miércoles, 2 de septiembre de 2020

Liturgia de las Horas para Latinoamérica - Miércoles, Salterio II - TO

Liturgia de las Horas
para Latinoamérica

Miércoles - Salterio II - Tiempo Ordinario


Sobre el Oficio Divino
 En el Oficio Divino se rezan himnos, antífonas, salmos, etc.
La gran mayoría son textos extraídos de la Biblia y ordenados de manera estructurada y metódica,
de tal forma que, al leerlas, meditarlas, y compartirlas, van dirigidas a Dios usando las mismas palabras con las que Él nos habla.
Al orar en comunión con la Iglesia Universal,esperamos que Nuestro Dios las escuche y nos atienda.


IMPORTANTE:
Toda la información que ofrecemos es generalmente informativa.
En ningún caso es vinculante o aplicable a situaciones específicas
en las que solo el pastor o la iglesia responsable tiene la capacidad de adoptar.
La Parroquia y cualquiera de sus ministerios no somos responsables
de la interpretación, aplicación, daño a terceros de cualquier tipo, daño a la propiedad
o cualquier otro que pueda surgir de los documentos que compartimos. 
Las autoridades eclesiásticas tienen que decidir lo que es apropiado y cómo aplicar las reglas actuales de la Iglesia. 

La información que publicamos es de buena fe y gratuita.

P. Diego Cabrera Rojas, ssc
Liturgia de las Horas en Latinoamericano
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LAUDES - Oración de la mañana

"Si el alma hace buen uso
de las virtudes plantadas en ella,
entonces será de verdad semejante a Dios. 

Él nos enseñó, por medio de sus preceptos,
que debemos redituarle frutos de todas las virtudes
 que sembró en nosotros al crearnos".
San Columbano.

Las Laudes de la mañana se dirigen y ordenan
con la finalidad de santificar la mañana.
Al celebrarse con la salida del sol, nos recuerdan la resurrección de Jesús, 
El Señor, la luz verdadera que ilumina a todos los hombres (cf Jn 1,9)
y el “Sol de Justicia (Mal 3, 20) que nace de lo alto (Lc 1, 78).
Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección.
En las comunidades religiosas, el horario habitual es las 7 de la mañana,
aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 horas.

NOTA:  La "Oración del Salmo" está traducida y adaptada del Oficio Divino en Inglés para Norteamérica.
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Invitatorio
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Esta invocación inicial se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatorio.

En el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin. (Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  Señor abre mis labios
R.    Y mi boca proclamará tu alabanza.
V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Salmo del Invitatorio
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo,
o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. (Cuando se aplica la forma responsorial,
la asamblea repite la antífona después de cada estrofa).

Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


El salmo 94 puede sustituirse por el 99, el 66 o el 24.
En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se dirá en su lugar, en la salmodia, el salmo 
94.
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Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!

Salmo 94 Invitación a la Alabanza Divina
Anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado. Heb 3, 13.

Se repite la antífona al final de cada párrafo:
Vengan, aclamemos al Señor,
     demos vítores a la Roca que nos salva;
     entremos a su presencia dándole gracias,
     aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,
     soberano de todos los dioses:
     tiene en su mano las simas de la tierra,
     son suyas las cumbres de los montes;
     suyo es el mar, porque él lo hizo,
 
     la tierra firme que modelaron sus manos.


Vengan, postrémonos por tierra,
     bendiciendo al Señor, creador nuestro.
     Porque él es nuestro Dios,
     y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.


Ojalá escuchen hoy su voz:
     «No endurezcan el corazón como en Meribá,
     como el día de Masá en el desierto;
     cuando sus padres me pusieron a prueba
     y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años aquella generación me repugnó,
     y dije: Es un pueblo de corazón extraviado,
     que no reconoce mi camino;
     por eso he jurado en mi cólera
     que no entrarán en mi descanso»


V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!
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Salmo del Invitatorio (Opcional)

Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (San Atanasio)

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sepan que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Nacidos de la luz, hijos del día.

Nacidos de la luz, hijos del día,
     Vamos hacia el Señor de la mañana.
     Su claridad disipa nuestras sombras
     y alegra y regocija nuestras almas.

