Tiempo Ordinario Viernes de la Feria. Salterio II
LAUDES
Oración de la
mañana
"En la
Eternidad éramos;
al nacer
comenzamos a existir.
Existir es ser
en el tiempo.
Y al morir
dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.
pero no dejamos de ser.
Somos seres
espirituales
que vivimos una aventura terrenal".
que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin
(Si Laudes no es la primera oración del día se sigue el esquema del
Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el
Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras
día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme
Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme
que modelaron sus manos.
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
Durante cuarenta años
aquella generación me
repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Entren en la presencia del Señor con aclamaciones.
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Salmo del
Invitatorio (Opcional)
El salmo
94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día,
se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día,
se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Ant. Al Señor, al
Dios grande, vengan, adorémosle.
Salmo 99:
Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos
entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Se recita la antífona que
corresponda y la asamblea la repite.
Aclama al Señor, tierra
entera,
sirvan al Señor con
alegría,
entren en su presencia con
vítores.
Se repite la antífona.
Sepan que el Señor es
Dios:
que él nos hizo y somos
suyos,
su pueblo y ovejas de su
rebaño.
Se repite la antífona.
Entren por sus puertas con
acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y
bendiciendo su nombre:
Se repite la antífona.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las
edades.»
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Al Señor, al Dios grande, vengan, adorémosle.
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Al Señor, al Dios grande, vengan, adorémosle.
Salmo del
Invitatorio (Opcional)
Salmo 66: Que
todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se
envía a los gentiles (Hch 28, 28)
Ant. 1 Aclama al
Señor, tierra entera, sirve al Señor con alegría.
El Señor tenga piedad y
nos bendiga,
ilumine su rostro sobre
nosotros;
conozca la tierra tus
caminos,
todos los pueblos tu
salvación.
Oh Dios, que te alaben los
pueblos,
que todos los pueblos te
alaben.
Que canten de alegría las
naciones,
porque riges el mundo con
justicia,
riges los pueblos con
rectitud
y gobiernas las naciones
de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los
pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su
fruto,
nos bendice el Señor,
nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que
le teman
hasta los confines del
orbe.
Gloria al Padre, y al
Hijo,
y al Espíritu Santo.
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclama al
Señor, tierra entera, sirve al Señor con alegría.
Salmo del
Invitatorio (Opcional)
Ant. Del Señor es
la tierra y cuanto la llena
Salmo 24:
Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren
ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)
Se recita la antífona que
corresponda y la asamblea la repite.
Del Señor es la tierra y
cuanto la llena,
el orbe y todos sus
habitantes:
él la fundó sobre los
mares,
él la afianzó sobre los
ríos.
Se repite la antífona.
¿Quién puede subir al
monte del Señor?
¿Quién puede estar en el
recinto sacro?
Se repite la antífona.
El hombre de manos
inocentes
y puro corazón,
que no confía en los
ídolos
ni jura contra el prójimo
en falso.
Ése recibirá la bendición
del Señor,
le hará justicia el Dios
de salvación.
Se repite la antífona.
Éste es el grupo que busca
al Señor,
que viene a tu presencia.
Dios de Jacob.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los
dinteles,
que se alcen las antiguas
compuertas:
va a entrar el Rey de la
gloria.
Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la
gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la
guerra.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alcen los
dinteles,
que se alcen las antiguas
compuertas:
va a entrar el Rey de la
gloria.
Se repite la antífona.
¿Quién es ese Rey de la
gloria?
El Señor, Dios de los
ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Se repite la antífona.
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Himno: Señor,
tú me llamaste.
Por el dolor creyente que brota del pecado;
Por el dolor creyente que brota del pecado;
por haberte querido de
todo corazón;
por haberte, Dios mío,
tantas veces negado,
tantas veces pedido, de
rodillas, perdón.
Por haberte perdido; por
haberte encontrado.
Porque es como un desierto
nevado mi oración;
porque es como la hiedra
sobre un árbol cortado
el recuerdo que brota
cargado de ilusión.
Porque es como la hiedra,
déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno
de flor después,
y que a mi viejo tronco
poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se
derrame a tus pies.
¡Porque es como la rama
donde la savia nace,
mi corazón, Dios mío,
sueña que tú lo ves!
y ahuyentar a los lobos
del rebaño. ¡Amén!
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50: Misericordia, Dios mío.
Renuévense en la mente y en el espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50: Misericordia, Dios mío.
Renuévense en la mente y en el espíritu y vístanse de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi
culpa,
tengo siempre presente mi
pecado:
contra ti, contra ti solo
pequé,
cometí la maldad que
aborreces.
En la sentencia tendrás
razón,
en el juicio resultarás
inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi
madre.
