martes, 26 de febrero de 2019

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Martes de la tercera semana

Tiempo Ordinario Martes de la Feria. Salterio II

LAUDES
Oración de la mañana
  



"En la eternidad éramos;
al nacer comenzamos a existir.
Existir es ser en el tiempo.
Y al morir dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.
Somos seres espirituales
que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin





Invitatorio
(Si Laudes no es la primera oración del día se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas
las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres
me pusieron a prueba y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor.
_____________________________________________________________________

Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso, si el salmo escogido
formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor.


Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Vengan, adoremos al Señor.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón, que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vengan, adoremos al Señor.
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Himno: Que viene Cristo repiten.

Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.

Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan.

Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quien pereciera.

Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.

Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.

Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna. ¡Amén!
HIMNO: Gracias, Señor, por el día (Opcional)

Gracias, Señor, por el día,
por tu mensaje de amor
que nos das en cada flor;
por esta luz de alegría,
te doy las gracias, Señor.

Gracias, Señor, por la espina
que encontraré en el sendero,
donde marcho pregonero
de tu esperanza divina;
gracias, por ser compañero.

Gracias, Señor, porque dejas
que abrase tu amor mi ser,
porque haces aparecer
tus flores a mis abejas,
tan sedientas de beber.

Gracias por este camino,
donde caigo y me levanto,
donde te entrego mi canto
mientras marcho peregrino,
Señor, a tu monte santo.

Gracias, Señor, por la luz
que ilumina mi existir;
por este dulce dormir
que me devuelve a tu cruz.
¡Gracias, Señor, por vivir!  ¡Amén!

SALMODIA

Ant 1. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Salmo 84: Nuestra Salvación Está Cerca.
Dios bendijo a nuestra tierra cuando le envió el Salvador (Orígenes)

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»

La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Ant 2. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella
            murallas y baluartes; abran las puertas que con nosotros está Dios. ¡Aleluya!


Cántico Is 26, 1-4. 7-9. 12: Himno Después de la Victoria Sobre el Enemigo
La muralla de la ciudad tenía doce basamentos (cf. Ap 21, 14)

Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:

Abran las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.

Confíen siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:

La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.

Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.

Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella
         murallas y baluartes; abran las puertas que con nosotros está Dios. ¡Aleluya!

Ant 3. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Salmo 66: Que Todos los Pueblos Alaben Al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Lectura Breve Rm 13, 11-12
Ya es hora que despierten del sueño,
pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe.
La noche va pasando, el día está encima;
desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas
y vistámonos de las armas de la luz.

Lectura Breve 1Jn 4, 14-15 (Opcional)
Nosotros hemos visto y damos testimonio
de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.


Responsorio Breve

V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.


V. Mi alcázar, mi libertador.
R. En que me amparo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.


Cántico Evangélico

Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación,
        según lo había predicho por boca de sus santos profetas.


Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor   

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación,
        según lo había predicho por boca de sus santos profetas.


Preces
Adoremos a Cristo, que con su sangre ha adquirido el pueblo de la nueva alianza,
y digámosle suplicantes:
R:/ Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

Rey y redentor nuestro,
escucha la alabanza que te dirige tu Iglesia en el comienzo de este día,
- y haz que no deje nunca de glorificarte.

Que nunca, Señor, quedemos confundidos
- los que en ti ponemos nuestra fe y nuestra esperanza.

Mira compasivo nuestra debilidad y ven en ayuda nuestra,
- ya que sin ti nada podemos hacer.

Acuérdate de los pobres y desvalidos;
- que este día que comienza les traiga solaz y alegría.   

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ya que deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres,
pidamos al Padre que a todos llegue el reino de su Hijo:
- Padre Nuestro…

Oración
Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado;
haz que comencemos este día con ánimo alegre,
y que realicemos nuestras obras movidos por el amor a ti y a los hermanos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Conclusión

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!




Martes de la Tercera Semana



I VÍSPERAS
Oración de la tarde


Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos.
     ¡Amén. Aleluya!

Himno: Acuérdate de Jesucristo.

Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. ¡Amén!

SALMODIA


Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 124: El Señor Vela por Su Pueblo.
Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16)

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Ant 2. Si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

Salmo 130: Como un Niño, Israel se Abandonó en los Brazos de Dios
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico - Ap 4, 11; 5, 9-10. 12: Himno a Dios Creador

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura Breve   Rm 12, 9-12
Que su caridad sea sincera. Aborrezcn el mal y aplíquense al bien.
En punto a caridad fraterna, ámense entrañablemente unos a otros.
En cuanto a la mutua estima, tengan por más dignos a los demás.
Nada de pereza en su celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor.
Que la esperanza los tenga alegres;
estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración.

Responsorio Breve

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

Cántico Evangélico

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Preces
Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo:
R./ Escúchanos, Señor.

Te damos gracias, Señor,
porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu Hijo;
- haz que por él crezcamos en todo conocimiento.

En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
- dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y obrar.

Tú que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti procede,
- haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas,
- da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que nos has prometido la resurrección en el último día,
- no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia,
invoquemos al Padre común::
- Padre nuestro...

Oración
Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia,
y descienda sobre nosotros tu bendición;
así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Conclusión

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!



Martes de la Tercera Semana


COMPLETAS

Oración antes del descanso nocturno




Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
     ¡Amén. Aleluya!

Examen de Conciencia
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. ¡Amén!

SALMODIA

Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

Salmo 142. 1-11: Lamentación y Súplica ante la Angustia
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos (S. Agustín)

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

Lectura Breve:   1 Pe 5, 8-9
Sean sobrios, estén despiertos: su enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resístanle, firmes en la fe.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración Conclusiva
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo;
que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar,
con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!

Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!

Antífona Final de la Santísima Virgen

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.

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