lunes, 29 de junio de 2020

Liturgia de la Horas para Latinoamérica, Santos Pedro y Pablo, Apóstoles – Solemnidad


Hoy es la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, apóstoles.
Estos dos hombres muy diferentes estaban unidos
en su fe en Cristo, en su servicio a la Iglesia y en sus martirios casi contemporáneos en Roma.
Sin embargo, Pedro, el primero en profesar en Cristo, y Pablo, que profundizó la fe cristiana,
llegarían a guiar a la Iglesia de Cristo a través de sus propios y únicos carismas.
En La doble misión de Pedro y Pablo en la Iglesia escuchamos:
"Y así, cada uno de una manera diferente reunió a la única familia de Cristo;
y venerados juntos en todo el mundo, comparten una sola corona de los Mártires".
Además, en estos santos, vemos a Jesús formando amistad, llamando cuidadosamente a sus discípulos por su nombre.
Él elevó a Saúl a Pablo y a Simón a Pedro,
así como hoy se hace nuestro amigo, nos llama y nos eleva con amor.
Los Santos Pedro y Pablo honraron a Cristo con la totalidad de sus vidas,
modelando para nosotros cuál debe ser nuestra respuesta a la amistad de Jesús.
La Fiesta de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre oficial es solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo
es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso,
celebrada el 29 de junio. Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos.

LAUDES - Oración de la mañana
"Si somos dignos de que Él esté en nosotros,
entonces somos realmente vivificados por Él,
como miembros vivos suyos:
Pues en Él, 
-como dice el Apóstol*-
vivimos, nos movemos y existimos."
San Columbano. * (Hech 17, 28)

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios.
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio

Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia
del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo
94. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

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Ant. ¡Vengan, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!
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Salmo del Invitatorio (Opcional) 
Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Vengan, adoremos al Señor, rey de los apóstoles!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando El Gallo, Tres Veces.
Cuando el gallo, tres veces
     negaste a tu Maestro;
     y él tres veces te dijo:
     «¿Me amas más que éstos?»

Se te puso muy triste
     tu llanto y tu silencio:
     pero la Voz te habló de apacentar corderos.

Tu pecado quemante
     se convirtió en incendio,
     y abriste tus dos brazos
     al madero sangriento.

La cabeza hacia abajo
     y el corazón al cielo:
     porque, cuando aquel gallo,
     negaste a tu Maestro.
¡Amén!
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Himno: Es domingo; una luz nueva

Es domingo; una luz nueva
     resucita la mañana
     con su mirada inocente,
     llena de gozo y de gracia.

Es domingo; la alegría
     del mensaje de la Pascua
     es la noticia que llega
     siempre y que nunca se gasta.

Es domingo; la pureza
     no sólo la tierra baña,
     que ha penetrado
     en la vida por las ventanas del alma.

Es domingo; la presencia
     de Cristo llena la casa:
     la Iglesia, misterio y fiesta,
     por él y en él convocada.

Es domingo; «éste es el día
     que hizo el Señor», es la Pascua,
     día de la creación
     nueva y siempre renovada.

Es domingo; de su hoguera
     brilla toda la semana
     y vence oscuras tinieblas
     en jornadas de esperanza.

Es domingo; un canto nuevo
     toda la tierra le canta
     al Padre, al Hijo, al Espíritu,
     único Dios que nos salva. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas. 
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant. Sé en quien he puesto mi fe, y estoy seguro que es poderoso
         para guardar hasta el último día lo que yo le he confiado.

Salmo 62, 2-9:  El Alma Sedienta de Dios
                                            Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
     mi alma está sedienta de ti;
     mi carne tiene ansia de ti,
     como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
     viendo tu fuerza y tu gloria!
     Tu gracia vale más que la vida,
     te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
     y alzaré las manos invocándote.
     Me saciaré de manjares exquisitos,
     y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
     y velando medito en ti,
     porque fuiste mi auxilio,
     y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
     mi alma está unida a ti,
     y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, creador de la luz inagotable, da esa misma luz a los que te llaman.
Que nuestros labios te alaben; nuestras vidas proclaman tu bondad;
Nuestro trabajo te de honor y nuestras voces te celebran para siempre.

Ant. Sé en quien he puesto mi fe, y estoy seguro que es poderoso
         para guardar hasta el último día lo que yo le he confiado.
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Ant 2. La gracia de Dios no quedó infecunda en mí,
         sino que su gracia permanece siempre en mí.

Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor
                           Alaben al Señor, sus siervos todos. (Apoc. 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
     cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
     ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
     astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
     vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
     fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
     témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
     noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
     rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
     cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
     mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
     aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
     bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
     siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
     santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
     ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
     alabado y glorioso
     y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. La gracia de Dios no quedó infecunda en mí,
         sino que su gracia permanece siempre en mí.
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Ant 3. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.

