jueves, 26 de marzo de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Domingo I de Cuaresma

Liturgia
de las Horas
para
Latinoamérica


TIEMPO DE CUARESMA
Semana I
Sobre el oficio divino

En el Oficio Divino
se rezan himnos, antífonas, salmos, etc.

La gran mayoría son textos extraídos de la Biblia
y ordenados de manera estructurada y metódica,
de tal forma que, al leerlas, meditarlas, y compartirlas,
van dirigidas a Dios
usando las mismas palabras con las que Él nos habla.

Al orar en comunión con la Iglesia Universal,
esperamos que Nuestro Dios las escuche y nos atienda.
Text Box: TIEMPO DE CUARESMA.
Domingo de la semana I
Del propio del tiempo Salterio I

IMPORTANTE:
Toda la información que ofrecemos es generalmente informativa. En ningún caso es vinculante o aplicable
a situaciones específicas en las que solo el pastor
 o la iglesia responsable tiene la capacidad de adoptar.

La Parroquia y cualquiera de sus ministerios
no somos responsables de la interpretación, aplicación,
daño a terceros de cualquier tipo, daño a la propiedad
o cualquier otro que pueda surgir de los documentos
que compartimos. Las autoridades eclesiásticas
tienen que decidir lo que es apropiado
y cómo aplicar las reglas actuales de la Iglesia.

La información que publicamos es de buena fe y gratuita.

P. Diego Cabrera Rojas
Liturgia de las Horas Misionera.


Cuerpo de Cristo, sálvame!

Sálvame de mi gran archienemigo,
mi débil y vacilante yo.

Sálvame de toda avaricia de dinero,
de poder y de alabanza.

Sálvame de la sed de placer
espectáculo mundano
y juerga nocturna.

Sálvame de traicionarte, querido Señor,
en pensamiento, en palabra o en obra. ¡Amén!


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Tiempo de Cuaresma.  Domingo de la Semana I
Del propio del Tiempo. Salterio I.


LAUDES - Oración de la mañana

"Si somos dignos de que Él esté en nosotros,

entonces somos
realmente vivificados por Él,
como miembros vivos suyos:
Pues en Él,
-como dice el Apóstol*- 
vivimos,
nos movemos y existimos."

San Columbano. * (Hech 17, 28)


Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan con la finalidad de santificar la mañana.

Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús,
El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9) y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).

Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana, aunque, naturalmente, se adapta al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio

Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno.
(Cuando se aplica la forma responsorial, la asamblea repite la antífona después de cada estrofa)

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia
del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo
94. Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:



Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, vengan, adorémosle.


Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,

     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, vengan, adorémosle.
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Salmo del Invitatorio (Opcional) 
Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)



Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, vengan, adorémosle.
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                                                                      Himnos
    Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Es verdad que las luces del alba. Domingo I, Laudes.

Es verdad que las luces del alba
     del día de hoy
     son más puras, radiantes y bellas,
     por gracia de Dios.

Es verdad que yo siento en mi vida,
     muy dentro de mí,
     que la gracia de Dios es mi gracia,
     que no merecí.

Es verdad que la gracia del Padre,
     en Cristo Jesús,
     es la gloria del hombre y del mundo
     bañados en luz.

Es verdad que la Pascua de Cristo
     es pascua por mí,
     que su muerte y victoria me dieron
     eterno vivir.

Viviré en alabanzas al Padre,
     que al Hijo nos dio,
     y que el santo Paráclito inflame
     nuestra alma en amor. ¡Amén!
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Himno: Oh sol de salvación, oh Jesucristo.

Oh sol de salvación, oh Jesucristo,
     alumbra lo más hondo de las almas,
     en tanto que la noche retrocede
     y el día sobre el mundo se levanta.

Junto con este favorable tiempo
     danos ríos de lágrimas copiosas,
     para lavar el corazón que, ardiendo
     en jubilosa caridad, se inmola.

La fuente que hasta ayer manó delitos
     ha de manar desde hoy perenne llanto,
     si con la vara de la penitencia
     el pecho empedernido es castigado.

Ya se avecina el día, el día tuyo,
     volverá a florecer el universo;
     compartamos su gozo los que fuimos
     devueltos por tu mano a tus senderos.