Te gusta un corazón
sincero,
y en mi interior me
inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo:
quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco
que la nieve.
Hazme oír el gozo y la
alegría,
que se alegren los huesos
quebrantados.
Aparta de mi pecado tu
vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un
corazón puro,
renuévame por dentro con
espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu
rostro,
no me quites tu santo
espíritu.
Devuélveme la alegría de
tu salvación,
afiánzame con espíritu
generoso:
enseñaré a los malvados
tus caminos,
los pecadores volverán a
ti.
Líbrame de la sangre, oh
Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu
justicia.
Señor, me abrirás los
labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza.
Los sacrificios no te
satisfacen:
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un
espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y
humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad,
favorece a Sión,
reconstruye las murallas
de Jerusalén:
entonces aceptarás los
sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se
inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En tu juicio,
Señor, acuérdate de la misericordia.
Cantico - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19: Juicio de Dios
Levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación (Lc 21, 28)
Señor, he oído tu fama,
Cantico - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19: Juicio de Dios
Levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación (Lc 21, 28)
Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu
obra.
En medio de los años,
realízala;
En medio de los años,
manifiéstala;
en el terremoto, acuérdate
de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el
cielo,
la tierra se llena de su
alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando
su poder.
Sales a salvar a tu
pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus
caballos,
revolviendo las aguas del
océano.
Lo escuché y temblaron mis
entrañas,
al oírlo se estremecieron
mis labios;
me entró un escalofrío por
los huesos,
vacilaban mis piernas al
andar;
gimo ante el día de
angustia
que sobreviene al pueblo
que nos oprime.
Aunque la higuera no echa
yemas
y las viñas no tienen
fruto,
aunque el olivo olvida su
aceituna
y los campos no dan
cosechas,
aunque se acaban las
ovejas del redil
y no quedan vacas en el
establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios, mi
salvador.
El Señor soberano es mi
fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las
alturas.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén. †
Salmo 147 - Acción de gracias por la restauración de Jerusalén
Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero (Ap 21, 9)
Salmo 147 - Acción de gracias por la restauración de Jerusalén
Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero (Ap 21, 9)
Glorifica al Señor, Jerusalén;
† alaba a tu
Dios, Sión:
que ha reforzado los
cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos
dentro de ti;
ha puesto paz en tus
fronteras,
te sacia con flor de
harina.
Él envía su mensaje a la
tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como
ceniza;
hace caer el hielo como
migajas
y con el frío congela las
aguas;
envía una orden, y se
derriten;
sopla su aliento, y
corren.
Anuncia su palabra a
Jacob,
sus decretos y mandatos a
Israel;
con ninguna nación obró
así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén. †
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén. †
Lectura Breve Ef
2, 13-16
Ahora están en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo,
están cerca los que antes estaban lejos.
Ahora están en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo,
están cerca los que antes estaban lejos.
Él es nuestra paz.
Él ha hecho de los dos
pueblos una sola cosa,
derribando con su carne el muro que los separaba: el odio.
derribando con su carne el muro que los separaba: el odio.
Él ha abolido la ley con
sus mandamientos y reglas,
haciendo las paces, para crear con los dos,
haciendo las paces, para crear con los dos,
en él, un solo hombre
nuevo.
Reconcilió con Dios a los
dos pueblos,
uniéndolos en un solo
cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio.
Responsorio
Breve
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. Invoco al Dios
Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
Cántico
Evangélico
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el Sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el Sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el Sol que nace de lo
alto.
Preces
Adoremos a Cristo que, en virtud del Espíritu eterno,
se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha,
para purificar nuestra conciencia de las obras muertas, y digámosle con fe:
Adoremos a Cristo que, en virtud del Espíritu eterno,
se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha,
para purificar nuestra conciencia de las obras muertas, y digámosle con fe:
R./ Nuestra paz,
Señor, es cumplir tu voluntad.
Tú que nos has dado la luz
del nuevo día,
– concédenos
también caminar por sendas de vida nueva.
Tú que todo lo has creado
con tu poder, y con tu providencia lo conservas todo,
– ayúdanos a
descubrirte presente en todas tus criaturas.
Tú que has sellado en tu
sangre un pacto nuevo y eterno,
– haz que,
obedeciendo siempre tus mandatos,
permanezcamos fieles a esta alianza.
permanezcamos fieles a esta alianza.
Tú que, colgado en la
cruz, quisiste que de tu costado manara agua con la sangre,
–purifica con
esta agua nuestros pecados
y alegra con este manantial a la ciudad de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
y alegra con este manantial a la ciudad de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos,
oremos al Padre como nos enseñó el Señor:
- Padre Nuestro…
Oración
Señor, Dios todopoderoso,
te pedimos nos concedas que,
del mismo modo que hemos cantado tus alabanzas
en esta celebración matutina,
así las podamos cantar también plenamente,
con la asamblea de tus santos, por toda la eternidad.