Salmo 149 – Alegría de los Santos.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
     que se alegre Israel por su Creador,
     los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
     cántenle con tambores y cítaras;
     porque el Señor ama a su pueblo
     y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
     y canten jubilosos en filas:
     con vítores a Dios en la boca
     y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
     y aplicar el castigo a las naciones,
     sujetando a los reyes con argollas,
     a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
     es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Que Israel se regocije en ti, Señor, y te reconozca como creador y redentor. Confiamos en tu fidelidad y proclamamos las maravillosas verdades de la salvación. Que tu ternura nos abrace ahora y para siempre.

Ant. Ant. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
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Lectura Breve: 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estén alegres cuando comparten los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, rebosen de gozo.
Si los ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos ustedes:
porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
R. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje.
R. Al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Consagraron sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Aleluya.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tu tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Aleluya.
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Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso edificar su Iglesia
sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle confiados:
R./ Bendice, Señor, a tu Iglesia.

Tú que rogaste por Pedro para que no se apagara su fe,
- da firmeza a la fe de tu Iglesia.

Tú que, después de la resurrección, te apareciste a Simón Pedro
y te revelaste a Saulo,
- ilumina nuestras mentes para que confesemos tu resurrección.

Tú que elegiste al apóstol Pablo para que anunciara tu nombre a los paganos,
- haz de nosotros verdaderos apóstoles de tu Evangelio.

Tú que misericordiosamente perdonaste las negaciones de Pedro,
- perdónanos también nuestras culpas y pecados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva:
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría
con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles,
de quienes recibió el primer anuncio de la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

        Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario – Miércoles 29 de Junio – Santos Pedro y Pablo, Apóstoles - De la Solemnidad


II VÍSPERAS - Oración de la tarde


“Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."

(San Columbano)


Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana, fomentando su celebración pública o comunitaria,
sobre todo entre aquellos que hacen vida común.

Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, a decir de San Basilio:
“En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada
y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”.  Por medio de la oración que elevamos 
“como el incienso en presencia del Señor”, también recordamos la redención,
o como dice el salmo 140, 2: “el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”.

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica
con la Venida del Señor.  Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por eso tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior 
(la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
       Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:
 V.  Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de éstos Himnos, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: La hermosa luz de eternidad inunda.

La hermosa luz de eternidad inunda
     con fulgores divinos este día,
     que presenció la muerte de estos Príncipes
     y al pecador abrió el camino de la vida.

Hoy llevan la corona de la gloria,
     padres de Roma y jueces de los pueblos:
     el maestro del mundo, por la espada;
     y, por la cruz, el celestial portero.

Dichosa tú que fuiste ennoblecida,
     oh Roma, con la sangre de estos Príncipes,
     y que, vestida con tan regia púrpura,
     excedes en nobleza a cuanto existe.

Honra, poder y sempiterna gloria
     sean al Padre, al Hijo y al Espíritu
     que en unidad gobiernan toda cosa
     por infinitos e infinitos siglos.
Amén.
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no desfallezca;
            y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.

Salmo 115: Acción de Gracias en el Templo.
A través de Cristo, ofrezcamos a Dios un sacrificio continuo de alabanza (Heb 13,15).

Tenía fe, aun cuando dije:
     «¡Qué desgraciado soy!»
     Yo decía en mi apuro:
     «Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
     todo el bien que me ha hecho?
     Alzaré la copa de la salvación,
     invocando su nombre.
     Cumpliré al Señor mis votos
     en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
     la vida de sus fieles.
     Señor, yo soy tu siervo,
     siervo tuyo, hijo de tu esclava:
     rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
     invocando tu nombre, Señor.
     Cumpliré al Señor mis votos
     en presencia de todo el pueblo,
     en el atrio de la casa del Señor,
     en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no desfallezca;
            y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
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Ant 2. Muy a gusto presumo de mis debilidades,
            porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Salmo 125:  Dios, Alegría y Esperanza Nuestra.
Así como compartes los sufrimientos, también compartirás la gloria divina (2 Cor 1, 7).

Dichoso quien teme al Señor
     y ama de corazón sus mandatos.
     Su linaje será poderoso en la tierra,
     la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
     su caridad es constante, sin falta.
     En las tinieblas brilla como una luz
     el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
     y administra rectamente sus asuntos.
     El justo jamás vacilará,
     su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
     su corazón está firme en el Señor.
     Su corazón está seguro, sin temor,
     hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
     su caridad es constante, sin falta,
     y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
     rechinará los dientes hasta consumirse.
     La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Muy a gusto presumo de mis debilidades,
            porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
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Ant 3. Tú eres pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles;
a ti te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.

