domingo, 30 de agosto de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - Lunes, Salterio I, TO


LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 
Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.
NOTA:  La "Oración del Salmo" está traducida y adaptada del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Entremos a la presencia del Señor dándole gracias 

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Entremos a la presencia del Señor dándole gracias 
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 ¡Entremos a la presencia del Señor dándole gracias 

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Entremos a la presencia del Señor dándole gracias 
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Dejado ya el descanso de la noche.

Dejado ya el descanso de la noche,
     despierto en la alegría de tu amor,
     concédeme tu luz que me ilumine
     como ilumina el sol.

No sé lo que será del nuevo día
     que entre luces y sombras viviré,
     pero sé que, si tú vienes conmigo,
     no fallará mi fe.

Tal vez me esperen horas de desierto
     amargas y sedientas, mas yo sé
     que, si vienes conmigo de camino,
     jamás yo tendré sed.

Concédeme vivir esta jornada
     en paz con mis hermanos y mi Dios,
     al sentarnos los dos para la cena,
     párteme el pan, Señor.

Recibe, Padre santo, nuestro ruego,
     acoge por tu Hijo la oración
     que fluye del Espíritu en el alma
     que sabe de tu amor. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. ¡A Ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz!

Salmo 5, 2-10. 12-13 - Oración de la Mañana de un Justo Perseguido. 
"Por la mañana escucharás mi voz" debe entenderse de la resurrección de Cristo.

Señor, escucha mis palabras,
     atiende a mis gemidos,
     haz caso de mis gritos de auxilio,
     Rey mío y Dios mío.

A ti te suplico, Señor;
     por la mañana escucharás mi voz,
     por la mañana te expongo mi causa,
     y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
     ni el malvado es tu huésped,
     ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,
     destruyes a los mentirosos;
     al hombre sanguinario y traicionero
     lo aborrece el Señor.

Pero yo, por tu gran bondad,
     entraré en tu casa,
     me postraré ante tu templo santo
     con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,
     porque tengo enemigos;
     alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,
     su corazón es perverso;
     su garganta es un sepulcro abierto,
     mientras halagan con la lengua.

Que se alegren los que se acogen a ti,
     con júbilo eterno;
     protégelos, para que se llenen de gozo
     los que aman tu nombre.

Porque tú, Señor, bendices al justo,
     y como un escudo lo rodea tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo-Oración
Señor, toda justicia y toda bondad vienen de ti;
Tú odias el mal y aborreces las mentiras.
Guía a tus siervos, en el camino de tu justicia,
para que todos los que esperan en ti
puedan regocijarse con la Iglesia y en Cristo. ¡Amén!

Ant. ¡A Ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz!
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Ant 2. ¡Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso!

Cantico - 1Cro 29, 10-13: Sólo a Dios Honor y Gloria.  
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 1,3)

Bendito eres, Señor,
     Dios de nuestro padre Israel,
     por los siglos de los siglos.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
     la gloria, el esplendor, la majestad,
     porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
     tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria,
     tú eres Señor del universo,
     en tu mano está el poder y la fuerza,
     tú engrandeces y confortas a todos.

Por eso, Dios nuestro,
     nosotros te damos gracias,
     alabando tu nombre glorioso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso!
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Ant 3. ¡Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado!

Salmo 28 - Manifestación de Dios en la Tempestad.  
Vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto» (Mt 3,17)

Hijos de Dios, aclamen al Señor,
     aclamen la gloria y el poder del Señor,
     aclamen la gloria del nombre del Señor,
     póstrense ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas,
     el Dios de la gloria hace oír su trueno,
     el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,
     la voz del Señor es magnífica,
     la voz del Señor descuaja los cedros,
     el Señor descuaja los cedros del Líbano.

Hace brincar al Líbano como a un novillo,
     al Sarión como a una cría de búfalo.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,
     la voz del Señor sacude el desierto,
     el Señor sacude el desierto de Cadés.

