus almas.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina. 
V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina. 
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:
R./ Escucha, Señor, nuestra oración.

Dios de amor que has hecho alianza con tu pueblo,
- haz que recordemos siempre tus maravillas.

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
- y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu y en el vínculo de la paz.

Que el mundo prospere y avance según tus designios
- y que los que lo construyen no trabajen en vano.

Envía, Señor, operarios a tu mies
- para que tu nombre sea conocido en el mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos
- y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
- Padre nuestro...

Oración
Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas
amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza,
nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día,
podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:   
     † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  
     † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario. Jueves. Salterio I. De la Feria.

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno.

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 


Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas del domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.


Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el
“aleluya” al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
“El Aleluya” se omite desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, inclusive.
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Invocación Inicial
V.  † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones e inacciones.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente
y que desde nuestra pequeñez, pidamos la misericordia de Dios y su fortaleza para mejorar.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno el examen de conciencia o la revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

     Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
    por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

    Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
    que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
       Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:
       Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, 
Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Himno: Cuando la Luz del Sol Es ya Poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día
. ¡Amén!
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Himno: Se inclina ya mi frente. (opcional)

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Mi carne descansa serena.

Salmo 15: Cristo y sus Miembros Esperan la Resurrección.
                               Dios resucitó a Jesús rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2,24)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
     yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
     Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.

Multiplican las estatuas de dioses extraños;
     no derramaré sus libaciones con mis manos,
     ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es mi heredad y mi copa;
     mi suerte está en tu mano:
     me ha tocado un lote hermoso,
     me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
     hasta de noche me instruye internamente.
     Tengo siempre presente al Señor,
     con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
     se gozan mis entrañas,
     y mi carne descansa serena.
     Porque no me entregarás a la muerte,
     ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
     me saciarás de gozo en tu presencia,
     de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Mi carne descansa serena.
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Lectura Breve:   1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz los consagre totalmente
y que todo su ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche
hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)

Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32. Cristo Luz de las naciones y Gloria de Israel.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
         † Ahora, Señor, según tu promesa,
         puedes dejar a tu siervo irse en paz,

         porque mis ojos han visto a tu Salvador,
         a quien has presentado ante todos los pueblos

         luz para alumbrar a las naciones
         y gloria de tu pueblo Israel.

         Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
         Como era en el principio, ahora y siempre,
         por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración Conclusiva
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre
con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen

Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar, ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
__________________________________________________________________________________________________________ 
4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
__________________________________________________________________________________________________________
5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
__________________________________________________________________________________________________________________________
6.       María la Aurora. Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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«Las horas señalan el paso del tiempo.
Alternativamente se suceden, en la experiencia del hombre, 
luz y tinieblas, seguridad y peligro, alegría y dolor,
presencia del Dios invisible en la creación visible.» (J. Pinell)


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