Oh Trinidad clemente, que te adoren
     tierra y cielo a tus pies arrodillados,
     y que nosotros, por tu gracia nuevos,
     cantemos en tu honor un nuevo canto. ¡Amén!

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SALMODIA

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Ant 1. Toda mi vida te bendeciré, Señor, y alzaré las manos invocándote.

Salmo 62, 2-9:  El Alma Sedienta de Dios
                                            Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
     mi alma está sedienta de ti;
     mi carne tiene ansia de ti,
     como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
     viendo tu fuerza y tu gloria!
     Tu gracia vale más que la vida,
     te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
     y alzaré las manos invocándote.
     Me saciaré de manjares exquisitos,
     y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
     y velando medito en ti,
     porque fuiste mi auxilio,
     y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
     mi alma está unida a ti,
     y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
    por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, creador de la luz inagotable, da esa misma luz a los que te llaman.
Que nuestros labios te alaben; nuestras vidas proclaman tu bondad;
Nuestro trabajo te de honor y nuestras voces te celebran para siempre.

Ant. Toda mi vida te bendeciré, Señor, y alzaré las manos invocándote.
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Ant 2. Canten y exalten a Dios eternamente.

Cantico - Dn 3, 57-88. 56: Toda la Creación Alabe al Señor
                           Alaben al Señor, sus siervos todos. (Apoc. 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendigan al Señor;
     cielos, bendigan al Señor.

Aguas del espacio, bendigan al Señor;
     ejércitos del Señor, bendigan al Señor.

Sol y luna, bendigan al Señor;
     astros del cielo, bendigan al Señor.

Lluvia y rocío, bendigan al Señor;
     vientos todos, bendigan al Señor.

Fuego y calor, bendigan al Señor;
     fríos y heladas, bendigan al Señor.

Rocíos y nevadas, bendigan al Señor;
     témpanos y hielos, bendigan al Señor.

Escarchas y nieves, bendigan al Señor;
     noche y día, bendigan al Señor.

Luz y tinieblas, bendigan al Señor;
     rayos y nubes, bendigan al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendigan al Señor;
     cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendigan al Señor;
     mares y ríos, bendigan al Señor.

Cetáceos y peces, bendigan al Señor;
     aves del cielo, bendigan al Señor.

Fieras y ganados, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendigan al Señor;
     bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor;
     siervos del Señor, bendigan al Señor.

Almas y espíritus justos, bendigan al Señor;
     santos y humildes de corazón, bendigan al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendigan al Señor,
     ensálcenlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
     ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
     alabado y glorioso
     y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Canten y exalten a Dios eternamente.
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Ant 3. 
 El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Salmo 149 – Alegría de los Santos.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)

Canten al Señor un cántico nuevo,
     resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
     que se alegre Israel por su Creador,
     los hijos de Sión por su Rey.

Alaben su nombre con danzas,
     cántenle con tambores y cítaras;
     porque el Señor ama a su pueblo
     y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
     y canten jubilosos en filas:
     con vítores a Dios en la boca
     y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
     y aplicar el castigo a las naciones,
     sujetando a los reyes con argollas,
     a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
     es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Que Israel se regocije en ti, Señor, y te reconozca como creador y redentor.
Confiamos en tu fidelidad y proclamamos las maravillosas verdades de la salvación.
Que tu ternura nos abrace ahora y para siempre.

Ant. El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
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Lectura Breve: Cf. Ne 8, 9. 10
Este día está consagrado al Señor su Dios; no hagan duelo ni lloren.
No estén tristes: la alegría del Señor es su fortaleza.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

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                                                 Cántico Evangélico (Benedictus)
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Ant. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor
                                                           (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tiniebla
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
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Preces
Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación;
acudamos, pues, a nuestro Redentor que nos concede estos días de perdón,
y, bendiciéndole, digamos:
R./ Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo.

Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado
místicamente contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos,
- concédenos andar hoy en vida nueva.

Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien,
- haz que también nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.

Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes en la edificación de nuestra ciudad terrena,
- sin olvidar nunca tu reino eterno.

Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas,
- sana las dolencias de nuestro espíritu para que crezcamos cada día en santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios,
acudamos al Padre, diciendo:
Padre Nuestro…

Oración Conclusiva:
Te pedimos, Señor todopoderoso,
que las celebraciones y las penitencias de esta Cuaresma
nos ayuden a progresar en el camino de nuestra conversión:
así conoceremos mejor y viviremos con mayor plenitud
las riquezas inagotables del misterio de Cristo.

Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!


                    Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:

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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

        Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

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Tiempo de Cuaresma. – Domingo de la semana I
Propio del Tiempo. Salterio I. II Vísperas del Domingo I de Cuaresma.




II VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Si el alma hace buen uso

de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad
semejante a Dios."
(San Columbano)



Hay que resaltar y promover la importancia de las laudes y las vísperas
como oración de la comunidad cristiana, fomentando su celebración pública o comunitaria, sobre todo entre aquellos que hacen vida común.


Se celebran las vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va cayendo, a decir de San Basilio: “En acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto”.

Por medio de la oración que elevamos “como el incienso en presencia del Señor”,
también recordamos la redención, o como dice el salmo 140, 2: “el alzar de nuestras manos”  es “como ofrenda de la tarde”.

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor.
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad 
no tienen Vísperas.

Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por eso tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, sigue el mismo caso). Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
Se hace la invocación Inicial antes del himno, trazando en la frente la señal de la cruz mientras se dice:

V.  Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. 
¡Amén!

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                                                                      Himnos
    Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno:
Dios de la luz, presencia ardiente.

Dios de la luz, presencia ardiente
     sin meridiano ni frontera:
     vuelves la noche mediodía,
     ciegas al sol con tu derecha.

Como columna de la aurora,
     iba en la noche tu grandeza;
     te vio el desierto, y destellaron
     luz de tu gloria las arenas.

Cerró la noche sobre Egipto
     como cilicio de tinieblas;
     para tu pueblo amanecías
     bajo los techos de las tiendas.

Eres la luz, pero en tu rayo
     lanzas el día o la tiniebla:
     ciegas los ojos del soberbio,
     curas al pobre su ceguera.

Cristo Jesús, tú que trajiste
     fuego a la entraña de la tierra,
     guarda encendida nuestra lámpara
     hasta la aurora de tu vuelta. ¡Amén!
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Himno: Oh bondadoso Creador.

Oh bondadoso Creador,
     escucha la voz de nuestras súplicas
     y el llanto que, mientras dura el sacrosanto ayuno
     de estos cuarenta días, derramamos.

A ti, que escrutas nuestros corazones
     y que conoces todas sus flaquezas,
     nos dirigimos para suplicarte
     la gracia celestial de tu indulgencia.

Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos,
     pero estamos, al fin, arrepentidos,
     y te pedimos, por tu excelso nombre,
     que nos cures los males que sufrimos.

Haz que, contigo ya reconciliados,
     podamos dominar a nuestros cuerpos,
     y, llenos de tu amor y de tu gracia,
     no pequen más los corazones nuestros.

Oh Trinidad Santísima, concédenos,
     oh simplicísima Unidad, otórganos
     que los efectos de la penitencia
     de estos días nos sean provechosos. ¡Amén!


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SALMODIA
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Ant 1. Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.

Salmo 109, 1-5. 7: El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
     «Siéntate a mi derecha,
     y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
     el poder de tu cetro:
     somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
     entre esplendores sagrados;
     yo mismo te engendré, como rocío,
     antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
     «Tú eres sacerdote eterno
     según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
     quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
     por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Padre, te pedimos que nos des la victoria y la paz.
En Jesucristo, nuestro Señor y Rey, ya estamos sentados a tu diestra.
Esperamos alabarte en la comunión de todos tus santos en nuestra patria celestial.

Ant. Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
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Ant 2. Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación.

Salmo 113-A:  Israel Librado de Egipto; Las Maravillas del Éxodo.
Reconozcan que también ustedes, los que renunciaron al mundo, han salido de Egipto. (S. Agustín)

Cuando Israel salió de Egipto,
     los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
     Judá fue su santuario,
     Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
     el Jordán se echó atrás;
     los montes saltaron como carneros;
     las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
     y a ti, Jordán, que te echas atrás?

¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros;
     colinas, que saltan como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
     en presencia del Dios de Jacob;
     que transforma las peñas en estanques,
     el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Oración del salmo
Dios Todopoderoso, misterio siempre vivo de la unidad y la Trinidad,
le diste vida al nuevo Israel por nacimiento del agua y el Espíritu,
y lo convertiste en una raza elegida, un sacerdocio real,
un pueblo apartado como tu posesión eterna.
Que todos los que has llamado
a caminar en el esplendor de la nueva luz
te brinden un servicio y adoración adecuados.

Ant. Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación.
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Ant 3. Ya ven que subimos a Jerusalén, y todas las cosas que fueron escritas
            acerca del Hijo del hombre van a tener ya su cumplimiento.

Cántico - 1Pe 2, 21b-24: Pasión Voluntaria de Cristo, Siervo de Dios.
Dios ha de ser creído tal cual es, invisible, aunque el corazón puro pueda, en parte, contemplarlo. (San Columbano)

Cristo padeció por nosotros,
     dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas.
     El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca;
     cuando le insultaban, no devolvía el insulto;
     en su pasión no profería amenazas;
     al contrario,
     se ponía en manos del que juzga justamente.

Cargado con nuestros pecados subió al leño,
     para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
     Sus heridas nos han curado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ya ven que subimos a Jerusalén, y todas las cosas que fueron escritas
         acerca del Hijo del hombre van a tener ya su cumplimiento.
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Lectura Breve   1Co 9, 24-25
Los atletas que corren en el estadio corren todos,
pero uno sólo consigue el premio. Corran como él, para conseguirlo.
Todo atleta se impone moderación en todas sus cosas.
Ellos lo hacen para alcanzar una corona que se marchita;
nosotros una que no se ha de marchitar jamás.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve

V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.



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Cántico Evangélico (Magnificat)
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Ant. Vela sobre nosotros, Salvador eterno; sé tú nuestro protector,
         que no nos sorprenda el tentador astuto.

Cántico de María: Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor
                                                          (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vela sobre nosotros, Salvador eterno; sé tú nuestro protector,
         que no nos sorprenda el tentador astuto.
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Preces
Demos gloria y alabanza a Dios Padre que, por medio de su Hijo,
la Palabra encarnada, nos hace renacer de un germen incorruptible y eterno,
y supliquémosle, diciendo:
R./ Señor, ten piedad de tu pueblo.

Escucha, Dios de misericordia, la oración que te presentamos en favor de tu pueblo
y concede a tus fieles desear tu palabra más que el alimento del cuerpo.

Enséñanos a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos
y a los hombres de todas las razas,
y a trabajar por su bien y por la concordia mutua.

Pon tus ojos en los catecúmenos que se preparan para el bautismo
y haz de ellos piedras vivas y templo espiritual en tu honor.

Tú que por la predicación de Jonás exhortaste a los ninivitas a la penitencia,
haz que tu palabra llame a los pecadores a la conversión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los moribundos esperen confiadamente el encuentro con Cristo, su juez,
y gocen eternamente de tu presencia.

Unidos fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común:
Padre nuestro....

Oración Conclusiva:
Te pedimos, Señor todopoderoso,
que las celebraciones y las penitencias de esta Cuaresma
nos ayuden a progresar en el camino de nuestra conversión:
así conoceremos mejor y viviremos con mayor plenitud
las riquezas inagotables del misterio de Cristo.

Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión

Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:

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Fórmula larga:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V.  † El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
 † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:  (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo
y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!

      Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
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      En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V.  † El Señor nos bendiga,
      nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo de Cuaresma. – Domingo de la semana I
Propio del Tiempo. Salterio I. después de las II Vísperas.

COMPLETAS - Oración antes del descanso nocturno

"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios.

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle
frutos de todas las virtudes
que sembró en nosotros al crearnos".

San Columbano.


Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida. 

Las Completas de Domingo I y II se usan respectivamente tras las primeras y segundas vísperas de Domingo.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre -aceptada en las rúbricas- que,
si se van a rezar de memoria, puede utilizarse cualquiera de estas dos completas de Domingo, cualquier día de la semana [Ord. Gral. n 88]. ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas. Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.

También se utilizan en las solemnidades (después de I y II Vísperas respectivamente) aunque no caigan en domingo.
En las fiestas, aunque no caigan en domingo, se utiliza después de Vísperas las Completas de Domingo I o II (a libre elección).