La voz del Señor retuerce los robles,
     el Señor descorteza las selvas.
     En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El trono del Señor está encima de la tempestad,
     el Señor se sienta como rey eterno.
     El Señor da fuerza a su pueblo,
     el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Salmo-Oración
Tú vives para siempre, Señor y Rey.
Todas las cosas de la tierra cantan con justicia tu gloria y honor.
Fortalece a tu pueblo contra el mal
para que podamos regocijarnos en tu paz y confiar en tu promesa eterna.

Ant. ¡Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado!
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Lectura Breve   2Ts 3, 10b-13
Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.
Porque nos hemos enterado que hay entre ustedes
algunos que viven desconcertados,
sin trabajar nada, pero metiéndose en todo.
A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo
a que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien.


Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo

y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. Bendito el Señor ahora y por siempre.
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.


V. Solo él hizo maravillas.
R. Ahora y por siempre.


V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.


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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.  
                                                      (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así,
     la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven
     en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Proclamemos la grandeza de Cristo, lleno de gracia y del Espíritu Santo,
y acudamos a él diciendo:
R:/ Concédenos, Señor, tu Espíritu.

Concédenos, Señor, un día lleno de paz, de alegría y de inocencia
- para que, al llegar a la noche, podamos alabarte con gozo y limpios de pecado.

Que baje hoy a nosotros tu bondad
- y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz
- para que durante todo el día sintamos cómo tu mano nos protege.

Mira con bondad a cuantos se han encomendado a nuestras oraciones
- y enriquécelos con toda clase de bienes.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó:
- Padre Nuestro…

Oración
Tu gracia, Señor, inspire nuestras obras, las sostenga y acompañe;
para que todo nuestro trabajo brote de ti, como de su fuente,
y tienda a ti, como a su fin.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén! 
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  
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Fórmula larga:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario – Lunes de la Semana V – Propio del Tiempo. Salterio I

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
"
(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior 
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica 
(la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo
al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial 
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Libra mis ojos de la muerte.

Libra mis ojos de la muerte;
     dales la luz, que es su destino.
     Yo, como el ciego del camino,
     pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
     una herramienta constructiva,
     cura su fiebre posesiva
     y ábrela al bien de mis hermanos.

Haz que mi pie vaya ligero.
     Da de tu pan y de tu vaso
     al que te sigue, paso a paso,
     por lo más duro del sendero.

Que yo comprenda, Señor mío,
     al que se queja y retrocede;
     que el corazón no se me quede
     desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo.
     ¡Tantos me dicen que estás muerto!
     Y entre la sombra y el desierto
     dame tu mano y ven conmigo. ¡Amén!
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Himno: Horas de la Tarde (opcional)

Hora de la tarde, fin de las labores.
     Amo de las viñas,
     paga los trabajos de tus viñadores.

Al romper el día, nos apalabraste.
     Cuidamos tu viña del alba a la tarde.

Ahora que nos pagas, nos lo das de balde,
     que a jornal de gloria no hay trabajo grande.

Das al vespertino lo que al mañanero.

Son tuyas las horas y tuyo el viñedo.
     A lo que sembramos dale crecimiento.
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. El Señor se complace en los justos.

Salmo 10: - El Señor, Esperanza de los Justos.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados (Mt 5,6)

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
     «escapa como un pájaro al monte,
     porque los malvados tensan el arco,
     ajustan las saetas a la cuerda,
     para disparar en la sombra contra los buenos?
     Cuando fallan los cimientos,
     ¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,
     el Señor tiene su trono en el cielo;
     sus ojos están observando,
     sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
     y al que ama la violencia él lo detesta.
     Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
     les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
     los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración del salmo
Señor Dios, buscas los corazones de todos,
tanto los buenos como los malvados.
Que aquellos que están en peligro por amor a ti,
encuentren seguridad en ti ahora
y, en el día del juicio, que se regocijen de verte cara a cara.

Ant. El Señor se complace en los justos.
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Ant 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Salmo 14: ¿Quién es Justo ante El Señor?
Se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo (Hb 12,22)

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
     y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
     y practica la justicia,
     el que tiene intenciones leales
     y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
     ni difama al vecino,
     el que considera despreciable al impío
     y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
     aún en daño propio,
     el que no presta dinero a usura
     ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Haz nuestras vidas irreprensibles, Señor.
Ayúdanos a hacer lo correcto y a decir lo que es verdad,
para que podamos morar en tu tienda y descansar en tu montaña sagrada.

Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
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Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico - Ef 1, 3-10: El Plan Divino de Salvación.
Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)

Bendito sea Dios,
     Padre de nuestro Señor Jesucristo,
     que nos ha bendecido en la persona de Cristo
     con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
     antes de crear el mundo,
     para que fuésemos consagrados
     e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
     por pura iniciativa suya,
     a ser sus hijos,
     para que la gloria de su gracia,
     que tan generosamente nos ha concedido
     en su querido Hijo,
     redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
     hemos recibido la redención,
     el perdón de los pecados.
     El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
     ha sido un derroche para con nosotros,
     dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
     que había proyectado realizar por Cristo
     cuando llegase el momento culminante:
     hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
     las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
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Lectura Breve   Col 1, 9b-11
Lleguen a la plenitud en el conocimiento de la voluntad de Dios,
con toda sabiduría e inteligencia espiritual.
Así caminarán según el Señor se merece y le agradarán enteramente,
dando fruto en toda clase de obras buenas
y creciendo en el conocimiento de Dios.
Fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de su gloria,
podrán resistir y perseverar en todo con alegría.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Porque he pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
 El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor,
        porque Dios ha mirado mi humillación.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor.
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor,
        porque Dios ha mirado mi humillación.
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Demos gracias a Dios, nuestro Padre,
que, recordando siempre su santa alianza,
no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:
R:/ Favorece a tu pueblo, Señor.

Salva a tu pueblo, Señor,
- y bendice a tu heredad.

Congrega en la unidad a todos los cristianos:
- para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.

Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos:
- que encuentren en ti, Señor, su verdadera felicidad.

Muestra tu amor a los agonizantes:
- que puedan contemplar tu salvación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ten piedad de los que han muerto
- y acógelos en el descanso de Cristo.

Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó Cristo:
- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Nuestro humilde servicio, Señor, proclame tu grandeza, 
y ya que por nuestra salvación te dignaste mirar la humillación de la Virgen María,
te rogamos nos enaltezcas llevándonos a la plenitud de la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  
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Fórmula larga:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario – Lunes de la Semana V – Propio del Tiempo. Salterio I

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha 
con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el «aleluya» 
al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamenteaunque no caigan en domingo.
En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (a libre elección). 

Si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88].
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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Himno (opcional)Gracias, porque al fin del día.

Gracias, porque al fin del día
     podemos agradecerte
     los méritos de tu muerte,
     y el pan de la eucaristía,
     la plenitud de alegría
     de haber vivido tu alianza,
     la fe, el amor, la esperanza
     y esta bondad de tu empeño
     de convertir nuestro sueño
     en una humilde alabanza.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
     gloria al Espíritu Santo,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

Salmo 85: Oración de un Pobre ante las Dificultades. 
                           Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas. (2Co 1,3.4)

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
     que soy un pobre desamparado;
     protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
     salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
     que a ti te estoy llamando todo el día;
     alegra el alma de tu siervo,
     pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
     rico en misericordia con los que te invocan.
     Señor, escucha mi oración,
     atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas.
     No tienes igual entre los dioses, Señor,
     ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
     a postrarse en tu presencia, Señor;
     bendecirán tu nombre:
     «Grande eres tú, y haces maravillas;
     tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
     para que siga tu verdad;
     mantén mi corazón entero
     en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
     daré gloria a tu nombre por siempre,
     por tu grande piedad para conmigo,
     porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
     una banda de insolentes atenta contra mi vida,
     sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
     lento a la cólera, rico en piedad y leal,
     mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
     salva al hijo de tu esclava;
     dame una señal propicia,
     que la vean mis adversarios y se avergüencen,
     porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
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Lectura Breve:   1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo,
que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo 
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él. ____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32
                                                (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

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Oración Conclusiva
Humildemente te pedimos, Señor, 
que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz,
y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas.
Por Cristo nuestro Señor.  ¡Amén!

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Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.


3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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