Señor, Dios todopoderoso,
te pedimos nos concedas que,
del mismo modo que hemos cantado tus alabanzas
en esta celebración matutina,
así las podamos cantar también plenamente,
con la asamblea de tus santos, por toda la eternidad.
Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Conclusión
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Conclusión
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
Viernes de la Segunda
Semana
VÍSPERAS
Oración de la
tarde
Invocación Inicial
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
¡Amén. Aleluya!
por los siglos de los siglos.
¡Amén. Aleluya!
Himno: El
dolor extendido por tu cuerpo
El dolor extendido por tu
cuerpo,
sometida tu alma como un
lago,
vas a morir y mueres por
nosotros
ante el Padre que acepta
perdonándonos.
Cristo, gracias aún,
gracias, que aún duele
tu agonía en el mundo, en
tus hermanos.
Que hay hambre, ese
resumen de injusticias;
que hay hombre en el que
estás crucificado.
Gracias por tu palabra que
está viva,
y aquí la van diciendo
nuestros labios;
gracias porque eres Dios y
hablas a Dios
de nuestras soledades,
nuestros bandos.
Que no existan verdugos,
que no insistan;
rezas hoy con nosotros que
rezamos.
Porque existen las
víctimas, el llanto. ¡Amén!
SALMODIA
Ant 1. Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114: Acción
de Gracias
Hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios (Hch 14, 22)
Hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios (Hch 14, 22)
Amo al Señor, porque
escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído
hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de
muerte,
me alcanzaron los lazos
del abismo,
caí en tristeza y
angustia.
Invoqué el nombre del
Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y
justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los
sencillos:
estando yo sin fuerzas, me
salvó.
Alma mía, recobra tu
calma,
que el Señor fue bueno
contigo:
arrancó mi alma de la
muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del
Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Arranca,
Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Ant 2. Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Salmo 120: El
guardián del pueblo
Levanto mis ojos a los
montes:
¿de dónde me vendrá el
auxilio?
El auxilio me viene del
Señor,
que hizo el cielo y la
tierra.
No permitirá que resbale
tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su
sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará
daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo
mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus
entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Socorrerá el
Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.
Ant 3. Ahora se
estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico - Ap
15,3-4: Himno de Adoración
Grandes y maravillosas son tus obras
Grandes y maravillosas son tus obras
Señor, Dios
omnipotente,
justos y
verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no
temerá, Señor,
y glorificará
tu nombre?
Porque tú solo
eres santo,
porque vendrán
todas las naciones
y se postrarán
en tu acatamiento,
porque tus
juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Lectura Breve 1Co 2, 7-10a
Enseñamos una sabiduría
divina,
misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido;
pues, si la hubiesen conocido,
nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido;
pues, si la hubiesen conocido,
nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó,
ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.»
ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.»
Y Dios nos lo ha revelado
por el Espíritu.
Responsorio
Breve
V. Cristo murió
por los pecados, para conducirnos a Dios.
R. Cristo murió
por los pecados, para conducirnos a Dios.
V. En verdes
praderas me hace recostar.
R. Para conducirnos a Dios.
R. Para conducirnos a Dios.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió
por los pecados, para conducirnos a Dios.
Cántico
Evangélico
Ant. Acuérdate de
tu misericordia, Señor,
como lo habías prometido a nuestros padres.
como lo habías prometido a nuestros padres.
Cántico de María
- Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
Proclama mi alma la
grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador;
porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha
hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a
sus fieles
de generación en generación.
de generación en generación.
El hace proezas con su
brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los
poderosos
y enaltece a los humildes,
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los
colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo,
acordándose de su misericordia
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Acuérdate de
tu misericordia, Señor,
como lo habías prometido a nuestros
padres.
Preces
Bendigamos ahora al Señor
Jesús,
que en su vida mortal escuchó siempre con bondad
las súplicas de los que acudían a él y con amor
secaba las lágrimas de los que lloraban,
y digámosle también nosotros:
que en su vida mortal escuchó siempre con bondad
las súplicas de los que acudían a él y con amor
secaba las lágrimas de los que lloraban,
y digámosle también nosotros:
R./ Señor, ten
piedad de tu pueblo.
Señor Jesucristo, tú que
consolaste a los tristes y deprimidos,
– pon ahora tus
ojos en las lágrimas de los pobres.
Escucha los gemidos de los
agonizantes
– y envíales tus
ángeles para que los alivien y conforten.
Que los emigrantes sientan
tu providencia en su destierro,
– que puedan
regresar a su patria y que un día alcancen también la eterna.