En Triduo Pascual, si corresponde rezarlas (ver rúbrica al inicio del día), se utiliza Domingo II, con responsorio especial.
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Invocación Inicial

V.  † Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas.

Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres, en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones e inacciones. Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que desde nuestra pequeñez, pidamos la misericordia de Dios y su fortaleza para mejorar.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada. Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

V.  † El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
      perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!

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                                                                      Himnos
    Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados. 
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve,
Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Himno: Cuando llegó el instante de tu muerte.

Cuando llegó el instante de tu muerte
     inclinaste la frente hacia la tierra,
     como todos los mortales;
     mas no eras tú el hombre derribado,
     sino el Hijo que muerto nos contempla.

Cuando me llegue el tránsito esperado
     y siga sin retorno por mi senda,
     como todos los mortales,
     el sueño de tu rostro será lumbre
     y tu gloria mi gloria venidera.

El silencio sagrado de la noche
     tu paz y tu venida nos recuerdan,
     Cristo, luz de los mortales;
     acepta nuestro sueño necesario
     como secreto amor que a ti se llega. ¡Amén!
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Himno: Tú, a quien he buscado, Señor

Tú, a quien he buscado, Señor,
     en este día,
     a quien he escuchado,
     dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
     en este día,
     a quien he orado,
     dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
     en este día,
     a quien he amado,
     dame el reposo de esta noche. ¡Amén!

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SALMODIA
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Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4: Acción de Gracias.
Limítate a creer con sencillez, pero con firmeza, que Dios es y será tal cual fue, porque es inmutable. (San Columbano)

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
     tú que en el aprieto me diste anchura,
     ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y ustedes, ¿hasta cuándo ultrajarán mi honor,
     amarán la falsedad y buscaréis el engaño?
     Sépanlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
     y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Tiemblen y no pequen, reflexionen
     en el silencio de su lecho;
     ofrezcan sacrificios legítimos
     y confíen en el Señor.

Hay muchos que dicen:
     «¿Quién nos hará ver la dicha,
     si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor,
     has puesto en mi corazón más alegría
     que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
     porque tú sólo, Señor,
     me haces vivir tranquilo:
     mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
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Ant. 2. Durante la noche, bendigan al Señor.

Salmo 133: Oración Vespertina en el Templo
El Dios que buscamos no está lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia (San Columbano)

Y ahora bendigan al Señor,
     los siervos del Señor,
     los que pasan la noche
     en la casa del Señor:

Levanten las manos hacia el santuario,
     y bendigan al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
     el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Durante la noche, bendigan al Señor.
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Lectura Breve:   Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma,
con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria;
se las repetirás a tus hijos
y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.


Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.



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Cántico Evangélico (Nunc dimittis)
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Cántico de Simeón:
Lc 2, 29-32. Cristo Luz de las naciones y Gloria de Israel.

Ant.
 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

         Ahora, Señor, según tu promesa,
         puedes dejar a tu siervo irse en paz,

         porque mis ojos han visto a tu Salvador,
         a quien has presentado ante todos los pueblos

         luz para alumbrar a las naciones
         y gloria de tu pueblo Israel.

         Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

         Como era en el principio, ahora y siempre,
         por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Guárdanos, Señor, durante esta noche
y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día,
la celebración del domingo nos llene con la alegría
de la resurrección de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén! 


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                        Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.       Dios te salve. (Versión Latinoamericana)

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
     vida, dulzura y esperanza nuestra,
     Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
     a ti suspiramos, gimiendo y llorando
     en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
     vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
     y después de este destierro muéstranos a Jesús,
     fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Dios te salve, Reina y Madre (Versión española)
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Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
     vida, dulzura y esperanza nuestra,
     Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
     a ti suspiramos, gimiendo y llorando
     en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
     vuelve a nosotros
     esos tus ojos misericordiosos,
     y después de este destierro muéstranos a Jesús,
     fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!

V: ¡Ruega por nosotros Santa Madre de Dios!

R. Para que seamos dignos de alcanzar
     las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Amén!
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3.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar, ven a librar al pueblo
que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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4.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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5.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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6.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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7.       María la Aurora.  Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin.
¡Amén!
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