sábado, 23 de febrero de 2019

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Sábado de la segunda semana

Tiempo Ordinario Sábado de la Feria. Salterio II

LAUDES
Oración de la mañana



"En la Eternidad éramos;
al nacer comenzamos a existir.
Existir es ser en el tiempo.
Y al morir dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.
Somos seres espirituales
que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin




Invitatorio
(Si Laudes no es la primera oración del día se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otro, día tras día, mientras perdura el hoy. Heb 3, 13

Vengan, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano
las simas de la tierra,
son suyas
las cumbres de los montes;
suyo es el mar,
porque él lo hizo,

la tierra firme
que modelaron sus manos.

Vengan, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
«No endurezcan el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando sus padres
me pusieron a prueba
y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó,
y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor.
_____________________________________________________________________

Salmo del Invitatorio (Opcional)
El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24. En tal caso,
si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día,
se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Vengan, adoremos al Señor.


Salmo del Invitatorio (Opcional)

Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Sepan que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

Ant. 1 Vengan, adoremos al Señor.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vengan, adoremos al Señor.



Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. Vengan, adoremos al Señor.

Salmo 24: Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia. Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alcen los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Vengan, adoremos al Señor.
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Himno: Señor, yo sé que, en la mañana pura.

Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.

Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;

por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío

para llegar hasta ti se hizo soneto. ¡Amén!


Himno (Opcional): Padre nuestro.

Padre nuestro,
Padre de todos,
líbrame del orgullo
de estar solo.

No vengo a la soledad
cuando vengo a la oración,
pues sé que, estando contigo,
con mis hermanos estoy;
y sé que, estando con ellos,
tú estás en medio, Señor.

No he venido a refugiarme
dentro de tu torreón,
como quien huye a un exilio
de aristocracia interior.
Pues vine huyendo del ruido,
pero de los hombres no.

Allí donde va un cristiano
no hay soledad, sino amor,
pues lleva toda la Iglesia
dentro de su corazón.
y dice siempre «nosotros»,
incluso si dice «yo». ¡Amén!


SALMODIA

Ant 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Salmo 91: Alabanza del Dios creador
Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio)

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Ant 2. Den gloria a nuestro Dios.

Cantico - Dt 32, 1-12: Beneficios de Dios para con su pueblo
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! (Mt 23, 37)

Escuchen, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped.
Voy a proclamar el nombre del Señor:
den gloria a nuestro Dios.

El es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó, cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió su alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Den gloria a nuestro Dios.

Ant 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra! 

Salmo 8 - Majestad del Señor y dignidad del hombre.
Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo (Ef 1, 22)

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,        
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra! 

Lectura Breve Rm 12, 14-16a
Bendigan a los que los persiguen; bendigan, sí, no maldigan.
Con los que ríen, estén alegres; con los que lloran, lloren.
Tengan un mismo sentir entre ustedes, sin apetecer grandezas,
atraídos más bien por lo humilde.

Responsorio Breve

V. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.


V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.

Cántico Evangélico

Ant. Guía, nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,
te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!



Ant.
 Guía, nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.

Preces
Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo,
que ha querido ser amado y servido en los hermanos,
especialmente en los que sufren, y supliquémosle insistentemente, diciendo:
R./ Haznos perfectos en la caridad, Señor.

Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor,
   que extiendas los beneficios de tu redención a todos los hombres.

Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.

Enséñanos, Señor, a descubrir tu imagen en todos los  hombres.
y a servirte a ti en cada uno de ellos.

Oh Cristo, Señor nuestro, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante,
   para que con ello reciba gloria Dios Padre.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Con la confianza que nos da nuestra fe,
acudamos ahora al Padre, diciendo, como nos enseñó Cristo:
- Padre Nuestro…

Oración
Que nuestra voz, Señor,
nuestro espíritu y toda nuestra vida
sean una continua alabanza en tu honor;
y, pues toda nuestra existencia es puro don de tu liberalidad,
que también cada una de nuestras acciones
te esté plenamente dedicada.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Conclusión

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!