Que los pecadores se
ablanden a tu amor
– y se
reconcilien contigo y con tu Iglesia.
Perdona las faltas de los
que han muerto
– y dales la
plenitud de tu salvación.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres
Con el gozo que nos da el
saber que somos hijos de Dios,
digamos con plena
confianza:
- Padre
nuestro...
Oración
Oh Dios, que, de una
manera admirable,
has manifestado tu sabiduría escondida,
con el escándalo de la cruz,
concédenos contemplar con tal plenitud de fe
la gloria de la pasión de tu Hijo
que siempre nos gloriemos confiadamente en la cruz de Jesucristo.
has manifestado tu sabiduría escondida,
con el escándalo de la cruz,
concédenos contemplar con tal plenitud de fe
la gloria de la pasión de tu Hijo
que siempre nos gloriemos confiadamente en la cruz de Jesucristo.
Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Conclusión
V. El Señor nos
bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
Viernes de la Segunda
Semana
COMPLETAS
Oración
antes del descanso nocturno
antes del descanso nocturno
V. Dios mío, ven
en mi auxilio
R. Señor, date
prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el
principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén. Aleluya!
ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén. Aleluya!
Examen de
Conciencia
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos,
habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra,
obra y omisión:
por mi culpa, por mi
culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa
María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los
santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante
Dios, nuestro Señor.
V. El Señor
todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: Antes
de cerrar los ojos.
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre
Dios.
Gracias por todas las
gracias
que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras
deudas,
infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos,
en tu presencia, mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.
Quédate junto a nosotros
y danos tu bendición.
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches!, Padre
Dios.
Gloria al Padre
omnipotente,
gloria al Hijo Redentor,
gloria al Espíritu Santo:
tres Personas, sólo un
Dios. ¡Amén!
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios
mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. †
Salmo 87: Oración
de un, hombre gravemente enfermo
Ésta es su hora: la del poder delas tinieblas (Lc 22, 53)
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
Ésta es su hora: la del poder delas tinieblas (Lc 22, 53)
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito
en tu presencia;
† llegue
hasta ti mi súplica,
inclina tu
oído a mi clamor.
Porque mi alma
está colmada de desdichas,
y mi vida está
al borde del abismo;
ya me cuentan
con los que bajan a la fosa,
soy como un
inválido.
Tengo mi cama
entre los muertos,
como los
caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales
ya no guardas memoria,
porque fueron
arrancados de tu mano.
Me has
colocado en lo hondo de la fosa,
en las
tinieblas del fondo;
tu cólera pesa
sobre mí,
me echas
encima todas tus olas.
Has alejado de
mí a mis conocidos,
me has hecho
repugnante para ellos:
encerrado, no
puedo salir,
y los ojos se
me nublan de pesar.
Todo el día te
estoy invocando,
tendiendo las
manos hacia ti.
¿Harás tú
maravillas por los muertos?
¿Se alzarán
las sombras para darte gracias?
¿Se anuncia en
el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad
en el reino de la muerte?
¿Se conocen
tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia
en el país del olvido?
Pero yo te
pido auxilio,
por la mañana
irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué,
Señor, me rechazas
y me escondes
tu rostro?
Desde niño fui
desgraciado y enfermo,
me doblo bajo
el peso de tus terrores,
pasó sobre mí
tu incendio,
tus espantos
me han consumido:
me rodean como
las aguas todo el día,
me envuelven
todos a una;
alejaste de mí
amigos y compañeros:
mi compañía
son las tinieblas.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. ¡Amén!
Ant. Señor, Dios
mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. †
Lectura Breve: Jr 14, 9
Tú estás en medio de
nosotros, Señor;
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor, Dios nuestro.
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor, Dios nuestro.
Responsorio
Breve
V. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios
leal, nos librarás.
R. Te encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
Cántico
Evangélico
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de
Simeón Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu
promesa,
puedes dejar a tu siervo
irse en paz,
porque mis ojos han visto
a tu Salvador,
a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo
Israel.
Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Conclusiva
Señor, Dios todopoderoso:
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo
que reposó en el sepulcro, te pedimos que,
al levantarnos mañana, le imitemos también
resucitando a una vida nueva.
Por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo
que reposó en el sepulcro, te pedimos que,
al levantarnos mañana, le imitemos también
resucitando a una vida nueva.
Por Jesucristo nuestro Señor. ¡Amén!
Bendición
V. El Señor
todopoderoso
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
Antífona Final
de la Santísima Virgen
Dios te salve. Reina y
Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza
nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo
y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada
nuestra,
vuelve a nosotros esos tus
ojos misericordiosos,
y, después de este
destierro,
muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!
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