sábado, 4 de julio de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica, Santo Tomás - Solemnidad

LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 
Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos
de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano
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Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.

NOTA:  La "Oración del Salmo" está traducida y adaptada del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!
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Salmo 66 (opcional)Que todos los pueblos alaben al Señor.
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant: ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
     que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre, 
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Ustedes, que escucharon la llamada.

Ustedes, que escucharon la llamada
     de viva voz que Cristo les dirigía,
     abran nuestro vivir y nuestra alma
     al mensaje de amor que él nos envía.

Ustedes, que invitados al banquete
     gustaron el sabor del nuevo vino,
     llenen el vaso, del amor que ofrece,
     al sediento de Dios en su camino.

Ustedes, que tuvieron tan gran suerte
     de verle dar a muertos nueva vida,
     no dejen que el pecado y que la muerte
     nos priven de la vida recibida.

Ustedes, que lo vieron ya glorioso,
     hecho Señor de gloria sempiterna,
     hagan que nuestro amor conozca el gozo
     de vivir junto a él la vida eterna. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer
            el camino?» Jesús le respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»


Salmo 62, 2-9: El Alma Sedienta de Dios. 
El alma sedienta de Dios Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas (Orígenes)

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
     mi alma está sedienta de ti;
     mi carne tiene ansia de ti,
     como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
     viendo tu fuerza y tu gloria!
     Tu gracia vale más que la vida,
     te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
     y alzaré las manos invocándote.
     Me saciaré de manjares exquisitos,
     y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
     y velando medito en ti,
     porque fuiste mi auxilio,
     y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
    mi alma está unida a ti,
     y tu diestra me sostiene

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dijo Tomás: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer
        el camino?» Jesús le respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»
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Ant 2. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
            Jesús; los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» ¡Aleluya!


Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor.  
Alaben al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
     cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
     ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
     astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
     vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
     fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
     témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
     noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
     rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
     ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
     cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
     mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
     aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
     bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
     siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
     santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
     ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
     alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre!

Ant. Tomás, llamado Dídimo, no estaba con ellos en el momento de presentarse
            Jesús; los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» ¡Aleluya!
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Ant 3. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel. ¡Aleluya!

Salmo 149: Alegría de los Santos.  
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
     que se alegre Israel por su Creador,
     los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
     cántenle con tambores y cítaras;
     porque el Señor ama a su pueblo
     y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
     y canten jubilosos en filas:
     con vítores a Dios en la boca
     y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
     y aplicar el castigo a las naciones,
     sujetando a los reyes con argollas,
     a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
     es un honor para todos sus fieles

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino fiel. ¡Aleluya!
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Lectura Breve:   Ef 2, 19-22
Ya no son extranjeros ni forasteros, 
sino que son ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. 
Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas,
y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. 
Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando
hasta formar un templo consagrado al Señor.
Por él también ustedes se van integrando en la construcción,
para ser morada de Dios por el Espíritu.

Silencio sagrado (indicado por una campana): 
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. ¡Sobre toda la tierra!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. 
Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.

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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. ¿No has creído, Tomás, sino después de haberme visto?
        Dichosos los que sin ver han creído. ¡Aleluya!

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79 - El Mesías y su Precursor       
                                                     (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.


Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¿No has creído, Tomás, sino después de haberme visto?
        Dichosos los que sin ver han creído. ¡Aleluya!
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Preces - Para consagrar a Dios el día y el trabajo
Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos,
porque por medio de los apóstoles
nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
R./ El coro de los apóstoles te alaba, Señor.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has dado la mesa de tu cuerpo y de tu sangre:
- en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has preparado la mesa de tu palabra:
- por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
- por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.

Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles
nos has dado el bautismo y la penitencia:
- por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Concédenos, Señor, celebrar con alegría la fiesta de santo Tomás;
que la intercesión de este apóstol,
que reconoció y confesó a Cristo como a su Señor y su Dios,
nos haga crecer en la fe, para que así, creyendo en Jesús, el Mesías,
tengamos vida en su nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Conclusión:
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Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:  

     Fórmula larga:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - Fiesta de Santo Tomás - del Común de los Apóstoles.

VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.
"
(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo,
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado.
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas,
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior 
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior 
(la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica 
(la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo
al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial 
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz † mientras se dice:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Columnas de la Iglesia, Piedras Vivas.

¡Columnas de la Iglesia, piedras vivas!
     ¡Apóstoles de Dios, grito del Verbo!
     Benditos sus pies, porque han llegado
     para anunciar la paz al mundo entero.

De pie en la encrucijada de la vida,
     del hombre peregrino y de los pueblos,
     llevan agua de Dios a los cansados,
     hambre de Dios llevan a los hambrientos.

De puerta en puerta va su mensaje,
     que es verdad y es amor y es Evangelio.
     no teman, pecadores, que sus manos
     son caricias de paz y de consuelo.

Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
     nos llega por tu amor, pan verdadero;
     gracias, Señor, que el pan de vida nueva
     nos llega por tu amor, partido y tierno. ¡Amén!
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Himno (opcional): ¿Quién es éste que viene?

¿Quién es éste que viene,
     recién atardecido,
     cubierto por su sangre
     como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

¿Quién es éste que vuelve,
     glorioso y malherido,
     y, a precio de su muerte,
     compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

Se durmió con los muertos,
     y reina entre los vivos;
     no le venció la fosa,
     porque el Señor sostuvo a su elegido.

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección.

Anuncien a los pueblos
     qué han visto y oído;
     aclamen al que viene
     como la paz, bajo un clamor de olivos.

Éste es Cristo, el Señor,
     que venció nuestra muerte
     con su resurrección. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant: Tomás dijo: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
         Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.»