Domingo de la Tercera Semana



I VÍSPERAS
Oración de la tarde



Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos.
     ¡Amén. Aleluya!

Himno: Acuérdate de Jesucristo.

Acuérdate de Jesucristo,
resucitado de entre los muertos.
Él es nuestra salvación,
nuestra gloria para siempre.

Si con él morimos, viviremos con él;
si con él sufrimos, reinaremos con él.

En él nuestras penas, en él nuestro gozo;
en él la esperanza, en él nuestro amor.

En él toda gracia, en él nuestra paz;
en él nuestra gloria, en él la salvación.. ¡Amén!

SALMODIA

Ant 1. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Salmo 112: Alabado sea el nombre del Señor
                                 Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52)

Alaben, siervos del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Ant 2. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Salmo 115: Acción de gracias en el templo.
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Ant 3. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

Cántico - Flp 2, 6-11: Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

Lectura Breve   Hb 13, 20-21
Que el Dios de la paz,
que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas,
nuestro Señor Jesús, en virtud de la sangre de la alianza eterna,
les ponga a punto en todo bien, para que cumplan su voluntad.
Él realizará en nosotros lo que es de su agrado,
por medio de Jesucristo; a Él la gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Responsorio Breve

V. Cuántas son tus obras. Señor.
R. Cuántas son tus obras. Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras. Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras. Señor.

Cántico Evangélico

Ant. Jesús proclamaba el Evangelio del reino y curaba las enfermedades del pueblo.

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Jesús proclamaba el Evangelio del reino y curaba las enfermedades del pueblo.

Preces
Recordando la bondad de Cristo,
que se compadeció del pueblo hambriento
y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:
R./ Muéstranos, Señor, tu amor.

Reconocemos, Señor,
que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
haz que no tornen a ti vacíos, sino que den fruto, con un corazón noble de nuestra parte.

Oh Cristo, luz y salvación de todos los pueblos,
protege a los que dan testimonio de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.

Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.

A ti, qué eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad.

Dignate agregar los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios;
por eso nos atrevemos a decir:
- Padre nuestro...

Oración
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos al llevar una vida según tu voluntad,
para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras
en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y reina contigo. ¡Amén!

Conclusión

V. El Señor nos bendiga,
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!




Domingo de la Tercera Semana
Después de las Primeras Vísperas del Domingo y de las Solemnidades

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

Invocación Inicial

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
     ¡Amén. Aleluya!

Examen de Conciencia
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.
Después, se prosigue con la fórmula siguiente:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido,
     reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: Antes de cerrar los ojos.

El sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos convida;
guárdanos tú, Señor, de suerte
que despertemos a la vida.

Tu amor nos guía y nos reprende
y por nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y, mientras dormimos, nos vela.

Te ofrecemos, humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria balbuciente:
«Gracias, Señor, por este día.»

Recibe, Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía
y alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran Día.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. ¡Amén!

SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4: Acción de gracias
El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los muertos (S. Agustín)

Escúchame cuando te invoco; Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y ustedes, ¿hasta cuándo ultrajarán mi honor,
amarán la falsedad y  buscarán el engaño?
Sépanlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Tiemblen y no pequen,
reflexionen en el silencio de su lecho;
ofrezcan sacrificios legítimos
y confíen en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant. 2. Durante la noche, bendigan al Señor.

Salmo 133   Oración vespertina en el templo
Alaben al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes (Ap 19,5)

Y ahora bendigan al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasan la noche
en la casa del Señor.

Levanten las manos hacia el santuario
y bendigan al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

Lectura Breve:   Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas la fuerzas. 
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria,
se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas
estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

Responsorio Breve

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Cántico Evangélico

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración Conclusiva
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana,
ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo
nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. 
Que vive y reina por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Bendición

V. El Señor todopoderoso
     nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. ¡Amén!

Antífona Final de la Santísima Virgen

Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y quiere levantarse.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.


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