Que nuestro Dios, el Padre de la gloria,
     nos libre para siempre del pecado,
     y podamos así gozar la herencia
     que nos legó en su Hijo muy amado.

Honor y gloria a Dios, Padre celeste,
     por medio de su Hijo Jesucristo,
     y al Don de toda luz, el Santo Espíritu,
     que vive por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que componen la Liturgia de las Horas.
Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Dios mío, tus caminos son santos: ¡qué dios es grande como nuestro Dios?

Salmo 76 (77): Recuerdo del Pasado Glorioso de Israel. 
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan. (2 Cor. 4, 8)

Alzo mi voz a Dios gritando,
     Alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío;
     de noche extiendo las manos sin descanso,
     y mi alma rehúsa el consuelo.
     Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
     y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos,
     y la agitación no me deja hablar.
     Repaso los días antiguos,
     recuerdo los años remotos;
     de noche lo pienso en mis adentros,
     y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
     y ya no volverá a favorecernos?
     ¿Se ha agotado ya su misericordia,
     se ha terminado para siempre su promesa?
     ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
     o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía!
     ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
     Recuerdo las proezas del Señor;
     sí, recuerdo tus antiguos portentos,
     medito todas tus obras
     y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos:
     ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
     mostraste tu poder a los pueblos;
     con tu brazo rescataste a tu pueblo,
     a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh Dios!,
     te vio el mar y tembló,
     las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas,
     retumbaban los nubarrones,
     tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno,
     los relámpagos deslumbraban el orbe,
     la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas,
     un vado por las aguas caudalosas,
     y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
     por la mano de Moisés y de Aarón.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración para el Salmo
Padre, estableciste tu antiguo pacto con señales y prodigios,
pero más maravillosamente, confirmaste el nuevo pacto
a través del sacrificio de tu Hijo. Guía a Tu Iglesia a través de los caminos de la vida,
para que pueda ser llevada a la tierra prometida
y celebre Tu nombre con alabanzas duraderas.


Ant. Dios mío, tus caminos son santos: ¡qué dios es grande como nuestro Dios?
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Ant 2. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.

Cantico – 1 Sam 2,1-10: Alegría de los Humildes en Dios 
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes. (Lc 1, 52-53)


Mi corazón se regocija por el Señor,
     mi poder se exalta por Dios;
     mi boca se ríe de mis enemigos,
     porque gozo con tu salvación.
     No hay santo como el Señor,
     no hay roca como nuestro Dios.

No multipliquen discursos altivos,
     no echen por la boca arrogancias,
     porque el Señor es un Dios que sabe;
     él es quien pesa las acciones.

Se rompen los arcos de los valientes,
     mientras los cobardes se ciñen de valor;
     los hartos se contratan por el pan,
     mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
     la mujer estéril da a luz siete hijos,
     mientras la madre de muchos se marchita.

El Señor da la muerte y la vida,
     hunde en el abismo y levanta;
     da la pobreza y la riqueza,
     humilla y enaltece.

Él levanta del polvo al desvalido,
     alza de la basura al pobre,
     para hacer que se siente entre príncipes
     y que herede un trono de gloria;
     pues del Señor son los pilares de la tierra,
     y sobre ellos afianzó el orbe.

Él guarda los pasos de sus amigos,
     mientras los malvados perecen en las tinieblas,
     porque el hombre no triunfa por su fuerza.

El Señor desbarata a sus contrarios,
     el Altísimo truena desde el cielo,
     el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
     él da fuerza a su Rey,
     exalta el poder de su Ungido.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
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Ant 3. El Señor reina, la tierra goza.  †

Salmo 96 (97) - El Señor Es un Rey Mayor que Todos los Dioses.
Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos (San Atanasio).