Cántico. Ef 1, 3-10: El Plan Divino de Salvación.
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza, que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)

Bendito sea Dios,
     Padre de nuestro Señor Jesucristo,
     que nos ha bendecido en la persona de Cristo
     con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
     antes de crear el mundo,
     para que fuésemos consagrados
     e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
     por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
     para que la gloria de su gracia,
     que tan generosamente nos ha concedido
     en su querido Hijo,
     redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
     hemos recibido la redención,
     el perdón de los pecados.
     El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
     ha sido un derroche para con nosotros,
     dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
     que había proyectado realizar por Cristo
     cuando llegase el momento culminante:
     hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
     las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles;
a ti te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.
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Lectura Breve   1Co 15, 3-5. 8
En primer lugar les comuniqué el mensaje que yo mismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras,
y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive,
según lo anunciaron también las Escrituras.
Que se apareció a Cefas y luego a los Doce.
Por último, se apareció también a mí.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V.
Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
V. Y daban testimonio de la resurrección del Señor.
R. Con valentía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. Pedro, apóstol, y Pablo, maestro de los gentiles,
        nos han anunciado tu palabra, Señor.

Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                          (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Pedro, apóstol, y Pablo, maestro de los gentiles,
        nos han anunciado tu palabra, Señor.
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Preces o Intercesiones
Oremos hermanos, a Cristo, el Señor, que quiso edificar su Iglesia
sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle confiados:
R./ Socorre, Señor, a tu pueblo.

Tú que llamaste a Pedro para hacerlo pescador de hombres,
- no dejes de llamar obreros a tu mies para que el mundo se salve.

Tú que increpaste a los vientos y al mar
para que la barca de los discípulos no se hundiera,
- protege a tu Iglesia de toda perturbación y fortalece al sucesor de Pedro.

Tú que, después de la resurrección, congregaste en torno a Pedro tu grey dispersa,
- reúne a tu Iglesia en un solo aprisco.

Tú que enviaste a Pablo a evangelizar a los paganos,
- haz que el anuncio de la salvación llegue a todos los pueblos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que diste a la Iglesia las llaves del reino de los cielos,
- abre las puertas de la felicidad a los que durante su vida confiaron en tu misericordia.

Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:
- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría
con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel
a las enseñanzas de estos apóstoles,
de quienes recibió el primer anuncio de la fe.
 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
      Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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      En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
      nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario – Miércoles 24 de Junio – El Nacimiento de San Juan Bautista - De la Solemnidad

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

"Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 
Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente
tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre 
-aceptada en las rúbricas- que, si se van a rezar de memoria, puede utilizarse
cualquiera de estas dos completas de Domingo, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88]. 
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamente
aunque no caigan en domingo.  En las fiestas, aunque no caigan en domingo, 
se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (a libre elección).

En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
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Invocación Inicial

V.  † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones e inacciones.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente
y que desde nuestra pequeñez, pidamos la misericordia de Dios y su fortaleza para mejorar.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, 
Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Himno: Cuando la Luz del Sol Es ya Poniente (opcional)

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día
. ¡Amén!
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Himno: Se inclina ya mi frente. (opcional)

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90: A la Sombra del Omnipotente.
                              Les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
     que vives a la sombra del Omnipotente,
     di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
     Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
     de la peste funesta.
     Te cubrirá con sus plumas,
     bajo sus alas te refugiarás:
     su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
      ni la flecha que vuela de día,
      ni la peste que se desliza en las tinieblas,
      ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
     diez mil a tu derecha;
     a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
     y verás la paga de los malvados,
     porque hiciste del Señor tu refugio,
     tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
      ni la plaga llegará hasta tu tienda,
      porque a sus ángeles ha dado órdenes
      para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
     para que tu pie no tropiece en la piedra;
     caminarás sobre áspides y víboras,
     pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
     lo protegeré porque conoce mi nombre,
     me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
     lo defenderé, lo glorificaré;
     lo saciaré de largos días,
     y le haré ver mi salvación.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
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Lectura Breve:   Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente.
Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol,
porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos,
y reinarán por los siglos de los siglos.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32. Cristo Luz de las naciones y Gloria de Israel.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

         † Ahora, Señor, según tu promesa,
         puedes dejar a tu siervo irse en paz,

         porque mis ojos han visto a tu Salvador,
         a quien has presentado ante todos los pueblos

         luz para alumbrar a las naciones
         y gloria de tu pueblo Israel.

         Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

         Como era en el principio, ahora y siempre,
         por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo;
que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz
y que tu bendición permanezca siempre con nosotros.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición
V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve, Reina y Madre
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.


3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
__________________________________________________________________________________________________________________________________
5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora" Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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