miércoles, 24 de junio de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamerica - 24 de Junio – El Nacimiento de San Juan Bautista - de la Solemnidad



Tiempo Ordinario – Miércoles 24 de Junio – El Nacimiento de San Juan Bautista - De la Solemnidad
San Juan Bautista, es el único santo que se conmemora el día de su nacimiento,
porque fue santificado en el vientre de su madre por la visita del Salvador.
Su nacimiento es motivo de inmensa alegría para la humanidad por el anuncio que trae de la próxima Redención.
El arcángel Gabriel anunció a Zacarías que su mujer estéril, iba a concebir y agregó:
«Le darás el nombre de Juan y será para ti objeto de júbilo y alegría;
muchos se regocijarán por su nacimiento puesto que será grande delante del Señor».
Al nacer, Zacarías proclamó el «Benedictus», que repetimos a diario en el oficio.

LAUDES - Oración de la mañana

"Si somos dignos de que Él esté en nosotros, entonces somos realmente vivificados por Él,
como miembros vivos suyos: Pues en Él, 
-como dice el Apóstol*- vivimos, nos movemos y existimos."
San Columbano. * (Hech 17, 28)

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, El Señor,
la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.
En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios.
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(
Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)
Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia
del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo
94. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. ¡Vengan, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Vengan, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría!
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Salmo 99 (opcional): Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Ant. ¡Vengan, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría!


Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Vengan, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan anunció lleno de alegría!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: ¿Qué será este niño?.

«¿Qué será este niño?», decía la gente
     al ver a su padre mudo de estupor.
     «¿Si será un profeta?, ¿si será un vidente?»
     ¡De una madre estéril nace el Precursor!

Antes de nacer, sintió su llegada,
     al fuego del niño lo cantó Isabel,
     y llamó a la Virgen: «Bienaventurada»,
     porque ella era el arca donde estaba él.

El ya tan antiguo y nuevo Testamento
     en él se soldaron como en piedra imán;
     muchos se alegraron de su nacimiento:
     fue ese mensajero que se llamó Juan.

Lo envió el Altísimo para abrir las vías
     del que trae al mundo toda redención:
     como el gran profeta, como el mismo Elías,
     a la faz del Hijo de su corazón.

Él no era la luz: vino a ser testigo
     de la que ya habita claridad sin fin;
     él no era el Señor: vino a ser su amigo,
     su siervo, su apóstol y su paladín.

Le cantan los siglos, como Zacarías:
     «Y tú serás, niño, quien marche ante él;
     eres el heraldo que anuncia al Mesías,
     eres la esperanza del nuevo Israel.»

El mundo se llena de gran regocijo,
     Juan es el preludio de la salvación;
     alabanza al Padre que nos dio tal Hijo,
     la gloria al Espíritu que fraguó la acción. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant. Le pondrás el nombre de Juan y su nacimiento será motivo de alegría para muchos.

Salmo 62, 2-9:  El Alma Sedienta de Dios
                                            Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
     mi alma está sedienta de ti;
     mi carne tiene ansia de ti,
     como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
     viendo tu fuerza y tu gloria!
     Tu gracia vale más que la vida,
     te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
     y alzaré las manos invocándote.
     Me saciaré de manjares exquisitos,
     y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
     y velando medito en ti,
     porque fuiste mi auxilio,
     y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
     mi alma está unida a ti,
     y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, creador de la luz inagotable, da esa misma luz a los que te llaman.
Que nuestros labios te alaben; nuestras vidas proclaman tu bondad;
Nuestro trabajo te de honor y nuestras voces te celebran para siempre.

Ant. Le pondrás el nombre de Juan y su nacimiento será motivo de alegría para muchos.
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Ant 2. Precederá al Señor en su venida con el espíritu y el poder de Elías,
            preparando al Señor un pueblo bien dispuesto.

Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor
                           Alaben al Señor, sus siervos todos. (Apoc. 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
     cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
     ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
     astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
     vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
     fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
     témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
     noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
     rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
     cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
     mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
     aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
     bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
     siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
     santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
     ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
     alabado y glorioso
     y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Precederá al Señor en su venida con el espíritu y el poder de Elías,
        preparando al Señor un pueblo bien dispuesto.
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Ant 3. A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
           porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

Salmo 149 – Alegría de los Santos.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
     que se alegre Israel por su Creador,
     los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
     cántenle con tambores y cítaras;
     porque el Señor ama a su pueblo
     y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
     y canten jubilosos en filas:
     con vítores a Dios en la boca
     y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
     y aplicar el castigo a las naciones,
     sujetando a los reyes con argollas,
     a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
     es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Que Israel se regocije en ti, Señor,
y te reconozca como creador y redentor.
Confiamos en tu fidelidad y proclamamos
las maravillosas verdades de la salvación.
Que tu ternura nos abrace ahora y para siempre.

Ant. A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
           porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
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Lectura Breve: Ml 4, 5-6
Miren, les enviaré al profeta Elías
antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible.
Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos,
y el corazón de los hijos hacia los padres,
para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve

V. Será grande a los ojos del Señor y estará lleno del Espíritu Santo.
R. Será grande a los ojos del Señor y estará lleno del Espíritu Santo.
V. Precederá al Señor en su venida, preparándole un pueblo bien dispuesto.
R. Y estará lleno del Espíritu Santo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será grande a los ojos del Señor y estará lleno del Espíritu Santo.
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto", 
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Zacarías recuperó el uso de la lengua
        e, inspirado, dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel.»

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Zacarías recuperó el uso de la lengua
         e, inspirado, dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel.»
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Preces para consagrar a Dios el día y el trabajo
Oremos a Cristo, el Señor,
que envió a Juan a preparar sus caminos delante de él, y digámosle:
R./ Visítanos, Sol que naces de lo alto.

Tú que hiciste saltar de gozo a Juan cuando estaba en el vientre de su madre,
- haz que siempre nos alegremos de que hayas venido al mundo.

Tú que nos mostraste el camino de la conversión
por la palabra y por el ejemplo del Bautista,
- ilumina nuestros corazones, para que se conviertan a las enseñanzas de tu reino.

Tú que quieres mostrarte a los hombres por la predicación de los hombres,
- envía a todo el mundo profetas que anuncien tu Evangelio.

Tú que quisiste ser bautizado por Juan en el Jordán
para llevar a término toda justicia,
- haz que trabajemos por la justicia de tu reino.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva:
Dios todopoderoso, que suscitaste a san Juan Bautista,
para que le preparara a Cristo un pueblo bien dispuesto,
concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual
y guíanos por el camino de la salvación y de la paz.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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                                                                                    Conclusión
                                                       Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

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Tiempo Ordinario – Miércoles 24 de Junio – El Nacimiento de San Juan Bautista - De la Solemnidad

II VÍSPERAS - Oración de la tarde


“Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios."

(San Columbano)


Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana,
fomentando su celebración pública o comunitaria, sobre todo entre aquellos que hacen vida común.
 Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, a decir de San Basilio:
“En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”.  Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”,
también recordamos la redención, o como dice el salmo 140, 2: 
“el alzar de nuestras manos” es “como ofrenda de la tarde”.

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. 
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.  
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas:
las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo),
y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (
la tarde del domingo, sigue el mismo caso).
Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.

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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V.  Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de éstos Himnos, pueden usarse,
sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Profeta de soledades.

Profeta de soledades,
     labio hiciste de tus iras
     para fustigar mentiras
     y para gritar verdades.

Desde el vientre escogido
     fuiste tú el pregonero,
     para anunciar al mundo
     la presencia del Verbo.

El desierto encendido
     fue tu ardiente maestro,
     para allanar montañas
     y encender los senderos.

Cuerpo de duro roble,
     alma azul de silencio;
     miel silvestre de rocas
     y un jubón de camello.

No fuiste, Juan, la caña
     tronchada por el viento;
     sí la palabra ardiente
     tu palabra de acero.

En el Jordán lavaste
     al más puro Cordero,
     que apacienta entre lirios
     y duerme en los almendros.