El Señor reina, la tierra goza,
     se alegran las islas innumerables.
     Tiniebla y nube lo rodean,
     justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego
     abrasando en torno a los enemigos;
     sus relámpagos deslumbran el orbe,
     y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
     ante el dueño de toda la tierra;
     los cielos pregonan su justicia,
     y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
     los que ponen su orgullo en los ídolos;
     ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
     se regocijan las ciudades de Judá
     por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
     altísimo sobre toda la tierra,
     encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
     protege la vida de sus fieles
     y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
     y la alegría para los rectos de corazón.
     Alégrense, justos, con el Señor,
     celebren su santo nombre.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración para el Salmo
Padre, tú vistes el cielo con luz y las profundidades del océano con oscuridad.
Haces maravillas entre los hijos de los hombres
e infundes  el terror sobre el enemigo. Mira a tus siervos.
No nos pruebes con el  fuego, sino que nos regocijemos en el refugio de tu hogar.


Ant. El Señor reina, la tierra goza. †
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Lectura Breve   Rm 8, 35. 37
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? 

¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligor? ¿La espada? 
En todo esto venceremos fácilmente por aquel que nos ha amado.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo 

y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve

V. ¡Bendigo a Señor en todo momento!
R. ¡Bendigo al Señor en todo momento¡
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. ¡En todo momento!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. ¡Bendigo al Señor en todo momento¡
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Cántico Evangélico (Benedictus)
Los cánticos son tomados del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al inicio de su proclamación.
Los cánticos evangélicos son solo tres: Benedictus, (Laudes) Magnificat  (Vísperas) y Nunc dimittis (Completas).
El Benedictus, cántico de Zacarías, padre de Juan Bautista, canta la venida del Mesías, como bendición de Dios, "sol que nace de lo alto",
por lo que su proclamación en Laudes refuerza el sentido matutino simbólico de la oración.
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Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.

Cántico de Zacarías- Lc 1, 68-79. El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo.
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo,
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
     y de la mano de todos los que nos odian;
     ha realizado así la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
    porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
    anunciando a su pueblo la salvación,
    el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
    nos visitará el sol que nace de lo alto,
    para iluminar a los que viven en tiniebla
    y en sombra de muerte,
    para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
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Preces
Oremos a nuestro Señor Jesucristo, 
que prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y digámosle confiados:
R./ ¡Escúchanos, Señor¡

Quédate con nosotros, Señor, durante todo el día:
que la luz de tu gracia no conozca nunca el anochecer en nuestras vidas.

Que el trabajo de este día sea como una oblación sin defecto,
y que sea agradable a tus ojos.

Que en todas nuestras palabras y acciones seamos hoy luz del mundo,
y sal de la tierra para cuantos nos traten.

Que la gracia del Esíritu Santo habite en nuestros corazones y resplandezca en nuestras obras,
para que así permanezcamos en tu amor y en tu alabanza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Terminemos nuestra oración, 
diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal:
- Padre Nuestro…

Oración Conclusiva
Envía, Señor, a nuestros corazones la abundancia de tu luz, para que, 
avanzando siempre por el camino de tus mandatos, nos veamos libres de todo error.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. 
R./ ¡Amén!
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Conclusión:
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo, utilizando una de estas dos fórmulas finales:
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Fórmula larga:   
     (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio,
     custodie sus corazones y sus pensamientos
     en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. ¡Amén!
V. Y la bendición de Dios todopoderoso, 
     Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
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Fórmula breve:   
       (se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V.  El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
     Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. ¡Amén!
        Si se despide de la comunidad añade:
V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!
        En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V.  El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario - Miércoles, Salterio II - del Propio del Tiempo

 VÍSPERAS - Oración de la tarde

“Él habita en nosotros como el alma en el cuerpo,
a condición de que seamos miembros sanos de él,
de que estemos muertos al pecado."  

(San Columbano)

Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, 
y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor. 
Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. 
Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas. 
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, 
pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior
y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior 
(la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son 
las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, sige el mismo caso).
 Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo 
al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
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Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. ¡Señor, date prisa en socorrerme!
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración un elemento
que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.  Además de estos Himnos, pueden usarse,
sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Señor, tú eres santo: yo adoro, yo creo

Señor, tú eres santo: yo adoro, yo creo;
     tu cielo es un libro de páginas bellas,
     do en noches tranquilas mi símbolo leo,
     que escribe tu mano con signos de estrellas.