Salmo 115: Acción de gracias en el templo
Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13,15)

Tenía fe, aun cuando dije:
     «¡Qué desgraciado soy!»
     Yo decía en mi apuro:
     «Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
     todo el bien que me ha hecho?
     Alzaré la copa de la salvación,
     invocando su nombre.
     Cumpliré al Señor mis votos
     en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
     Señor, yo soy tu siervo,
     siervo tuyo, hijo de tu esclava:
     rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
     invocando tu nombre, Señor.
     Cumpliré al Señor mis votos
     en presencia de todo el pueblo,
     en el atrio de la casa del Señor,
     en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant: Tomás dijo: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
         Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.»
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Ant: Tomás, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 
         Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» ¡Aleluya!

Salmo 125: Dios, alegría y esperanza nuestra
                                  Si son compañeros en el sufrir, también lo son en el buen ánimo (2Co 1,7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
     nos parecía soñar:
     la boca se nos llenaba de risas,
     la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
     «El Señor ha estado grande con ellos».
     El Señor ha estado grande con nosotros,
     y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
     como los torrentes del Negueb.
     Los que sembraban con lágrimas
     cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
     llevando la semilla;
     al volver, vuelve cantando,
     trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Tomás, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
         Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» ¡Aleluya!
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Ant: Mete tu mano y mira el agujero de los clavos; 
         y no seas incrédulo, sino creyente. ¡Aleluya!

Cántico: Ef. 1, 3-10: El Dios Salvador, el Plan Divino de Salvación.
Dios ha de ser creído tal cual es, invisible, aunque el corazón puro pueda, en parte, contemplarlo. (San Columbano)

Bendito sea Dios,
     Padre de nuestro Señor Jesucristo,
     que nos ha bendecido en la persona de Cristo
     con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
     antes de crear el mundo,
     para que fuésemos santos
     e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
     por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
     para que la gloria de su gracia,
     que tan generosamente nos ha concedido
     en su querido Hijo,
     redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
     hemos recibido la redención,
     el perdón de los pecados.
     El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
     ha sido un derroche para con nosotros,
     dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
     que había proyectado realizar por Cristo
     cuando llegase el momento culminante:
     recapitular en Cristo todas las cosas
     del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Mete tu mano y mira el agujero de los clavos;
         y no seas incrédulo, sino creyente. ¡Aleluya!
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Lectura Breve   Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles,
en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo;
hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios,
al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.


Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor.
R. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor. 
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. ¡La gloria del Señor!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuenten a los pueblos la gloria del Señor.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. Introduje mis dedos en el lugar de los clavos, puse mi mano en su costado,
         y exclamé: «¡Señor mío y Dios mío!» Aleluya.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El  Señor
                                                  (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
     todas las generaciones,
     porque el Poderoso
     ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham
     y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Introduje mis dedos en el lugar de los clavos, puse mi mano en su costado,
         y exclamé: «¡Señor mío y Dios mío!» Aleluya.
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Preces e Intercesiones
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles,
oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
R./ Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos
se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
- haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo,
tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
- haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
- haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo,
  recojamos sus frutos con alegría.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
- haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
- concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.

Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
- Padre nuestro...

Oración
Concédenos, Señor, celebrar con alegría la fiesta de santo Tomás;
que la intercesión de este apóstol,
que reconoció y confesó a Cristo como a su Señor y su Dios,
nos haga crecer en la fe, para que así, creyendo en Jesús, el Mesías,
tengamos vida en su nombre.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


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Conclusión:
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Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
  
     Fórmula larga:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios
     y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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     Fórmula breve:   
       † (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)  
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, 
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario, Fiesta de Santo Tomás - Solemnidad.

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

El Dios que buscamos no está lejos de nosotros,
ya que está dentro de nosotros,
si somos dignos de esta presencia."

San Columbano

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. 
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria,
lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo,
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente 
tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
También se utilizan en las solemnidades 
(después de I y II Vísperas respectivamenteaunque no caigan en domingo.

En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas 
las Completas de Domingo I o II (a libre elección). 

Si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88].
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio. 
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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"Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. ¡Amén!

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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente,

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     ¡Gracias, Señor!, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día.
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Himno: (opcional) Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.  
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

Salmo 87: Oración de un Hombre Gravemente Enfermo.    
                             Ésta es su hora, la del poder de las tinieblas (Lc. 22, 53)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
     de noche grito en tu presencia;
     llegue hasta ti mi súplica,
     inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
     y mi vida está al borde del abismo;
     ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
     soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
     como los caídos que yacen en el sepulcro,
     de los cuales ya no guardas memoria,
     porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
     en las tinieblas del fondo;
     tu cólera pesa sobre mí,
     me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
     me has hecho repugnante para ellos:
     encerrado, no puedo salir,
     y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
     tendiendo las manos hacia ti.
     ¿Harás tú maravillas por los muertos?
     ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
     o tu fidelidad en el reino de la muerte?
     ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
     o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
     por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
    ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
     me doblo bajo el peso de tus terrores,
     pasó sobre mí tu incendio,
     tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
     me envuelven todos a una;
     alejaste de mí amigos y compañeros:
     mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
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Lectura Breve:   Jer 14, 9
Tú estás en medio de nosotros, Señor,
tu nombre ha sido invocado sobre nosotros:
no nos abandones, Señor Dios nuestro.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
 V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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 Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, 
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32 
                                                    (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
† Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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 Oración Conclusiva
Señor, Dios todopoderoso:
ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro,
te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también
resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor ¡Amén!
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Bendición
 V. † El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!

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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora"  
       Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
                                                 Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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«Las horas señalan el paso del tiempo.
Alternativamente se suceden, en la experiencia del hombre, luz y tinieblas, 
seguridad y peligro, alegría y dolor, presencia del Dios invisible en la creación visible.» (J. Pinell)

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