En tu figura hirsuta
     se esperanzó tu pueblo:
     para una raza nueva
     abriste cielos nuevos.

Sacudiste el azote
     ante el poder soberbio;
     y ante el Sol que nacía
     se apagó tu lucero.

Por fin, en un banquete
     y en el placer de un ebrio,
     el vino de tu sangre
     santificó el desierto.

Profeta de soledades,
     labio hiciste de tus iras
     para fustigar mentiras
     y para gritar verdades. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. ¡Apareció un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan!

Salmo 14: ¿Quién Es Justo ante El Señor?.
Has venido al Monte Sión, a la ciudad del Dios viviente (Hebreos 12, 22).

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
     y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
     y practica la justicia,
     el que tiene intenciones leales
     y no calumnia con su lengua,

     el que no hace mal a su prójimo
     ni difama al vecino,
     el que considera despreciable al impío
     y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
     aún en daño propio,
     el que no presta dinero a usura
     ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¡Apareció un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan!
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Ant 2. Juan vino como testigo para declarar en favor de la verdad.

Salmo 111:  Felicidad del Justo.
Vivan como niños nacidos de la luz. La luz produce todo tipo de bondad, justicia y verdad (Efesios 5: 8-9).

Dichoso quien teme al Señor
     y ama de corazón sus mandatos.
     Su linaje será poderoso en la tierra,
     la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
     su caridad es constante, sin falta.
     En las tinieblas brilla como una luz
     el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
     y administra rectamente sus asuntos.
     El justo jamás vacilará,
     su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
     su corazón está firme en el Señor.
     Su corazón está seguro, sin temor,
     hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
     su caridad es constante, sin falta,
     y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
     rechinará los dientes hasta consumirse.
     La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Juan vino como testigo para declarar en favor de la verdad.
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Ant 3. Juan era la lámpara que arde y que ilumina.

Cántico. Ap 15, 3-4: Canto de los Vencedores.
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza, que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)

Grandes y maravillosas son tus obras,
     Señor, Dios omnipotente,
     justos y verdaderos tus caminos,
     ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
     y glorificará tu nombre?
     Porque tú solo eres santo,
     porque vendrán todas las naciones
     y se postrarán en tu acatamiento,
     porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
 
Ant. Juan era la lámpara que arde y que ilumina.
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Lectura Breve   Hch 13, 23-25
Según lo prometido, Dios sacó para Israel
de la descendencia de David un Salvador, Jesús. Y su precursor fue Juan.
Ya éste, antes de presentarse Jesús, había predicado a todo el pueblo de Israel
un bautismo como señal de arrepentimiento.
Y, cuando estaba para terminar su misión, solía decir:
«No soy yo el que ustedes se imaginan.
Pero, miren, viene otro después de mí; y yo no soy digno de desatar su calzado.»

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
R. Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
V. El que viene después de mí ya existía antes que yo.
R. Enderecen sus sendas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. El niño que nos ha nacido es más que un profeta; es aquel de quien dice el Salvador: 
«Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que Juan Bautista».

Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                          (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.     Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El niño que nos ha nacido es más que un profeta; es aquel de quien dice el Salvador: 
«Entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que Juan Bautista».
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Preces
Oremos confiados al Señor, que eligió a Juan Bautista
para anunciar a los hombres el reino de Cristo, y digámosle:
R./ Guía, Señor, nuestros pasos por el camino de la paz.

Tú, Señor, que llamaste a Juan cuando estaba aún en las entrañas maternas
y lo elegiste para que preparara los caminos de tu Hijo,
- danos ánimos para seguir siempre a Cristo
  con la misma fidelidad con que Juan lo precedió.

Tú que concediste al Bautista reconocer al Cordero de Dios,
- concede a la Iglesia anunciar a Cristo
  de tal manera que los hombres de nuestro tiempo puedan reconocerlo.

Tú que dispusiste que Juan menguase y que Cristo creciera,
- enséñanos a saber humillarnos, para que brille Cristo a los ojos de los hombres.