En vano con sombras el caos se cierra:
     tú miras al caos, la luz nace entonces;
     tú mides las aguas que ciñen la tierra,
     tú mides los siglos que muerden los bronces.

El mar a la tierra pregunta tu nombre,
     la tierra a las aves que tienden su vuelo;
     las aves lo ignoran; preguntan al hombre,
     y el hombre lo ignora; pregúntanlo al cielo.

EI mar con sus ecos ha siglos que ensaya
     formar ese nombre, y el mar no penetra
     misterios tan hondos, muriendo en la playa,
     sin que oigan los siglos o sílaba o letra.

Señor, tú eres santo: yo te amo, yo espero;
     tus dulces bondades cautivan el alma;
     mi pecho gastaron con diente de acero
     los gustos del mundo, vacíos de calma.

Concede a mis penas la luz de bonanza,
     la paz a mis noches, la paz a mis días;
     tu amor a mi pecho, tu fe y tu esperanza,
     que es bálsamo puro que al ánima envías ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas. Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. ¡Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador!

Salmo 61 - Dios, única esperanza del justo
                              Que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo y paz. (Rom. 15, 13)

Sólo en Dios descansa mi alma,
     porque de él viene mi salvación;
     sólo él es mi roca y mi salvación,
     mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeterán contra un hombre
     todos juntos, para derribarlo
     como a una pared que cede
     o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
     y se complacen en la mentira:
     con la boca bendicen,
     con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
     porque él es mi esperanza;
     sólo él es mi roca y mi salvación,
     mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
     él es mi roca firme,
     Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confía en él,
     desahoga ante él su corazón,
     que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son más que un soplo,
     los nobles son apariencia:
     todos juntos en la balanza subirían
     más leves que un soplo.

No confíen en la opresión,
     no pongan ilusiones en el robo;
     y aunque crezcan sus riquezas,
     no les den el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
     y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
     y el Señor tiene la gracia;
     que tú pagas a cada uno
     según sus obras.»

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Oración para el Salmo
Padre, tú vistes el cielo con luz y las profundidades del océano con oscuridad.
Haces maravillas entre los hijos de los hombres
e infundes  el terror sobre el enemigo. Mira a tus siervos.
No nos pruebes con el  fuego, sino que nos regocijemos en el refugio de tu hogar.


Ant. ¡Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador!
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Ant 2. ¡Que Dios, ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga!

Salmo 66: Que Todos los Pueblos Alaben a Dios
                              Sepan que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles. (Hech. 28, 28) 

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
     ilumine su rostro sobre nosotros;
     conozca la tierra tus caminos,
     todos los pueblos tu salvación.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
      que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
     porque riges el mundo con justicia,
     riges los pueblos con rectitud
     y gobiernas las naciones de la tierra.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
      que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
     nos bendice el Señor, nuestro Dios.
     Que Dios nos bendiga; que le teman
     hasta los confines del orbe.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Que Dios, ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga!
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Ant 3. ¡Todo fue creado por Él y para Él!

Cántico - Col 1, 12-20: Himno a Cristo,
Primogénito de Toda Creatura y Primer Resucitado de Entre los Muertos.

Dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen. (San Columbano)

Damos gracias a Dios Padre,
     que nos ha hecho capaces de compartir
     la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
     y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
     por cuya sangre hemos recibido la redención,
     el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
     primogénito de toda creatura;
     pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
     celestes y terrestres, visibles e invisibles,
     Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
     todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
     Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
     Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
     y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
     Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
     haciendo la paz por la sangre de su cruz
     con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Todo fue creado por Él y para Él!
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Lectura Breve   1 Pe. 5, 5b - 7
Sean humildes unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios,
pero da su gracia a los humildes.
Inclínense bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo los eleve.
Descarguen en él todas sus preocupaciones, porque él se interesa por ustedes.

Silencio Sagrado (indicado por una campana)
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.

Responsorio Breve
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
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Cántico Evangélico (Magníficat)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se rezan o cantan de pie, y se hace la señal de la Cruz al principio de su proclamación.
El Magnificat, (Canto de María) es un canto de gratitud de la Virgen al caer la tarde cuando el Ángel la encontró en oración.
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Ant. ¡Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes!

Cántico de María - Lc 1, 46-55. Alegría del Alma en El Señor

† Proclama mi alma la grandeza del Señor,
     se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
     porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
     porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
     su nombre es santo,
     y su misericordia llega a sus fieles
     de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
     dispersa a los soberbios de corazón,
     derriba del trono a los poderosos
     y enaltece a los humildes,
     a los hambrientos los colma de bienes
     y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
     acordándose de su misericordia
     -como lo había prometido a nuestros padres-
     en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. ¡Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes!
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Preces o Intercesiones
Aclamemos, hermanos, a Dios, nuestro salvador,
que se complace en enriquecernos con sus dones, y digámosle con fe:
R./ Muéstranos, Señor, tu amor y danos tu paz.

Dios eterno, mil años en tu presencia son como un ayer que pasó;
- ayúdanos a recordar siempre que nuestra vida
   es como una hierba que se renueva por la mañana y se seca por la tarde.

Alimenta a tu pueblo con el maná para que no perezca de hambre
- y dale el agua viva para que nunca más tenga sed.

Que tus fieles busquen y saboreen los bienes de arriba
- y te glorifiquen también con su descanso.

Concede, Señor, buen tiempo a las cosechas,
- para que la tierra dé fruto abundante.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Que los difuntos puedan contemplar tu faz
- y que nosotros tengamos un día parte en su felicidad.

Confiemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre,
terminando nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:

- Padre nuestro...

Oración Conclusiva
Dios nuestro, tu nombre es santo
y tu misericordia llega a tus fieles de generación en generación;
atiende, pues, las súplicas de tu pueblo
y haz que pueda cantar eternamente tus alabanzas.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Conclusión 
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
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V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
     descienda sobre ustedes.

R. ¡Amén!

Si se despide de la comunidad añade:

V. Pueden ir en Paz.
R. ¡Demos gracias a Dios!

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga,  †
     nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Tiempo Ordinario -

Miércoles - Salterio II
Del Propio del Tiempo. 

COMPLETAS
Oración antes del descanso nocturno

“En la Eternidad éramos;
al nacer comenzamos a existir.
 Existir es ser en el tiempo.

Y al morir dejamos de existir,
pero no dejamos de ser.
Somos seres espirituales
que vivimos una aventura terrenal".
Teilhard de Chardin

Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte.
El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.

Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre -aceptada en las rúbricas- 
que quienes desean rezarlas de memoria, lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo, 
ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, 
excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.
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Invocación Inicial

V.  Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio,
     ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

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Examen de Conciencia
“Estamos llamados a tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia los hombres,
en nuestros corazones y en nuestras mentes, en nuestras acciones y nuestro descanso.
Para hacerlo, es vital que examinemos nuestra conciencia diariamente y que pidamos la misericordia de Dios
cuando nos sintamos débiles, tentados e incompletos y que le pidamos Su fortaleza para mejorar”.


Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia. 
Aparte de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse otras aprobadas. 
Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo,
otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario: 
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo, 
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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Examen de Conciencia (Fórmula 1)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, 
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


     Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos,
     que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión:
     por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

     Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
     a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
     que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 2)
En este momento es oportuno hacer examen de conciencia o revisión de la jornada.

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Examen de Conciencia (Fórmula 3)
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, 
el cual, en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial de la siguiente forma:

Después, se prosigue con la fórmula siguiente:
V. Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
     que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre
     para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

V.  El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
     perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. ¡Amén!
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Himnos:
Son composiciones poéticas en alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos. Éstos introducen en la celebración
un elemento que nos ayuda a pasar de lo puramente popular a lo eclesial y bíblico.
Además de estos Himnos, pueden usarse, sobre todo, en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
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Himno: Cuando la luz del sol es ya poniente.

Cuando la luz del sol es ya poniente,
     gracias, Señor, es nuestra melodía;
     recibe, como ofrenda, amablemente,
     nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
     de darle vida al día que fenece,
     convierta en realidad lo que fue un sueño
     tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
     de pecadora en justa, e ilumina
     la senda de la vida y de la muerte
     del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
     la noche oscura sobre nuestro día,
     concédenos la paz y la esperanza
     de esperar cada noche tu gran día. ¡Amén!
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Himno: Se inclina ya mi frente.