Tú que, por el martirio de Juan, quisiste manifestar la justicia,
- concédenos testificar tu verdad con valentía, sin temor a la tribulación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acuérdate, Señor, de los que han salido ya de este mundo
- y colócalos en el reino de la luz y de la paz.

Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los cielos diciendo:
Padre nuestro....

Oración Conclusiva:
Dios todopoderoso, que suscitaste a san Juan Bautista,
para que le preparara a Cristo un pueblo bien dispuesto,
concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual
y guíanos por el camino de la salvación y de la paz

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:

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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
      Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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      En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
      nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario – Miércoles 24 de Junio – El Nacimiento de San Juan Bautista - De la Solemnidad

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle
frutos de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente
tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana,
es costumbre -aceptada en las rúbricas- que,
si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos completas de Domingo, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88]. 
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.

Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico,
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamente) aunque no caigan en domingo.
En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (a libre elección).
En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.

Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.
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Invocación Inicial
V.  † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones e inacciones.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente
y que desde nuestra pequeñez, pidamos la misericordia de Dios y su fortaleza para mejorar.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada 
    que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Himno: Se inclina ya mi frente.
Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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Himno: Cuando la Luz del Sol Es ya Poniente (opcional)

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día
. ¡Amén!
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Himno: Tú, a quien he buscado, Señor (opcional)

Tú, a quien he buscado, Señor,
     en este día,
     a quien he escuchado,
     dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
     en este día,
     a quien he orado,
     dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
     en este día,
     a quien he amado,
     dame el reposo de esta noche. ¡Amén!

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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Salmo 90: A la Sombra del Omnipotente.
                              Les he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
     que vives a la sombra del Omnipotente,
     di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
     Dios mío, confío en ti.»

Él te librará de la red del cazador,
     de la peste funesta.
     Te cubrirá con sus plumas,
     bajo sus alas te refugiarás:
     su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
      ni la flecha que vuela de día,
      ni la peste que se desliza en las tinieblas,
      ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
     diez mil a tu derecha;
     a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
     y verás la paga de los malvados,
     porque hiciste del Señor tu refugio,
     tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
      ni la plaga llegará hasta tu tienda,
      porque a sus ángeles ha dado órdenes
      para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
     para que tu pie no tropiece en la piedra;
     caminarás sobre áspides y víboras,
     pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
     lo protegeré porque conoce mi nombre,
     me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
     lo defenderé, lo glorificaré;
     lo saciaré de largos días,
     y le haré ver mi salvación.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
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Lectura Breve:   Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente.
Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol,
porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos,
y reinarán por los siglos de los siglos.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con Él.
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Cántico de Simeón: Lc 2, 29-32. Cristo Luz de las naciones y Gloria de Israel.

Ant.
 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

         Ahora, Señor, según tu promesa,
         puedes dejar a tu siervo irse en paz,

         porque mis ojos han visto a tu Salvador,
         a quien has presentado ante todos los pueblos

         luz para alumbrar a las naciones
         y gloria de tu pueblo Israel.

         Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

         Como era en el principio, ahora y siempre,
         por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Humildemente te pedimos, Señor,
que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo,
sin temor alguno, descansemos en tu paz,
y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas.
Por Cristo nuestro Señor. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve. (Versión Latinoamericana)

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
     vida, dulzura y esperanza nuestra,
     Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
     a ti suspiramos, gimiendo y llorando
     en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
     vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
     y después de este destierro muéstranos a Jesús,
     fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Dios te salve, Reina y Madre (Versión española)
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
     vida, dulzura y esperanza nuestra,
     Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
     a ti suspiramos, gimiendo y llorando
     en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
     vuelve a nosotros
     esos tus ojos misericordiosos,
     y después de este destierro muéstranos a Jesús,
     fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!

V: ¡Ruega por nosotros Santa Madre de Dios!

R. Para que seamos dignos de alcanzar
     las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Amén!
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3.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar, ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
4.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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5.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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6.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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7.       María la Aurora.  Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin.
¡Amén!
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