Se inclina ya mi frente,
     sellado está el trabajo;
     Señor, tu pecho sea
     la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
     la voz deja su canto,
     pero el amor enciende
     su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
     con gran amor amado,
     en tu gloria dormimos
     y en sueños te adoramos. ¡Amén!
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SALMODIA
Es un conjunto de salmos y cánticos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
que componen la Liturgia de las Horas.  Éstos son el núcleo principal del Oficio y también su parte más extensa.
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Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6 - Súplica Confiada y Acción de Gracias.
El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Gál 2, 16)

A ti, Señor, me acojo:
     no quede yo nunca defraudado;
     tú, que eres justo, ponme a salvo,
     inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
     sé la roca de mi refugio,
     un baluarte donde me salve,
     tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
     sácame de la red que me han tendido,
     porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
     tú, el Dios leal, me librarás.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
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Ant. 2 Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129 - Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt. 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
     Señor, escucha mi voz;
     estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
     ¿quién podrá resistir?
     Pero de ti procede el perdón,
     y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
     espera en su palabra;
     mi alma aguarda al Señor,
     más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
     como el centinela la aurora;
     porque del Señor viene la misericordia,
     la redención copiosa;
     y él redimirá a Israel
     de todos sus delitos.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. 2 Desde lo hondo a ti grito, Señor.
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Lectura Breve:   Ef. 4, 26-27
No lleguen a pecar;
que la puesta del sol no los sorprenda en su enojo. No dejen lugar al diablo.

Silencio sagrado (indicado por una campana):
Un momento para reflexionar y recibir en nuestros corazones la resonancia total de la voz del Espíritu Santo
y unir nuestra oración personal más estrechamente con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia.


Responsorio Breve
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
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Cántico Evangélico (Nunc Dimittis)
Los cánticos se toman del Evangelio de Lucas. Se oran o cantan de pie, al principio de su proclamación se hace la señal de la cruz.
Nunc dimittis “ahora dejas”– es el canto de gratitud de Simeón, por la promesa cumplida de ver al Salvador antes de reunirse con l.
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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón - Lc 2, 29-32 
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Ahora, Señor, según tu promesa,
     puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
     a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
     y gloria de tu pueblo Israel.

V.    Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.    Como era en el principio, ahora y siempre,
        por los siglos de los siglos. ¡Amén!


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
         para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
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Oración Conclusiva
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón
ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera;
dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado:
que podamos descansar durante la noche para que así,
renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu,
perseveremos constantes en tu servicio.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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Bendición

V. † El Señor todopoderoso nos conceda
     una noche tranquila y una santa muerte.
R. ¡Amén!
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Antífonas Finales de la Santísima Virgen
Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se muestran en el formulario:
Madre del Redentor, Salve, Reina de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo tu amparo,
o con algún otro canto debidamente aprobado.
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1.  Antífona Final de la Santísima Virgen
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos,
gimiendo y llorando 
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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2.       Madre del Redentor
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
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3.       Salve, Reina de los cielos
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
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4.       Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,

Oh, Virgen gloriosa y bendita.
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5.       Reina del cielo, alégrate
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
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6. "María la Aurora"
       Traducido y adaptado por Diego Cabrera de “Mary the Dawn” by Kathleen Lundquist

María la Aurora, Cristo el perfecto día;
¡María, la puerta, Cristo, el camino celestial!

María la raíz, Cristo la vid mística;
¡María la uva, Cristo el vino sagrado!

María la gavilla de trigo, Cristo el pan vivo;
¡María el rosal, Cristo la rosa rojo sangre!

María la fuente, Cristo la corriente limpiadora;
¡María el cáliz, Cristo la sangre salvadora!

María el Templo, Cristo el Señor del Templo;
¡María el Santuario, Cristo el Dios adorado!

María el faro, Cristo el lugar de descanso;
¡María el espejo, Cristo la visión bendita!

María la Madre, Cristo el Hijo de la Madre.
Ambos siempre benditos por los tiempos sin fin. ¡Amén!
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